Opinión Internacional

Analogías tunecinas

Las voces tunecinas libres no desentonan con el clamor internacional en contra de la deriva neo-liberal, que se apoya en una globalización mercantilista injusta. No se trata pues de elucubrar sobre la teoría de los dominós en el mundo Árabe, porque nos encontramos ante algo mas profundo, complejo y global.

Más allá de la naturaleza del régimen derrocado en Túnez, que corresponde a la sociedad tunecina juzgar con conocimiento de causa, la cuestión que queda en tela de juicio es la de un cierto sistema neo-liberal basado en el mercantilismo y el clientelismo. Un sistema, que no es realmente liberal, y que es capaz de exhibir porcentajes de desarrollo humano y de rendimiento económico, que pueden seducir y confundir al mas riguroso de los expertos de las instituciones financieras internacionales.

Desde hace décadas, la República tunecina, figura en el Top ten de los indicadores de desarrollo humano del Pnud, en el ámbito del mundo Árabe. El promedio de su tasa de crecimiento se sitúa entre un 3 y 4%  y el éxito del sector turístico y de educación es incuestionable.

Es obvio que la falta de libertades, de respeto a la dignidad humana y de opciones democráticas no figuran entre los criterios de aquellos que acostumbran a repartir notas de buena conducta, a lo largo y ancho de la geografía,. La última curiosidad de este género la que acaba de protagonizar la agencia Moody’s que, en un tiempo record, decidió rebajar la nota soberana de Túnez, con ocasión del proceso político en curso. En espera de las «sentencias» de Standards and Poor’s, Fitch y otros, todo indica que estos «pitonisos» de las finanzas, saben más de castigos a las aspiraciones populares que de prevención de las crisis económicas y financieras.

Resulta sorprendente que se note mejor cuando prospera un sistema económico basado en el monopolio de los negocios, corrupción y sombrías licitaciones; un sistema en el que el businessman se hace señorito y más rico, con tendencia a la ostentación y gala de poderío y en el que el marginado se ve condenado a seguir siendo pobre y excluido.

Pero lo mas dramático se da cuando los gobiernos ansiosos de notaciones externas, siguen publicando estadísticas y esquemas, convencidos de estar alcanzando sus objetivos de crecimiento y lucha contra la pobreza, en el momento en que la cruda realidad de los pueblos demuestra todo lo contrario.

El sistema tunecino fue un fiel seguidor de los estándares occidentales a nivel de gobernanza económica que, sin duda, ha sido en beneficio de las dos partes. Pero a diferencia de los países del sur, en el caso de Europa, por ejemplo, se garantizaba a los pueblos, al menos hasta ahora, una cobertura social suficiente que, en general, los ponía a salvo de la precariedad y de la exclusión.

Pero era sin contar con los efectos de la crisis financiera y de la intervención del Fondo monetario internacional que, a pesar de la ineficacia de sus pociones, probada en no pocos países del tercer mundo, sigue empeñado en recetar las mismas fórmulas de menos Estado, de equilibrio presupuestario a toda costa y de recortes sociales; en este caso a los países del norte de Mediterráneo.

Llama la atención el hecho de que la política económica de EE.UU no se inscriba en esta orientación. Al contrario, la administración Obama, refuerza su sistema de cobertura social sanitaria, abarata los créditos e incrementa la inversión pública en vistas a crear empleo. El resultado es que los americanos están recobrando paulatinamente su vitalidad y estado de bienestar, cuando los países europeos siguen bajo las turbulencias del Euro y de las «reformas sociales», a pesar del buen resultado germano.

Es hora para los gurús de las finanzas de recordar que no se puede poner en ecuación matemática a un ser tan sensible y peculiar como el ser humano. En ese sentido la situación geográfica no constituye un argumento serio, pero sí lo es el sentimiento de dignidad y de justicia.

Por todo ello, las voces tunecinas libres no desentonan con el clamor internacional en contra de la deriva neo-liberal, que se apoya en una globalización mercantilista injusta. No se trata pues de elucubrar sobre la teoría de los dominós en el mundo Árabe, porque nos encontramos ante algo mas profundo, complejo y global. Más bien se trataría de la gestación de un nuevo orden mundial justo y humano, que podría haber empezado a la orilla del Mediterráneo.

Que Dios proteja al Pueblo tunecino hermano y que guíe sus pasos.

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