Opinión Internacional

Bolivia: continuación

Las circunstancias que hoy vive Bolivia han tomado el giro de una novela por entregas. Y seguirá desarrollándose a ese ritmo hasta que se opere el desenlace que es imposible predecir. La tradicional instabilidad política boliviana, genera crisis cíclicas y éstas tienen sus leyes subterráneas y se van cumpliendo según su propia dinámica. Las dos visiones del mundo opuestas, seguirán buscando imponerse cada una sobre la otra. Si se sigue la tradición, cada una irá encontrando argumentos para hacer subir las apuestas y alargar así el momento en que se deba dirimir el conflicto cuando ya se hayan agotado las posibilidades de forcejeo.

Los bolivianos actúan en política teniendo en mentes ese escenario, de allí que a veces el quehacer político boliviano tome rasgos picaresca o del juego al escondido. Esa forma de actuar muy boliviana, algunos dirían alto-peruana, ha tenido vigencia hasta ahora. No me atrevería a afirmar hoy su continuidad.

Al igual que sucedió en Venezuela tras la elección del teniente-coronel Hugo Chávez que cambió todas las reglas del juego institucional y sumió en la perplejidad al país que lo había elegido, que al darse cuenta del ardid no ha logrado encontrar la fórmula de dejar de ser el ratón ante el gato que se divierte manipulándolo antes de devorarlo. Pese a la división que existe en Bolivia, entre la “media luna” y las regiones del altiplano, quienes tienen la clarividencia de las amenazas que se ciernen sobre el país, no poseen la fuerza para oponérsele. La oposición política concentrada en los partidos de oposición – MNR, Podemos, UN, se ha demostrado titubeante, endeble, perpleja, inoperante. Nada que se no se conozca en Venezuela. Hasta en las flaquezas de la oposición, Bolivia sigue paso a paso el escenario que se ha dado en Venezuela.

El referéndum revocatorio no sólo ratificó a Evo Morales en la presidencia y a García Linera, en la vice-presidencia, pero también fueron ratificados los prefectos de los cuatro departamentos autonomistas, salvo el de Cochabamba, que por cierto fue el único en oponerse al referéndum. Resultado que se puede tomar como un empate, pues de hecho, pese al triunfo de las autonomías, el gobierno salió también ampliamente reforzado. Y pese a haber perdido en la “media luna”, de todas maneras goza de un margen favorable en las regiones autonómicas, incluso en Santa Cruz, el departamento de mayor beligerancia. Sin embargo, el diálogo se impone, puesto que el resultado del referéndum significa que la mayoría le otorga su apoyo al gobierno, pero también a las autonomías. Ya lo declaró el legendario dirigente minero Filemón Escóbar : “El gran error de Evo Morales es el de no haber acaudillado él mismo el movimiento autonómico”. Evo Morales, quien es un producto del autonomismo y de la Ley de Participación Popular decretada por el gobierno de Sánchez de Lozada, derrocado por el movimiento social desencadenado por el propio Morales, al sumarse a la opción ideológica ultra centralizadora del castrismo y puesta en aplicación en Venezuela por Hugo Chávez, escogió el campo del autoritarismo histórico latino-americano, que en Cuba condujo al totalitarismo, y Venezuela va por el mismo camino.

En Bolivia, para que ese diálogo tan deseado y necesario tenga lugar, lo que es el clamor nacional, e internacional, se requiere que las partes en litigio hagan uso de sentido común y demuestren buena fe; para ello es necesario que ambos campos se decidan y estén dispuestos a dar concesiones. El campo de los autonomistas debería darle mayor vigencia a políticas sociales y atenuar sus exigencias de ventajas por derecho. Y el otro campo, el del oficialismo, el que tiene mayores responsabilidades, debería renunciar a su mesianismo, a la etnicización de la política, a sus ansias de poder vitalicio, al delirio de querer borrar la historia y convertirse en el origen de todo, comprometerse a desarrollar una política inclusiva en lugar de exclusiva, a liberarse de la dependencia de los aparatos cubano-venezolanos. Desafortunadamente, si nos atenemos a la experiencia, los métodos del castro-chavismo, no son precisamente los de la buena fe, antes por el contrario, la treta, el ardid, y el engaño caracterizan su conducta. Con un referéndum que le favorece, los consejeros del Caribe lo impulsaran a la “radicalizar el proceso”. Referéndum que por lo demás, fue organizado como un golpe de audacia para salir del pulso en el que estaba sumida la situación. Audacia relativa, porque el aparato electoral montado por técnicos cubano-venezolanos, le tenían asegurado el resultado de antemano. Y más allá del fraude preparado a manera de previsión por la maquinaria electoral montada por los técnicos cubano-venezolanos, otorgando varias cédulas de identidad, o haciendo votar a los muertos (la OEA calcula 3% de fraude, otros hablan de 15%) el gobierno goza de todas las ventajas que le libreto forjado en Venezuela, la distribución cotidiana de prebendas a las municipalidades, y otras instituciones gracias a los cheques venezolanos, -“más fáciles de obtener que desbloquear los fondos del banco de Bolivia”, como lo declarara el propio Evo Morales.

Las promesas de diálogo ofrecidas por Evo Morales se deben tomar como las que ha hecho infinidad de veces Hugo Chávez en momentos de crisis o cuando se ha visto obligados por las circunstancias o por el clamor nacional, como la última trastada; perdió el referéndum el 2 de diciembre, pero asestó las 26 medidas que lo anulan de cuajo.

