Opinión Internacional

Crimea o la ridiculez de la guerra

Sí es cierto -y esto provoca grandes confusiones- que precisamente los menos violentos –los mejores, los más justos- son los que suelen ganar las batallas. Pero la verdad final es que el conflicto pudo haberse resuelto, con superiores resultados, aplicando todo lo contrario a una acción militar: más libertad y, su sinónimo, la paz.

Ni siquiera la hollywoodense Segunda Guerra Mundial (SGM) consiguió su objetivo de «terminar con la tiranía». Por el contrario, luego de más de 60 millones de muertos y un elevadísimo costo en destrucción del mercado y cercenamiento de libertades, sustituyó a un tirano, Hitler, por otro, Stalin, que desparramó globalmente el marxismo y la guerra fría. Otro sería el mundo hoy, probablemente sin Cuba y sin muchos populismos al estilo chavista, de no haber ocurrido la SGM. Y la sangrienta –y no electa- tiranía soviética luego cayó por la vía pacífica, demostrando que el nazismo, mucho menos poderoso que la URSS, hubiera acabado pacíficamente y más rápidamente.

Más aún, solo los preparativos para una guerra son negativos. A raíz de lo de Crimea, solo el lunes 3 de marzo, la Bolsa rusa cayó 12%, con grandes empresas como Gazprom, Sberbank y VTB que perdieron entre 15% y 18%. El rublo bajó a mínimos históricos frente al dólar y el euro, y el Banco de Rusia decidió elevar en 150 puntos básicos la tasa de interés de referencia, que pasó al 7% desde el 5,5%. En Europa Occidental, la bolsa de Fráncfort retrocedió 3,4%, y la de Milán y París cayeron 3,3% y 2,6%. Los rusos se volcaron al dólar y al euro agotando las reservas luego de hacer colas para conseguir pocos cientos. Así, la intervención del regulador marcó otro récord por la cantidad de divisas volcadas al mercado para evitar la caída del rublo. La prensa especializada criticó duramente la decisión de ocupar militarmente Crimea.

La Casa Blanca está liderando el intento de aislar económica y políticamente a Rusia y ya anunció la prohibición de visados a altos funcionarios rusos y ucranios involucrados en la violación de la soberanía de Ucrania y la adopción de una orden que sienta las bases para imponer sanciones individuales a particulares y empresas. El ministro de Asuntos Exteriores ruso advirtió que las sanciones «no son constructivas y solo ayudan a aumentar la tensión», mientras en el Kremlin están pensando en hasta confiscar los bienes, activos y cuentas de las compañías europeas y estadounidenses.

Esto me recuerda a Cuba que, sin dudas, hoy no sería la dictadura férrea y aislada que es de no ser por las sanciones promovidas por EEUU, que aíslan al pueblo cubano y lo encierran en su laberinto. Por el contrario, si Occidente quiere salvar a Ucrania debe levantar de modo unilateral toda restricción al movimiento de personas, bienes, capitales y servicios desde y hacia este país logrando una fuerte integración que terminará por «ganar la guerra» de modo pacífico. Será la Europa que para muchos jóvenes ucranios es la imagen de un futuro que quisieran para sí y sus hijos. Y una Ucrania libre, sin dudas, impulsará a que Rusia avance por la misma senda.

 

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