Opinión Internacional

Ahora vienen por el presidente cívico cruceño

No es novedad el recurrir al clásico poema del pastor luterano alemán Martín Niemöller, que erróneamente se atribuye al dramaturgo y poeta alemán Bertold Brecht, para mostrar las consecuencias de no ofrecer resistencia a las tiranías en los primeros intentos de establecerse. Aunque el mismo Niemöller posteriormente se encargó de aclarar que originalmente no se trataba de un poema, sino de un sermón: ¿Qué hubiera dicho Jesucristo?, ofrecido durante la Semana Santa de 1946 en Kaiserslautern, Alemania; la prosa por si misma, denuncia la ‘indiferencia’ como actitud que abrió las puertas al terror nazi, y se convierte en sabia advertencia ante el advenimiento de regímenes autoritarios con tintes fascistas. Pretende, además, alertar sobre la ‘dejadez’ ante la tragedia de los otros, que hace posible la progresión del horror.

“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista”. «Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata”. “Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista”. “Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío”. “Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.

Cuando el terror empieza no se detiene y la indolencia y el creer que a uno nada le va a pasar le abre el camino, y lo que se tiene como fortuito termina convirtiéndose en una vorágine que desnuda la ‘insaciabilidad del principio persecutorio’. Si el ‘Conalde’ (organización que agrupa a los gobernadores que luchan por la autonomía en Bolivia) hubiera dado importancia a la detención del prefecto del Departamento de Pando, Leopoldo Fernández, si se hubiera identificado con su destino, si se hubiera opuesto al Referéndum Revocatorio, si no hubiera aceptado negociaciones y acuerdos clandestinos, tal vez sus componentes habrían advertido que en la amenaza de esta detención estaba escrita la suya. Pero ello no sucedió, porque la incapacidad política o la expresión de miedo o de cobardía de algunos de dirigentes, so pretexto de frenar una guerra civil, fue más fuerte
Es cierto que la situación es más compleja. La ‘descolonización’ anunciada por el gobierno, busca premeditadamente desquiciar la institucionalidad del país; para ello inicialmente ha instrumentado el descabezamiento del Poder Judicial y ha conseguido convertirse en administrador de justicia. De allí la arrogancia judicial con la que acude al deliberado apresamiento y persecución de inocentes y presuntos culpables.

El confinamiento de ciudadanos de los Departamentos autonómicos en la ciudad de La Paz, de manera absolutamente ilegal, sin base penal, y el de convertir la cárcel de San Pedro en una especie de ‘campo de concentración’ para los ciudadanos de la llamada ‘media luna’, sumado a la sañuda campaña de odio y persecución tan grande contra su dirigentes ‘autonomistas’ en el oriente y sud del país, únicamente comparable a sus ansias de poder, sólo se entiende en la estrategia del gobierno de imponer una ‘limpieza étnica’.

Quienes han padecido ese terror comprenden hondamente el poder que tiene éste. El miedo es un arma poderosa de movilización política. Se trata, primero, de transformar el miedo en terror. Ya se logró. Ahora hay que mantener ese terror. Y aquí apunta la operación contra autoridades y dirigentes cívicos del oriente boliviano. Ahora vienen por el presidente del Comité Pro Santa Cruz, y cuidado que ‘cuando vengan por usted no haya nadie más que pudiera protestar’.

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