Opinión Internacional

Años seis, mentiras muchas

“acábenlos… y por cuenta mía, no se preocupe” frase del Presidente Uribe a un Comandante colombiano..

La hermana republica es hoy día un territorio adonde la política se mueve entre la mentira y la absolución. La primera de ellas es que se quiere engañar al omitir la evaluación de la costosísima Guerra Contra las Drogas por considerar que va por buen camino. Infamia de la cual hacen coro muchos opinadores y analistas de nuestra también sospechosa prensa venezolana. Cualquiera, en mínimo estado de sensatez, sabe que esta estrategia ha sido un fracaso. ¿Como absolver a Nariño y justificar su terquedad en esa contienda contra las reinos del dólar y los principados de la corrupción que se crearon por su cuenta y tutela¿. Antecedente que demuestran flagrantemente que es imposible derrotarlos.

Razones para suponer fracaso y esperar solicitudes de perdón son varias, tales que parecieran responder mas a una ficción escrito por el Gabo que una crónica político o policial. En este arribo de los seis años de Uribe en el mando, que no el poder, vuelven a resurgir terribles y penosas versiones sobre matanzas y variadas guerras entre nárcos, practicas de cobro de protección que hacen reaparecer el oficio de los muertos y las misas al terror. Geografía donde sobran cenizas, faltan huesos que enterrar y las lagrimas ya hacen ruido.

En este momento para horror de los países vecinos, nacen nuevos carteles, surgen nombres que se bautizan en la prensa, irrumpen nuevos motes y con el estrellato de las Águilas Negras se estrenan antiguos y desconsolados miedos que se hornean entre gobierno, empresarios y gerentes. Ellos en tanto antiguos jefes de la franquicia parapolítica, decretan que se desmovilicen veinte mil paramilitares y de inmediato aparecen otros diez mil.

Se mata o apresa a treinta mil guerrilleros y reaparecen otros siete mil, se extraditan cientos de narcotraficantes, y otros miles ocupan los mismos puestos y se apoderan de las mismas rutas. Estrambótico nunca acabar.

Son tanto los muertos y desaparecidos que el escritor colombiano Renán Vega al recibir el Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2007 que otorga el ministerio venezolano de Cultura, expresó para nuestro asombro en este ambiente de la fecha de los seis años de Uribe que: «Si se hiciera un minuto de silencio por cada uno de los muertos, torturados y desaparecidos en los últimos 60 años en Colombia, tendríamos que permanecer callados 2 años continuos». Elocuencia de funerarios
Otra de las sorpresas del balance del lapso de Uribe en el poder es la infamante cadena de mentiras en que ha incurrido, veamos una pequeña muestra :
Mentira decir que existe una guerra Colombia, (en todo caso no es una guerra civil en sentido estricto, ni convencional sino una guerra contra los civiles y si son pobres, mas contundente aún) en todo caso, puede ser tenida, como una conflagración para degradar lo humano por la acumulación de víctimas cuando incluye paradoja económica y la convierte en empresa muy rentable.

Mentira sobre el milagro, limpieza y exactitud de la operación Jaque, puesto que el Ejército hizo trampa al usar el emblema de la Cruz Roja Internacional, violando las convenios que rigen para esta organización; hecho que se tiene como delito de lesa humanidad y objeto de severas penas por la trascendencia de los daños que ocasiona y el desafuero por el ejemplo que puede generar en el futuro pues se pervierte la imagen histórica de quienes puedan actuar como intermediarios de buena fe en la resolución de conflictos con el respaldo de la Organización.

Mentira decir que esta guerra se hace para restablecer la democracia y que su resultado beneficiará a las grandes mayorías; mentira: “de esta guerra solo se beneficiaron los ricos de este país” dijo el terrible capo Mancuso. La verdad es que ha sido una guerra contra los pobres; éstos son las víctimas, los desplazados, los desarraigados, los que se quedarán a la intemperie, sin casa y corridos de su tierra. Los olvidados del poder a quienes de paso les han quitado las mejores tierras de cultivo del país (¿ en manos de quien estarán hoy esa propiedades ¿)
Mentira decir que la parapolítica la promueven los narcos. La parapolitica es la acción criminal combinada que financian los empresarios, apadrinan las transnacionales, coordinan sus gerentes, animan los políticos, ejecutan las fuerzas armadas y producir ganancias para todos ellos.

