Opinión Internacional

¿Bogotá, alcalde o gerente?

EL  huido de los “talleres democráticos, con un argumento poco creíble que huele más a celos que a otra cosa, cuando proponía la candidatura de su “nuevo mejor amigo”, antes había sido Vargas Lleras, tenía como lema que la capital lo que requería era un gerente.

Esa exigencia ni es nueva ni propuestas similares son de imaginación reciente. Los que la han presentado, ya sea como aspiración ciudadana o como requisito para los aspirantes, lo hacen más como mecanismo de “marketing político” que otra cosa.

El burgomaestre de una ciudad es la primera autoridad que precisamente por tener esa calidad se distingue de los demás ciudadanos, porque debe ejercer un liderazgo tal que concite no solamente respeto sino credibilidad de sus gobernados.

En Colombia, por diversas circunstancias que van desde la ineptitud para el puesto hasta el manejo poco digno del cargo, son pocos los que merecen el verdadero calificativo de buenos mandatarios.
Así como los padres de familia deben ejercer como progenitores y no como “amigos” de sus hijos, cuya definición implica otro tipo de relaciones, los burgomaestres deben ejecutar su programa de gobierno como alcaldes y no como cabezas de una empresa comercial.

Eso no obsta para que dada la magnitud del presupuesto y finanzas de una urbe como Bogotá éste y éstas se manejen con un criterio que abarque desde la pulcritud pasando por la eficacia y concluyendo en la eficiencia.

La capital de nuestra Nación debe elegir en un momento como el que vive a alguien que presente programas tales como generación de nuevos empleos que permitan no sólo una estable disminución de la vacancia laboral sino que el continuo egreso de nuestras aulas de una masa juvenil con aspiraciones futurísticas vea satisfechos sus proyectos de mejor vida.

De igual manera, la educación de nuestros jóvenes, que es una verdadera “locomotora” de desarrollo y que en la actualidad, además de ser de mediana calidad presenta problemas permanentes de cupos, tiene que ser un objetivo primario para cualquier aspirante.

Sin duda la combinación de educación y empleo obliga a ser complementada con políticas de favorecimiento a la creación de parques industriales que motiven a empresarios a la conformación de pequeñas y medianas empresas que ante la inatajable globalización y la probable firma de nuevos TLC y el mantenimiento del ATPA permitan que la ciudad sea atractiva para nuevos y mejores mercados donde la competitividad sea motor de crecimiento económico.

La seguridad, venida a menos por diversas circunstancias de orden social, no solamente debe fundamentarse en la represión policiva, si bien es cierto que el número de patrulleros es insuficiente para el número de habitantes que tenemos, sino también en el énfasis en la solidaridad social de los residentes que los haga ser partícipes de una comunidad y vecindario aptos para vivir.

Una mejor planificación de obras de infraestructura, donde los famosos “carruseles” y desayunos donde estos se planifican desaparezcan, tiene que ser uno de los objetivos de nuestro futuro alcalde.
Comillas. Marta Lucía Ramírez, con certeza, es la indicada para desarrollar estas y muchas más ejecutorias

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