Opinión Internacional

Chávez y su camino a Damasco

(%=Image(4924832,»L»)%)Las renovadas denuncias que vinculan al régimen bolivariano con las FARC, Hezbolá, ETA y otros grupos terroristas, han generado un cúmulo de evidencias que servirán a EE UU para promover un juicio penal internacional o iniciar un proceso como el que condujo a la ONU a sancionar y a aislar a Siria.

En la medida en que disminuyen los suministros de petróleo de Venezuela a EE UU por «inspiración revolucionaria», las diferencias son rápidamente compensadas con una creciente producción en Irak y por otros suplidores. Con esta confusa visión de la geopolítica el presidente Chávez está soltando las amarras de la única excusa que ha evitado que EE UU presione aun más por sanciones económicas o por un juicio penal internacional. Mientras menor sea la necesidad de EE UU de petróleo venezolano, mayor será la tentación de esta potencia para sofocar el aire que respira el presidente Chávez, alentada ahora por la creciente movilización internacional, «Juzgar a Chávez», que se originó en Miami.

Esta errática diplomacia bolivariana ha creado condiciones semejantes a las que predominaban en el Medio Oriente cuando EE UU decidió y promovió ante la ONU sanciones contra Siria, copatrocinador con Irán de grupos terroristas. El efecto fue devastador. Sustituir a EE UU, UE y parte de Asia con Irán fue un pésimo negocio.

Bashar al-Assad, presidente de Siria, con una producción petrolera que dejó de ser relevante y una capacidad bélica limitada, aspira actualmente a sobrevivir, conservar alguna influencia geopolítica y recuperar los Altos del Golán a través de sus recientes conversaciones de paz con Israel. El apoyo a Hezbolá ha sido un costo muy alto que Assad parece querer revertir.

El Tesoro acusa

La denuncia de la supuesta asociación bolivariana con Hezbolá, que surge curiosamente del Tesoro de EE UU (Office of Foreign Assets Control) fue un golpe inesperado. La respuesta de Maduro, en el sentido de exhortar a EE UU a buscar a los «terroristas en la Casa Blanca», no sólo es tonta y poco convincente, sino que es parte de esa infantil diplomacia que hace presumir lo peor. Estas asociaciones han sido una constante en los años de esta revolución.

Lo política más consistente de toda la acción revolucionaria que se inicia con los rumores de financiamiento de la campaña electoral de 1998 por parte de Libia, contactos con las FARC y la famosa carta que el presidente dirige al Chacal en su prisión de Francia. También se ha hablado de la presencia de Hezbolá en Margarita y su influencia en la tribu Wayúu. En 2002, tres miembros del IRA, grupo terrorista irlandés, fueron arrestados en Colombia y se cree que ingresaron desde Cuba por Venezuela. Contemporáneamente se anunció en Brasil una visita del líder de Hamas a Caracas pero se canceló.

Los vínculos bolivarianos con le ETA son una preocupación constante en España. La ruta aérea Caracas- Damasco-Teherán fundamentada en un dudoso turismo, siempre ha despertado sospechas en los aparatos de seguridad de la región. Después de la alianza con Irán era fácil anticipar que el siguiente paso de Chávez sería el camino a Damasco y la conexión con el Líbano donde se exhiben pancartas con la imagen del presidente Chávez al lado del jefe de Hezbolá, Hassan Nasralah.

Dos egos

En la ocasión del primer encuentro del presidente Chávez con Bashar al-Assad, en agosto de 2006 titulamos esta columna: La alianza Irán, Siria, Hezbolá y Venezuela. La visita a Damasco y el encuentro con Assad, despertó un furor incontrolable en el líder bolivariano que, sin el menor rubor anunció: «Siria y yo construiremos un nuevo mundo». «Los pueblos del mundo deben saber que yo voy a cavar la tumba del imperialismo». El año pasado una incursión aérea israelita en Deir as Zour, donde Siria iniciaba un desarrollo de armas nucleares, fue destruido. Un silencio humillante fue la única respuesta de Siria.

Desde entonces las ambiciones planetarias de Assad y Chávez se han morigerado. El sirio se transa actualmente con Israel en conversaciones de paz y el venezolano con Colombia como la mejor manera de evitar que se caven tumbas y no precisamente del imperialismo.

Los regímenes de Siria y Venezuela no comparten ideología alguna con los países de sus respectivas regiones, ni respaldan la unidad árabe. Venezuela y Siria se casaron con Irán por conveniencia. No son parte del fundamentalismo islámico. El gobierno de Venezuela es probablemente el único de Occidente que es mal visto por árabes y judíos.

Siria y Venezuela, productores de petróleo en decadencia, aunque a diferente ritmo y nivel, son proveedores de EE UU. Ambos son autodeclarados enemigos de esta potencia pero mantienen relaciones diplomáticas con ella a pesar del bloqueo económico y las sanciones de la ONU al primero. Imad Moustapha de Siria y Bernardo Álvarez de Venezuela, son los embajadores más aislados de la comunidad diplomática de Washington. Pasan la mayor parte de su tiempo viendo transcurrir las tranquilas aguas del Potomac.

Las conversaciones de paz entre Siria e Israel podrían dejar al presidente Chávez atascado en el camino a Damasco a menos que, como a San Pablo, una revelación divina lo convenza que, como las FARC, también el Hezbolá esta «fuera de orden». Nada extraño, considerando su razonable y no disimulado temor de verse obligado a residir en La Haya en un futuro… ¿cercano?

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