Opinión Internacional

Cachorro del Imperio

Esta es una expresión común, en sectores de la izquierda latinoamericana, que estuvo muy de moda en el siglo pasado y servía, de manera fácil y expedita, para descalificar y desacreditar a los adversarios políticos. A la inversa, la derecha hacía lo mismo con la palabra “comunista”, para señalar, descalificar y, naturalmente, perseguir y hasta matar a sus enemigos políticos e ideológicos. Era un lenguaje propio de la “guerra fría” y que hoy resulta evidentemente anacrónico, pero se sigue utilizando por ciertos personajes de la vida política atrapados en los sótanos de la historia.

Estados Unidos, es un imperio y practica hacia nosotros un imperialismo sin concesiones y sin descanso, y, sin lugar a dudas, en nuestros gobiernos y “elites” hay muchos que, objetiva o subjetivamente, son aliados o simpatizantes del imperio. Pero también es cierto que hay otros imperios, y todos son imperialistas, valga la redundancia. Lo es Rusia y lo es China, entre otros. Y entre nosotros, sin lugar a dudas, Brasil es un imperialismo emergente, con vocación y fuerza imperial que no oculta ni disimula y que, de manera inteligente y “pacífica”, se ha ido apoderando del subcontinente Latinoamericano, a través de la economía, que es la manera más eficaz del imperialismo moderno. Brasil, fronterizo, con casi todos los países, es la presencia económica dominante en Uruguay, Paraguay, Bolivia y Guyana, y tiene figura importante, en la economía de Argentina y Perú; y, en los últimos años, gracias a nuestro presidente, en Venezuela, tanto en el sur del país, como en proyectos estratégicos vitales para los intereses nacionales.

La relación comercial con Brasil es 5 a 1 a favor de Brasil y con tendencias a crecer, acentuando este desequilibrio en todos los órdenes del intercambio. Es un viejo principio de la geopolítica que los países no tienen amigos sino intereses, y los brasileños lo saben muy bien y su diplomacia actúa en función de ello. Lamentablemente, nosotros tendemos a actuar de manera espontánea e improvisada, tanto en los anteriores gobiernos como en el actual. El presidente se rasga las vestiduras por el incidente colombo–ecuatoriano; pero avala la represión china contra el pueblo tibetano, invadido y sojuzgado por el imperialismo chino desde 1949, como si ingenuamente se pudiera pensar que hay un imperialismo bueno y un imperialismo malo.

En materia de principios se es o no se es anti-imperialista, y es que en ninguna época de la historia ha existido un imperialismo benevolente. Para los países y pueblos pequeños del mundo, como el nuestro, todo imperialismo es amenazante y peligroso. De allí que en este momento, con toda propiedad, podemos hablar, con respecto a Venezuela y América Latina, de un imperialismo Norteamericano y un Sub Imperialismo Brasileño.

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