Opinión Internacional

Bin Laden, del caso Irán-Contras a la guerra con EEUU

El fundamentalista saudita Osama bin Laden, que fue entrenado por Estados Unidos, parece ser un ubicuo fantasma y haber tenido incluso participación en la financiación ilegal de las fuerzas que combatieron la revolución sandinista de Nicaragua.

Bin Laden, por cuya captura vivo o muerto Estados Unidos se declara dispuesto a ir a la guerra contra Afganistán, es a juicio de algunos analistas un ejemplo de los riesgosos colaboradores que utiliza la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para lograr sus propósitos.

Adrián Mac Liman, investigador del Centro de Colaboraciones Solidarias, de Madrid y especialista en asuntos de Medio Oriente, cree que Bin Laden, es la «oveja negra de la CIA».

Como también lo fue el general Manuel Noriega, acusado por Washington de narcotraficante y cuyo caso le costó a Panamá la invasión estadounidense de 1989 que provocó cientos de muertes de civiles.

El analista político nicaragüense Oscar René Vargas aseguró al
Nuevo Diario, de Managua, que del escándalo Irán-Contras surge la
vinculación de Bin Laden con la operación para financiar a la
derechista Resistencia Nicaragüense (RN), que desde 1981 hasta
1990 combatió al gobierno sandinista.

El Congreso de Estados Unidos había bloqueado la entrega de
dinero a los «contras», como se conocía a los combatientes de la
RN. Arabia Saudita y Brunei dieron 40 millones de dólares para
financiarlos.

«La relación de Bin Laden con la familia del rey saudí le
permitió trasegar a través de estos países un dinero proveniente
de la venta de armas de la CIA a Irán, hacia la contra
nicaragüense», dijo Vargas.

Bin Laden se había sumado a la lucha contra la ocupación
militar soviética de Afganistán, comenzada en diciembre de 1979.

Estados Unidos dio apoyo material e instrucción militar a la
guerrilla afgana y a los combatientes islámicos procedentes de
Oriente Medio y el norte de Africa que se enfrentaban a los
soviéticos.

Según Washington, los contras nicaragüenses y los mujaidines
(milicianos islámicos) de Afganistán eran «combatientes de la
libertad».

El caso Irán-Contras fue el mayor escándalo político del
gobierno de Ronald Reagan (1981-1989). Implicó el desconocimiento
de la ley que impedía la asistencia financiera a la «contra»
nicaragüense y, especialmente, la venta de armas a Irán, enemigo
declarado de Estados Unidos.

Bin Laden es, para el gobierno de George W.Bush, el principal sospechoso de los atentados del 11 de septiembre contra las torres gemelas de Nueva York y el Pentágono, de Washington, que se cobraron al menos la vida de 5.000 personas.

«Pese a los titubeos iniciales de la administración norteamericana, el Pentágono y la CIA lograron persuadir a los políticos de Washington de la necesidad de enfrentar» a la Unión Soviética a través de los afganos alzados en armas, explicó Mac
Liman.

Pero la resistencia armada y las brigadas internacionales islámicas no eran capaces de coordinar sus acciones, por diferencias ideológicas y viejas pugnas tribales, lo que impedía la creación de un frente común

Según Mac Liman, fue en esas circunstancias que surgió el
aporte de Bin Laden, quien se transformó en intermediario entre la
CIA y el servicio de inteligencia del ejército de Pakistán.

«Bin Laden facilitó la llegada de combatientes y fondos
estadounidenses a la resistencia afgana. Sus contactos con los
servicios secretos de Washington y Riad (Arabia Saudita) lo
convirtieron en el tesorero del operativo Afganistán» aseguró Mac
Liman.

Rafael Poch, analista del diario La Vanguardia, de Barcelona
afirmó el 14 de este mes que »en febrero de 1980, más de 2.000
insurgentes afganos ya eran entrenados en bases pakistaníes como
fruto de esa cooperación.

«La ayuda económica fue escalonada: 30 millones de dólares en
1980, 50 millones en 1981, y 2.800 millones en 1991, cuando los
soviéticos ya se habían ido», afirmó Poch.