Ni la comunidad internacional ni el pueblo boliviano comprenderían que el oficialismo no proponga un diálogo, pero aunque lo prometa, Evo Morales se dirigirá imperturbable hacia la meta que se ha propuesto. Si realmente su postura fuera sincera no habría dicho que para el diálogo significaba que “no le interesa saber a qué partido pertenecen los prefectos o alcaldes, lo que me interesa es que ejecuten rápidamente lo decidido por el gobierno nacional”. Y al concluir, utilizó, una vez más, el lema castrista: “Patria o muerte…”

El tema más candente sobre el cual se centrarán las discusiones entre el gobierno central y las autoridades autonómicas, será el de la redistribución de los recursos provenientes de los impuestos de hidrocarburos situados en los departamentos autonomistas que fue lo que desató las actuales tensiones. El gobierno se niega, de plano, a restituir los ingresos fiscales de dichos recursos.

Para el gobierno, quitarle a las autonomías la posibilidad de contar con un presupuesto propio, significa obligarlas a mantener ante el gobierno central una actitud genuflexa, de dependencia, invalidando de hecho el estatus de autonomía. El gobierno por su lado argumenta que los ingresos por impuestos que reclaman las autonomías, ya han sido adjudicados a los ancianos. En cambio las autonomías consideran que el presupuesto del gobierno central quien debe asumir la ayuda a los ancianos.

El proyecto oficialista radica en desarrollar una política hipercentralizada, de economía estatal, detentar el manejo total de los ingresos de los hidrocarburos, al igual que lo hizo Chávez en Venezuela con PDVSA y así disponer de recursos para la realización de su política populista distributiva.

De no superarse las divergencias entre el gobierno y las autonomías, el influyente Ministro de Gobernación, Juan Ramón Quintana, no descarta convocar a un referendo dirimitorio para que el pueblo decida y se pronuncie sobre la reelección presidencial, las atribuciones de los gobiernos departamentales y sobre el límite máximo de la propiedad agraria, entre otros temas.

Es decir, las futuras crisis se dirimirán según el nuevo esquema del castrismo, mediante la instrumentalización del sufragio, abusando de la figura del referéndum, cuyo resultado estará de antemano asegurado valiéndose de una técnica electoral sabiamente montada para ese efecto .

Así, aunque el gobierno pierda popularidad, aunque el pueblo reaccione como en Venezuela al cabo de algún tiempo, la maquinaria electoral se encargará de asegurar la marcha acelerada de la muerte de la democracia. Y si En Venezuela, pese al esfuerzo del gobierno, no ha logrado hacer que se instaure un enfrentamiento racista radical, en Bolivia existen todos los ingredientes para que la polarización se de en términos raciales, por ello no es casual que Hugo Chávez, paralelo al referéndum boliviano, haya lanzado la idea del cambio de nombre al continente y llamarlo América India, presentándolo como una ocurrencia de gran originalidad, ignorando que ya Haya de La Torre en su época había propuesto el nombre de Indo América. Para alguien que se postula como líder continental, una ignorancia de cultura general americana de ese calibre, es deplorable. Desechar el término « latina » por europeo y tomar en su lugar el de « india », término totalmente inventado por equivoco por los europeos, es un prueba más de ignorancia. El hecho es que cuando Cristóbal Colón creyó haber llegado a la India, al bautizar a los habitantes del continente descubierto, – pero que ignoraba que lo estaba descubriendo – de indios, creó el primer equivoco. El segundo fue el de América, que tampoco se ajusta al hecho histórico. Tal vez habría que bautizar de una vez al continente con el nombre de “Equívoco”, que parecería ser lo que mejor lo caracteriza. Por cierto, Estados Unidos que es un país sin nombre, esa ausencia no le ha impedido ser la primera potencia del mundo.

Víctor Hugo Cárdenas, indígena aymara, a quien no se le menciona, sin embargo fue el primer indígena en ocupar un alto cargo en el Estado pues fue vice-presidente de la República durante el primer mandato de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997), fue él quien introdujo en la constitución la noción de “sociedad multicultural”, en una ocasión expresó: “No se puede disociar el desarrollo de la población indígena del desarrollo nacional. Pese a lo que quiere hacernos creer la retórica radical, nuestras poblaciones en su conjunto comprenden que su progreso está ligado al del país y están dispuestos a trabajar en beneficio de ambos”.

Cabe preguntarse por qué Evo Morales no se rodea de personajes sensatos como Víctor Hugo Cárdenas, nacido igual que él en un pueblo pobre del Lago Titicaca, pero que logró superarse y obtener el grado de doctor en lingüística, y dominar varios idiomas, su mujer viste el traje tradicional, y le ha dedicado su vida a la superación de sus hermanos, en lugar de actuar bajo el influjo de “criollos cautivos” ebrios de teorías producidas en otros contextos. Es curioso que quien pretende rehabilitar a los indígenas, lo esté haciendo inspirándose de los peores métodos e ideas que ha dado occidente, que son el racismo, el totalitarismo y la exclusión y se inspire de la figura de Fidel Castro, el representante más rancio de lo imperial hispano, figura que ya había desaparecido, incluso de la propia España, remitiéndose al castrismo a uno de los movimientos más regresivos y conservadores que se han dado en un continente tan dado al rechazo de la modernidad.

Es deplorable que Evo Morales desgaste de manera tan torpe, el capital histórico que tiene entre manos.

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