Opinión Internacional

Bananas, bancos y racismo europeo

(%=Image(4158360,»R»)%)AIPE- En los últimos tiempos, varios entes oficiales europeos han estado promoviendo políticas contradictorias hacia las naciones del Caribe. Como de costumbre, los burócratas europeos –bajo el liderazgo francés- promueven políticas agrícolas diseñadas para mantener a los campesinos atados al campo. Estos campesinos se dedican a cultivar bananas en las islas caribeñas y así gozan de la generosidad de los contribuyentes europeos. Simultáneamente, un grupo diferente de burócratas tiene en la mirilla a las pequeñas islas del Caribe que cobran bajos impuestos, a las cuales han denominado “paraísos fiscales”. Supuestamente su objetivo es acabar con el lavado de dinero, pero lo que en realidad buscan es acabar con la privacidad y eliminar la fuga de capitales de Europa, continente con aplastantes sistemas impositivos.

Fundamentalmente se trata de una política racista por parte de Europa. Está bien que los negros del Caribe cultiven bananas y sirvan a los turistas blancos, pero ahora no les quieren permitir que se enriquezcan estableciendo centros financieros, aprovechando sus bajas tasas impositivas.

Antigua y las Islas de Barlovento viven básicamente de su producción bananera. Pero es 20% más costoso cultivar bananas en estas pequeñas islas del Caribe que en América Central, donde grandes multinacionales como Chiquita emplean a 40 mil trabajadores. Estas empresas agrícolas dominan inevitablemente el mercado bananero local, lo cual Europa responde dándole tratos preferenciales a sus ex colonias, en violación de los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio. Tarde o temprano la economía de las islas tendrá que cambiar porque las bananas se cosecharán donde es más económico hacerlo y las islas son demasiado pequeñas para la agricultura en gran escala.

Sin embargo, esas pequeñas y bellas islas son lugares ideales para el turismo y los servicios financieros. La contabilidad puede hacerse vía Internet desde cualquier sitio del mundo, pero fijando el domicilio fiscal en las islas. Desde que el primer ministro británico William Pitt el Joven introdujo la idea del impuesto sobre la renta y sobre las ganancias de capital, hace más de dos siglos, la gente trata de utilizar cualquier método, legal o no, para evitar pagar impuestos.

La retórica oficial apunta al lavado de dinero de la droga, pero catalogar a las islas del Caribe como centros de lavado es falso. Las montañas de efectivo que describen los novelistas son pura ficción. Cuando traté de abrir una cuenta bancaria en Gran Caimán tuve que contar la historia de mi vida y proyectar al futuro el uso de la cuenta, incluyendo las cantidades de efectivo y de instrumentos al portador que pensaba depositar en el próximo año. Pero más molesto aún fue la exigencia de referencias comerciales que pudiesen informar sobre mi persona. Abrir la cuenta tardaría varias semanas y me obligaría a dar más detalles sobre mis asuntos personales de los que estoy dispuesto a dar a cualquier banquero. La próxima vez que usted vea una película donde James Bond llega a una isla y deposita dos millones de dólares en efectivo para jugarlos en el casino, no lo crea. Mucho más creíbles son sus aventuras amorosas.

Pero claro está, a los gobiernos europeos les es mucho más fácil presionar a esas islas caribeñas que a Estados Unidos. Todos los evasores de impuestos y lavadores de dinero saben que el mejor sitio donde esconder algo es donde hay mucho de eso mismo. Y los expertos en impuestos saben que el dinero sucio está depositado en los grandes centros financieros, como Nueva York y Londres.

Es posible que los duros ataques europeos al Caribe hayan reducido la evasión y el lavado, pero están costando muchos puestos de trabajo porque clientes potenciales como yo no estamos dispuestos a dar toda la información que ahora sus bancos exigen. Claro que los gerentes de los bancos, con sus títulos universitarios en administración y contabilidad, pueden regresar al trabajo de sus padres, recogiendo bananas, como lo exigen los nuevos imperialistas de la Unión Europea.

Roger Bate es Director del International Policy Network, en Londres.
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