El analista citó declaraciones del general Mohamad Yusaf, ex
jefe de operaciones de inteligencia de Pakistán en Afganistán,
quien afirmó que el entonces director de la CIA, Willian Casey,
promovió en 1984 «acciones terroristas en el Asia Central
soviética».

Mac Liman, por su parte, dijo que como consultor de la
Organización de Naciones Unidas conoció a Bin Laden en 1983,
durante las negociaciones multilaterales en Ginebra en procura de
la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán.

Líderes de facciones afganas repetían que «después de los rusos
vendría la democracia, soberanía, autodeterminación». Pero Bin
Laden advirtió que se impondría el Islam. «Después de la derrota
de los rusos edificaremos el nuevo Islam, puro, diáfano,
auténtico», afirmó.

De origen yemenita, Bin Laden es hijo de un empresario de la
industria de la construcción de Arabia Saudita que logró hacer
fortuna.

Se educó en los mejores colegios e institutos del mundo árabe,
y luego ingresó en la empresa de su padre, hasta que la abandonó
para incorporarse a la resistencia en Afganistán.

Cuando Estados Unidos se lanzó a la guerra contra Iraq para
expulsarlo de Kuwait, en 1991, Bin Laden lo condenó. Para él, fue
una guerra de Satán contra el Islam.

En septiembre de 1999, Bin Laden afirmó al diario El País, de
Madrid, que «los infieles» (Estados Unidos) «se pasean por todos
los rincones de la tierra de Mahoma, en la que le fue revelado el
Corán».

«Todo ladrón o criminal que se introduzca en otro país con el
fin de robar debe asumir el riesgo de ser asesinado en cualquier
momento. Los estadounidenses deben esperar reacciones del mundo
musulmán en consonancia con la injusticia que cometen», advirtió.

Mohammad Omar Bakri, portavoz de Bin Laden en Gran Bretaña,
señaló al diario El Mundo, de Madrid, que éste sufrió un cambio
drástico en 1995, con la fatwa (decreto religioso) por la que
convocó a los musulmanes a unirse en un frente para luchar por la
gloria del Islam.

«Su objetivo y el nuestro es el de izar la bandera del Islam
tanto en la infiel Londres como en Sicilia o en Andalucía. Esta
unidad es la obra maestra de Osama y sólo por esto ya se encuentra
en la gloria de Alá», dijo Bakri.

En 1996, Bin Laden creó el Frente Islámico Internacional para
la Jihad (guerra santa) contra Estados Unidos e Israel. El Frente
lanzó, «por la gracia de Dios, una fatwa terminante que ordena a
la nación islámica llevar a cabo la jihad para liberar los lugares
sagrados», declaró Bin Laden a El País.

Según Mac Liman, Bin Laden hace un paralelismo histórico entre
la ocupación de los santos lugares del Islam por los cruzados en
la alta Edad Media y la presencia de tropas estadounidenses en
Arabia Saudita a partir de 1990.

En la década del 90, los mujaidines tomaron parte en las
guerras de Bosnia, Chechenia, Kosovo y Argelia y crearon bases en
Indonesia y Filipinas.

El ex aliado de la CIA rechaza a la Organización para la
Liberación de Palestina (OLP) y a la Autoridad Nacional Palestina,
a las que acusa de simpatizar con «los infieles».

«El que niegue el menor principio de nuestra religión comete el
pecado más grave en el Islam (…) La OLP y la llamada Autoridad
Palestina han dejado las armas, han abandonado lo que denominan
violencia y han intentado la negociación pacífica. ¿Qué les han
dado los judíos? No les han devuelto ni el uno por ciento de sus
derechos», comentó.

«Bin Laden es un engendro de la CIA, como (el ex jefe de
inteligencia peruano) Valdimiro Montesinos y tantos otros
personajes nefastos para la sociedad. Por lo tanto (esa Central)
no está libre de culpa del accionar del terrorista», advirtió
el sociólogo ecuatoriano Alejandro Moreano.

Moreano cree que la guerra del presidente estadounidense George Bush contra Bin Laden enfrenta a dos manifestaciones de la barbarie, y para terminar con ellas es necesario un proceso civilizatorio con la construcción de un mundo más equitativo.

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