Opinión Internacional

Corea en un mar de tensión

Históricamente Corea del Norte y Corea del Sur, han permanecido cada una de ellas en lados distintos de la cera, no solo por la división geográfica de la Península Coreana, sino además por sostener perfiles económicos, políticos, sociales y pare usted de contar, totalmente diferentes. Con precedentes tan cruentos como la guerra de Corea escenificada entre 1950 y 1953 que definirían a la larga la figura emblemática del  paralelo 38, así como una serie de acciones y amenazas durante todo este tiempo, que plasman hasta la actualidad la poco posible oportunidad de concebir un estado de paz concreto entre estas 2 naciones.

El último episodio de esta confrontación de vieja data, se presento, ya que Corea del Sur responsabiliza a Corea del Norte del hundimiento el pasado mes de marzo de la corbeta «Cheonan», incidente en el que murieron 46 de sus tripulantes, Lo cual recrudeció las tensiones cuando un comité de expertos internacionales señaló que el barco fue hundido por un torpedo de procedencia norcoreana. Poco después, el presidente surcoreano, Lee Myung-bak, anunció la suspensión de los flujos comerciales con Corea del Norte. La respuesta no se hizo esperar, además fue bastante enérgica, y no descartó la guerra si Corea del Sur le impone nuevas sanciones.

Sin embargo, hoy por hoy, las posibilidades de dar curso al conflicto ya no son de supremo interés, como si lo fueron en algún momento en plena guerra fría. Los aliados potenciales de cada una de las partes no parecen estar llamados a ingresar en un enfrentamiento que sin duda alguna no generara beneficios de ningún tipo, quizá porque han entendido que existen otras prioridades en las cuales pueden ser más útiles y productivos, tal es el caso de China. La cual propone que evitar un conflicto entre las dos Coreas a causa del hundimiento de un buque militar es una tarea urgente, según ha dicho el primer ministro de China, Wen Jiabao, en otro indicio de que Beijing se apresta a involucrarse más en la crisis pese a no apoyar aún una posible acción en la ONU contra Corea del Norte, (El apoyo de China sería clave porque tiene poder de veto en el Consejo como miembro permanente) No obstante, Wen empleó el tomo más enérgico usado por China hasta ahora para describir la grave situación entre su aliado Norcorea y Sudcorea, un importante socio comercial.

Paralelamente los Estados Unidos, han manifestado su rechazo a las acciones Norcoreanas, pero continúan apostando por la intermediación de la ONU y de su poder sancionatorio, dejando de lado hasta el momento la intención de una incursión militar, que produciría una fuerte crisis sumamente difícil de sobrepasar por todos los actores y terceros afectados. Estados Unidos busca fomentar presión internacional sobre Corea del Norte, acusándola de amenazar la estabilidad en Asia, por medio de una «estrategia diplomática». La secretaria de Estado Hillary Clinton, que acaba de volver de una gira por Asia, «se esfuerza por obtener declaraciones de la Asean, del G8, del G20 y de otras organizaciones internacionales» que comprometan a Corea del Norte, Se trata de que «la presión diplomática sea la más fuerte posible» para obligar al régimen norcoreano a «cambiar de actitud». Ella misma señalaba, por cierto en relación al rol de China: «Creo que los chinos comprenden la gravedad de esta cuestión y están dispuestos a escuchar las preocupaciones manifestadas por Corea del Sur y Estados Unidos”. Siguiendo el mismo objetivo de precisión sobre el gigante asiático, El secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, dijo en una conferencia de seguridad en Singapur que era “responsabilidad colectiva” de los estados asiáticos encarar las “provocaciones” norcoreanas, aumentando la presión sobre una renuente China para que reprenda a su aliado.

Todavía muchos coreanos del sur ven al retiro gradual de las fuerzas norteamericanas en su país como una condición previa para completar su maduración política y alcanzar la unificación. No se trata de una cuestión fácil de resolver, puesto que la amenaza nuclear de Corea del Norte parece requerir una fuerte presencia militar “disuasiva” en la región, que el gobierno de los Estados Unidos se siente obligado a proveer. Desde la guerra que dividió infaustamente a su país, la parte del pueblo coreano que goza de libertad ha trabajado con esfuerzo en reconstruir su nación con empeño y dedicación encomiables, buscando rescatar sus antiguas tradiciones y valores aunándolos con los beneficios del progreso cultural y económico.

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