Opinión Internacional

Cuba: Perfiles del Poder

Recién termine de leer un magnífico libro del periodista cubano en el exilio Pedro Corzo Eves, titulado “Cuba: Perfiles del Poder, Ediciones Memorias, 2007, en el cual su autor delínea con testimonios y una exhaustiva investigación histórica los perfiles de los cinco personajes claves del régimen castrista: Camilo Cienfuegos, Ernesto Guevara, Ramiro Valdés, Raúl y Fidel Castro.

Pedro Corzo, quien ha sido y es un luchador incansable a favor de la democracia y del sistema de libertades en su Cuba natal, es un prolijo escritor de la historiografía cubana de los últimos cincuenta años, actualmente dirige el Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo, con sede en Miami-muy pronto a cumplir diez años de fundado-, cuya principal misión consiste en rescatar la Historia de Cuba y dar a conocer a cubanos y extranjeros el denodado esfuerzo que un amplio sector del pueblo cubano ha protagonizado durante las cinco últimas décadas en contra de una forma de gobierno que niega los más elementales derechos humanos y que atenta contra la dignidad del hombre.

El prologo es de la conocida periodista Elizabeth Burgos, según ella el libro de Pedro Corzo “no se trata de un libro mas, de los tantos que ya se han publicado sobre Cuba. Este tiene el interés de hurgar en la intimidad de la historia, cada capítulo está dedicado a delinear el perfil de los personajes que más han marcado el periodo castrista. La misma constituye una obra de divulgación que ayudara a conocer las entrañas del proceso, único en su historia, por su duración y por el hecho de que siempre ha sido el mismo equipo quien ha gobernado desde hace ya 50 anos. Y ese equipo aparece aquí develado en la intimidad de su pasión por el poder, pasión que tantos sufrimientos ha significado para millones de cubanos”.

El autor desarrolla su interesantísima investigación histórica en 15 capítulos. Dedica su primer perfil a Camilo Cienfuegos, el mas efímero comandante de del proceso revolucionario, desaparecido de manera nunca aclarada en octubre de 1959 en un vuelo entre las ciudades de Camagüey y La Habana.

Según Pedro Corzo, existen indicios que hacen presumir que el dictador cubano fue quien ordeno la desaparición ( asesinato) de uno de sus lugartenientes, el sustituido Jefe del Estado Mayor del Ejército, Camilo Cienfuegos Gorriaran; además, el comandante Cienfuegos se convirtió en poco tiempo en un líder, que al decir de muchos tenia tanto arraigo popular como Fidel Castro, lo mismo en las unidades del ejército revolucionario como en el pueblo cubano cuando triunfa la insurrección, motivo suficiente para algunos, para que desapareciera oportunamente.

Otro aspecto que se debate sobre este comandante rebelde, es si era o no comunista. Otros testigos que cita el autor en su obra aseguran que Cienfuegos se sumo al proceso evolucionario de pura casualidad.

Asegura el autor que Camilo Cienfuegos, un hombre de fuerte arraigo popular, fue uno de los mitos de proceso revolucionario, su temprana muerte le distancia de los muchos crímenes cometidos por el régimen totalitario, sin embargo, hay quienes afirman que su afabilidad encubría un hombre duro, parecido en alguna medida a los dirigentes que lo sobrevivieron.

El segundo gran mito de la revolución castrista es Ernesto “Che” Guevara. Pedro Corzo analiza objetivamente este otro perfil de su obra y reflexiona así: “no comprendemos como en un periodo histórico en el que la violencia se ha convertido en algo más que detestable existan pacifistas que elaboran apologías de Ernesto Guevara, un individuo que independientemente de doctrinas e ideologías fue uno de los teóricos mas consecuentes que tuvo la violencia como practica política, en una de las etapas más convulsas de nuestra América en el pasado siglo XX”.

Su identificación con una de las personalidades más despiadadas de la historia moderna, la hace notar en una carta citada por Corzo en su libro, que dirige desde Costa Rica a su tía Beatriz el 10 de diciembre de 1953: “En El Paso tuve la oportunidad de pasar por los dominios de la United Fruit convenciéndome una vez más de lo terrible que son esos pulpos capitalistas. He jurado ante la estampa del viejo y llorado camarada Stalin, no descansar hasta ver aniquilados esto pulpos capitalistas”.

Pedro Corzo cita esta otra carta de Guevara a su madre, el 15 de julio de 1956 desde una prisión mejicana: “No soy Cristo ni un filántropo, soy todo lo contrario de Cristo. Lucho por las cosas en las que creo con todas las armas de que dispongo y trato de dejar muerto al otro para que no me claven en ninguna cruz o en ninguna otra cosa”.