Mentira llamar lo que sucede en Colombia una guerra, lo que si hay, y reconocido, son masivos asesinatos de civiles, de sindicalistas, y gentes al margen del conflicto armado. Conflagración donde los crímenes con motosierra o con balas, instauran el exterminio y espolean la crueldad con que el paramilitarismo ejerce el terror en Colombia. Ofensiva bajo cuidado del mosad sionista y sello de Halliburton. El paraco alias HH reconoce que “Murieron más inocentes que culpables”, dijo, y luego, para justificarse: “Es que la guerra es irregular, si no lo fuera, no morirían inocentes”. Extraña tonada de un arrepentido. Sentimiento que desprecian los industriales, los banqueros cuando mueren inocentes, para que ganen curules los pupilos que van a defenderlos.

Mentiras que la guerra fuera para combatir la guerrilla, pues como táctica los paracos tuvieron que aliarse con políticos, con industriales, con caciques zonales todo bajo la autoridad y tutela de los militares y funcionarios del Estado que le daban respaldo y sacaban provecho de todas sus operaciones. No era acción antiguerrillera, era un negociado para el puro usufructo de los sátrapas convertidos en autoridades locales, y aliados al partido de gobierno y que apuntalan el proyecto releccionario que desaforadamente busca Uribe.

Mentira que la guerra se planteara como una etapa transitoria hacia la estabilidad social y económica del país, al final se volvió una actividad que socorría la desocupación laboral de grandes sectores de la población, casi una “bolsa de trabajo”, el esquema terminó cómo una recurso desesperado para paliar la desocupación laboral, combatir el desempleo y gran negocio para los senadores hoy sometidos a juicios penales en ambiente del mas puro concierto para delinquir.

Mentira que la guerra se inició desde la visión de la guerrilla. Mas honesto sería verla como motivada, dirigida y financiada por accionistas de la banca, los empresarios, los gerentes de las transnacionales y la “gente de sociedad”, que formaron, financiaron e iniciaron en el crimen a los paracos, para que los defendieran de los comunistas. Ellos fueron su maestros, los legitimaron, capacitaron, armaron e introdujeron en ese oscuro lugar donde se anima el gusto por matar gente.

Mentira llamar a esto un ideal estratégico “antisubversivo” o denominar guerra a un asunto criminal y de exterminio masivo, cuyos fin era aterrorizar campesinos y apropiarse de las mejores tierras de siembra o hacer mas dóciles a los sindicalistas.

Mentira la que organiza Uribe para ir con furia, como es su estilo, contra la Corte para defenderse a partir de una mentira que le contó el paraco Tasmania, sobre un Juez, que le proponía una rebaja de pena si delataba a Mario Uribe su primo. El Presidente le creyó al criminal Tasmania. Quién después dijo que todo había sido un montaje. Se salvo Uribe mas no su primo Mario hoy encanado.

Miente Uribe en la Cumbre de la Narco Seguridad en Cartagena cuando culpabiliza a los narcotraficantes de estar dañando con sus siembras el ecosistema de las selvas colombianas e impulsar el calentamiento del planeta. Lo cual pudiera ser cierto en parte, pero este tema ya fue convenido en el Protocolo de Kyoto 1997 y que los países desarrollados se han negado a firmar por la terrible acusación que sobre ellos recae. Omite el daño causado por los baños de glifosfato que a largo plazo si están dañando el ecosistema colombiano, y el ecuatoriano por ende aumentando la temperatura del planeta.

Miente cuando omite que los resultados obtenidos por el Plan Colombia desde su lanzamiento son limitados y desde hace seis años no se ha hecho otra cosa que aumentar en 27% el porcentaje de hectáreas dedicadas al cultivo de la coca en Colombia.

Miente Uribe cuando supone que su obsesión antiterrorista es apoyada por la mayoría de los gobiernos latinoamericanos, todo lo contrario, la perciben cómo impuesta y contraria al natural espíritu de paz latinoamericano. Ahora ya comienzan a descubrirla como militarmente agresiva a sus intereses y miran cómo se transformó en coartada deslucida para constituir a Chávez en enemigo y peor aún, descubrir a Colombia como gestora de un proceso de internacionalización e israelización del conflicto colombiano.

En seis años es mucho lo que tiempo cubre y la historia descubre.

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