Opinión Internacional

Bolivia se debate entre augurios de desastre inminente

Son dos las lecturas que permite la reunión «extraordinaria» del ALBA ( Alternativa Bolivariana para las Américas) del miércoles 23 en Caracas. Sorpresiva, convocada por Hugo Chávez, tuvo como invitado estrella al presidente de Bolivia, Evo Morales, como actor de reparto al vice de Cuba, Carlos Lage, y como espectador semimudo al mandatario de Nicaragua, Daniel Ortega, siempre solícito para este tipo de reuniones.

En la superficie, el motivo del urgentísimo llamado al cónclave fue analizar la escasez mundial de alimentos y sus implicancias para América latina. La razón fundamental, en cambio, y que Chávez informó por los micrófonos, fue solidarizarse con la república hermana de Bolivia, «a punto de estallar», definió Chávez.

Por culpa del imperio, obvio. Justamente desde el imperio (de una presentación ante el Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas de Naciones Unidas) provenía el boliviano Morales para reunirse en la medianoche del martes con Chávez y Lage, quien ya esperaba en el Palacio de Miraflores. Celebrado a la hora de las brujas, en ese «meeting» tripartito Cuba y Venezuela le diseñaron a Evo y a Bolivia un plan de acción alternativo frente a la presión del referendo del 4 de mayo, cuando el departamento de Santa Cruz votará por un estatuto autónomo.

No es casual que estos dos países hayan decidido « blanquear» su ayuda al gobierno de La Paz. El domingo 20, el triunfo de Fernando Lugo en las elecciones de Paraguay marcó un cambio en el mapa político del Cono Sur.

Mientras que el presidente boliviano saludaba al recién electo paraguayo con un «Bienvenido al eje del mal», en Cuba, Fidel Castro retomaba la escena. Y escribía lo que sería una nueva bajada de línea para el hasta ese momento aletargado socialismo del siglo XXI. «Los pueblos de América latina están a punto de presenciar otra tragedia: Bolivia.»

Chávez, un hijo putativo de Fidel -no así de su hermano Raúl- tomó al pie de la letra la indicación y el martes proclamó que si el imperio golpea a Bolivia será «golpear el corazón geopolítico de Sudamérica». Lo dijo en un contexto particular, no exento de simbología: durante la reunión de la V Comisión Mixta Venezuela-Irán. En presencia de una importante delegación del gobierno de Teherán, y frente a un retrato de Lenin (compañía para el de Bolívar, que Chávez siempre tiene a sus espaldas), de quien ese día se cumplía un nuevo aniversario de su muerte.

El miércoles, como en todo discurso de Hugo Chávez, no faltó la amenaza. «Estoy seguro de que si Bolivia fuese desestabilizada y ocurriese lo que Fidel llama una tragedia, no habrá más gas para Brasil, ni para la Argentina, ni para Chile», dijo. Con el gas retenido -con ayuda de Caracas- «habrá crisis energética y económica en el Cono Sur», vaticinó. Como si necesitáramos que nos advirtiera de lo que ya está ocurriendo.

Opositores al chavismo, como el periodista Nelson Bocaranda, opinan que más allá de las directivas aportadas por Venezuela y Cuba, el gobierno de Morales no pasa del 4 de mayo. Y que Evo buscará exilio y protección personal bajo la égida de Miraflores. Bocaranda fundamenta su presunción en que ya habría vuelos especiales para repatriar a familiares de venezolanos y cubanos que trabajan en Bolivia.

En cambio, la oposición en Bolivia interpreta que Evo, por indicación del vicepresidente Alvaro García Linera, fue a Caracas porque se le quemaron los papeles, agotadas -como están- las instancias mediadoras de la Iglesia Católica, la Unión Europea, la de las cancillerías de la Argentina, Brasil y Colombia, la intervención de Dante Caputo y el viaje a la ONU del mismo Morales esta semana. Para el ex presidente de Bolivia Jorge Quiroga, «el viaje de Evo fue para organizar grupos de choque contra los cruceños». Oscar Ortiz, presidente del Senado, opina que Morales, «en vez de dialogar con los bolivianos, se va a recibir instrucciones de Chávez». Con matices, todos están de acuerdo que, de seguir, Evo Morales no va a hacerlo solo, sino con la ayuda, ahora explícita, de Venezuela y de Cuba.

Preocupa, sobre todo, un faltante. Los cientos de fusiles que se esfumaron en los últimos meses de un arsenal militar del Chapare, la zona cocalera de donde proviene Evo Morales.

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