El autor resalta esta gran verdad, “asi pensaba y escribía el individuo que algunos pretenden presentar como un ser justiciero y de profundo espíritu cristiano”.

Según el autor, durante mucho tiempo las posibles desavenencias entre Fidel Castro y Ernesto Guevara han sido tema de interés y es de creer, en virtud de las profundas diferencias de carácter de ambos personajes, que en más de una ocasión, y principalmente después de 1965, los encuentros entre los dos debieron ser extremadamente críticos. Es posible que esta reflexión de Pedro Corzo de repuesta a la pregunta que el mismo se hace en su libro: ¿Abandono Castro al Che Guevara?

Por otra parte, el ex comandante de la revolución e historiador Jose Duarte Oropesa citado por el autor en sus perfiles, ha afirmado en su obra Historiología Cubana que “lo de Guevara en Bolivia fue una especie de inmolación para vengarse de Fidel Castro, por la manera en que este conducía el proceso revolucionario en la isla.

El tercer personaje que Pedro Corzo escudriña sin desperdicio en su excelente obra es Ramiro Valdés Daussa, quizás el menos conocido de los cinco; no obstante, el autor resalta que “cuando se estudien la personalidades de la Revolución Cubana, Ramiro Valdés ocupara un lugar destacado entre las diez primeras figuras de un proceso cruento y doloroso que ha marcado indeleblemente a la nación cubana.

Este siniestro personaje, antes de la experiencia de la Sierra Maestra, participo con los Castro en el asalto al cuartel Moncada y en la expedición del yate Granma y como contaba con la absoluta confianza de Fidel Castro, fue el que organizo los servicios de inteligencia en la Sierra Maestra (Ramón Barquín: “Las luchas guerrilleras en Cuba”).

El ex comandante rebelde Jaime Costa, quien fuera amigo de la infancia de Ramiro Valdés, refiere en su libro “El Clarín toca al amanecer” que Valdés, al igual que Raul Castro y otros dirigentes de la revolución, estuvieron involucrados en la muerte de Camilo Cienfuegos y que Valdés asistía al Che Guevara en algunos fusilamientos que se produjeron en La Cabaña.

Valdés, por dos veces Ministro del Interior, es símbolo de la represión y de los periodos más oscuros de la revolución cubana. Ramiro Valdés, por encima de todas las cosas ha demostrado ser fiel a Fidel Castro y al proyecto que este representa.

Siguiendo el orden del libro, el tercer perfil de la revolución cubana es Raul Castro. Pedro Corzo describe el perfil del hermano de Fidel Castro en tres facetas: el guerrillero, entre la Fiscalía y el Narcotráfico y como Preservador de la Fe.

Sobre la personalidad y ejecutorias se este personaje singular de la revolución cubana existen muchas contradicciones. Pedro Corzo las desarrolla con base a testimonios de personas que lo conocen y estuvieron a su lado en un momento del proceso revolucionario. Según Jose Pardo Llada, periodista radial cubano y uno de los más reputados líderes del partido Ortodoxo, describe a Raul Castro como un individuo silencioso, osco y con aire de desconfiar de todo. Otros comentan que es compasivo y familiar, un tipo tan sensible que hasta lloro cuando condeno a muerte a un compañero de armas.

Según Pedro Corzo, muchos apuntan a calificar a Raul Castro de ser un gran organizador, otros lo describen como un individuo que pese a tener un sentido evidente de familia, de ser simpatico y bonachon, ejecuto decenas de personas antes del triunfo de la insurrección y después del primero de enero de 1959.

Según resultados parciales de investigaciones realizadas por el Dr. Armando Lago, autor del manuscrito “El Costo Humano de la Revolución Social” y Vicepresidente del Proyecto Archivo Cuba, Raul Castro es responsable de 550 ejecuciones solamente en 1959, año de la toma de poder por parte de los hermanos Castro. En Santiago de Cuba, durante los primeros días de enero, ordeno la ejecución de 278 partidarios del gobierno de Fulgencio Batista y de miembros de la Fuerza Armada de la Republica.

En la segunda faceta sobre el perfil de Raul Castro, el autor cita que Raul Castro ha sido una especie de fiscal especial, un acusador con capacidad de sancionar sin considerar a quien encarcelaba o asesinaba y un ejemplo de esto fue Joaquín Ordoqui, a quien Raul llamaba padre y termino su vida en una prisión cubana, después de ser acusado de agente de la CIA. (Carlos Franqui, “Cuba, la Revolución: Mito o Realidad”). En fin, en la Mitología hasta hoy escrita de la revolución cubana, Raul Castro es el depredador y Fidel Castro el benefactor.

