Opinión Internacional

China, 15 años después de la masacre de Tiananmen

(%=Image(2932128,»L»)%)Washington (AIPE)- Se cumplen 15 años de la trágica muerte en China de aquellos que exigían libertad y democracia en junio de 1989, en la plaza de Tiananmen y 25 años desde que Deng Xiaoping inició las reformas económicas en 1979. China es hoy una de las economías más abiertas del mundo, donde las importaciones y exportaciones alcanzan casi 62% del PIB. Pero muy poco se ha avanzado en limitar el poder del Partido Comunista Chino (PCC) sobre los derechos humanos.

La libertad de expresión y de reunión está garantizada por la constitución china, pero no tiene apoyo legal. El PCC sigue usando su monopolio del poder para enriquecer a sus líderes a expensas del pueblo. Puede que apresen a uno que otro funcionario de bajo nivel, pero es muy raro que un alto oficial del partido sea expulsado o penalizado por corrupción. Los líderes políticos locales imponen impuestos arbitrarios a los agricultores, confiscan sus tierras sin justa compensación y los urbanizadores de áreas urbanas utilizan sus conexiones políticas para despojar de su propiedad a gente que no tiene protección legal.

China ha normalizado las relaciones comerciales, mientras que el avance en la normalización de las libertades individuales es pésimo. Esto impedirá que China alcance su potencial porque a menos que la gente sea libre en tratar de alcanzar sus sueños y en ejercer sus derechos naturales a la libertad y a la propiedad, no puede desarrollarse plenamente.

Las recientes enmiendas a la constitución china, aprobadas en marzo por el Congreso, suenan muy bien pero está ausente el mecanismo para hacerlas valer. No hay autonomía judicial ni existe una comisión del congreso para salvaguardar a las personas y a la propiedad.

El artículo 13 de la constitución ahora establece que “la propiedad legal de los ciudadanos no será violada” y el artículo 33 que “el estado respeta y protege los derechos humanos”. Esas dos enmiendas indican la creciente importancia del sector privado para el desarrollo futuro de China, pero no es probable que el PCC debilite su poder respetando los derechos de propiedad. La esencia misma del Partido Comunista es negarle a los demás lo que reclama para sí y sólo la propiedad estatal es considerada “sagrada”.

La realidad es que la desigualdad del poder y no la igualdad de derechos es la norma del PCC. En la República del Pueblo, algunos son más iguales que otros. Aquellos que pertenecen al Politburó son más iguales que los funcionarios locales y los miembros del partido son más iguales que los ciudadanos comunes.

La relación entre el individuo y el estado está invertida. Como lo indica el reformador constitucional Cao Siyuan, el ciudadano debe ser el amo y el estado el sirviente, pero la realidad es lo opuesto. Y los que traten de enderezar el sistema serán duramente reprimidos, como sucedió con los valientes líderes democráticos y con el ex Secretario General del Partido Comunista, Zhao Ziyang, quien sigue bajo arresto domiciliario por sólo haber sugerido dialogar con quienes protestaban en la plaza Tiananmen.

Según el profesor Li Shuguang de la Universidad y Política y Derecho, el código civil chino refleja la pérdida de libertad que resultó de la economía planificada.

No hay duda que la liberalización económica ha agrietado el poder estatal. Los individuos gozan de más espacio y está surgiendo una sociedad civil que se desarrolla fuera de la sociedad política. Y la política no domina la vida cotidiana, como era el caso durante la Revolución Cultural.

Las empresas del estado aportan ahora sólo 20% de la producción industrial y emplean a muchos menos trabajadores que antes. Los individuos pueden ser dueños de sus viviendas, viajar fuera de China, usar la Internet, trabajar en el sector privado y hablar con más libertad. Pero todas esas libertades están restringidas; el estado sigue controlando los medios de comunicación, limitando las opciones de inversión y prohibiendo la amplia privatización de los activos estatales.

Pero si China quiere ser miembro de las grandes ligas financieras del mundo tendrá seguramente que abrir el mercado de capitales y permitir la libertad de prensa. Las fuerzas de la globalización y de los mercados financieros globales pueden ser el camino a la libertad en China. El PCC se volverá obsoleto y las reformas surgirán de abajo hacia arriba. Entonces el estado jugará su papel legítimo de proteger los derechos humanos fundamentales y reconocer la propiedad como fundamento de la libertad. Esa es la aspiración de los liberales chinos y lo que todos los chinos se merecen.

(*): Vicepresidente académico del Cato Institute.

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