Según Pedro Corzo, Raul Castro ha estado estrechamente vinculado al narcotráfico. Muchos son los testimonios y pruebas al respecto. Según un artículo del Miami Herald, Raul Castro se reunió con narcotraficantes colombianos en 1980 y les autorizo a usar puertos cubanos en su trasiego de drogas a Estados Unidos a cambio de que le facilitaran armas y municiones a las guerrillas del M-19.

Corzo concluye la faceta de este personaje, señalando que “evidentemente Raul Castro no ha cesado de cumplir uno de sus roles, el de cancerbero del totalitarismo cubano. Ha sido leal a Fidel y al proyecto. En cierta medida ha sido el preservador del dogma comunista y por eso es el principal promotor del partido y en todas las formas es el hombre del cuartel porque no tiene dudas de que sus esbirros siempre están prestos para aplastar a los descontentos”.

Finalmente cierra sus perfiles con el hombre fundamental de la revolución comunista cubana: Fidel Castro. Comienza afirmando que “el Fidel Castro de los últimos cincuenta años no guarda semejanzas con el hombre, que pistola al cinto, trato de imponer su voluntad en la Universidad de La Habana”.

Por otra parte, dice que “el Fidel Castro de aquellos años, a pesar de su participación en los grupos gangsteriles de la universidad, de los asesinatos en que participo y de su inclinación al caudillismo, no permitía imaginar que en algún momento de su vida iba a dirigir los destinos de Cuba de forma absoluta, y menos aun, que se convertiría en un factor importante de la política internacional por medio siglo”.

Según Corzo, Fidel Castro estuvo siempre asociado a la violencia. El Castro de los cuarenta y del ataque al cuartel Moncada, era audaz, temerario y con una especial capacidad para medir los riesgos, condición que le permitía jugar al héroe sin el peligro de convertirse en mártir.

Pedro Corzo desarrolla el perfil de Fidel Castro en cinco facetas: Pistolas y Frustraciones, del Moncada al Granma, la Falsa Epopeya, entre el Miedo y la Esperanza y el Faraón, facetas que el lector deberá leer y apreciar en la dimensión de su profundidad y alcance.

Como ocurre siempre cuando emergen este mesías providencial que obnubilan a la mayoría y no miran sus defectos e intenciones, Corzo dice que el pueblo cubano no conocía a Castro, ignoraba sus muchos defectos y solo veían a un líder carismático, audaz y talentoso que había dirigido una exitosa insurrección contra la dictadura. El pueblo fue confundido y manipulado con la complicidad de algunos que conocían su verdadero carácter moral y la dimensión de sus ambiciones.

Fidel Castro, según el autor, supo interpretar a plenitud los defectos de carácter del pueblo cubano, sintetizo en su persona sueños y promesas, con lenguaje popular, costumbre de vecino humilde, promesas infinitas y un tuteo personal que le hacía fieles seguidores, fue tendiendo una red donde los incautos cayeron voluntariamente y los rebeldes fueron atrapados sin piedad. Se creó un mito de invencibilidad, omnipresencia y omnisciencia, era Dios, un Dios laico que lleno el vacio de un amplio sector del país.

Fidel Castro asumía la Trinidad de la nueva verdad, sintetizaba en una sola persona al nuevo Dios, a la Nación y a la revolución.

A manera de conclusión, Pedro Corzo Eves dedica el último capítulo de su libro a desarrollar la herencia del largo y doloroso proceso totalitario de los hermanos Castro.

Comenta como un país pequeño como Cuba, con escasos recursos y gracias al esfuerzo y talento de su población, alcanzo en la mitad del siglo pasado un desarrollo social y económico superior al de muchas otras naciones del hemisferio, un progreso que superaba al de Republicas más grandes y de mayores recursos. Y ahora, 50 anos después de ignominia castro comunista, “la herencia totalitaria en el aspecto económico es la quiebra del país, pero en el moral, en el espiritual, es la destrucción casi completa de nuestros fundamentos como Nación”, nos acota Pedro Corzo.

Muchas gracias a nuestro dilecto amigo Pedro Corzo por permitirnos conocer y comprender más a fondo las interioridades del proceso revolucionario cubano y las facetas más desconocidas y patéticas de sus más importantes conductores y responsables. Es una suerte de alerta para los pueblos de América Latina empeñados en seguir a caudillos semidioses que solo ambicionan perpetuarse indefinidamente en el poder y llevar a los pueblos a estados inaceptables de pobreza y sumisión.

Hago mío el párrafo de cierre del prologo de Elizabeth Burgos, “esperemos que este libro sirva para abrirle los ojos a tantos que todavía persisten en la creencia de la leyenda”.

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