Opinión Internacional

Cuba y el Vaticano

El Papa Benedicto XVI está realizando el primer viaje de su pontificado a los Estados Unidos, y se reunió esta semana con el Presidente George W. Bush. Esperamos que esta visita fortalezca la necesidad de un compromiso para la libertad de Cuba.

La Iglesia Católica ha tenido una oposición recia a las dictaduras de derecha. Pero en Cuba, la Iglesia ha estado silenciosa desde 1960, cuando Fidel Castro expulsó a cientos de sacerdotes católicos por haber alertado a sus feligreses del peligro comunista que comenzaba a asomarse en los círculos gubernamentales.

En uno de los episodios más lamentables de la década de los ochenta, Cipriano, Ventura y Eugenio García Marín en compañía de su madre entraron a la Nunciatura del Vaticano en la Habana para pedir asilo político. Dos días después vieron como varios sacerdotes se bajaban de una limosina negra. Estos no eran curas en realidad, sino agentes de una tropa especial de la policía política de Castro. Entraron con la autorización y la complicidad de la alta jerarquía católica cubana. Los tres hermanos fueron fusilados, y su madre fue sentenciada a 20 años de prisión.

La visita del Cardenal Tarsicio Bertone a Cuba este febrero pasado fue un escándalo de otra índole. En palabras del propio secretario de Estado del Vaticano publicadas por el periódico “L’Osservatore Romano” poco después de su visita a Cuba, la Iglesia Católica en Cuba “no era una iglesia perseguida”, contrariando la verdad histórica. Inclusive también describió las universidades cubanas como “renombrados centros educativos superiores.” Cuando en realidad constituyen refinados laboratorios de ateismo y de apostasía.

El Cardenal también declaró: “Como todos sabemos, los problemas cruciales de Cuba son los del embargo impuesto por los Estados Unidos y las sanciones económicas de la Unión Europea, que frenan su desarrollo.” El jefe de la diplomacia vaticana pareció olvidar que desde hace cincuenta años el “problema crucial” de Cuba ha sido el régimen comunista.

El Cardenal Bertone declaró que el Vaticano quiere estimular un dialogo entre Washington y la Habana, lo que pudiese significar una “vuelta de página” en las relaciones antagónicas entre ambos gobiernos. Añadió que este dialogo era también la “expectativa del presidente de Cuba”, Raúl Castro. Añadió que le “aseguró a éste (Raúl Castro) que la Santa Sede se empeñará para que estas sanciones, si no se eliminan, por lo menos se reduzcan”.

Al presionar a los Estados Unidos para que levante el embargo, el Cardenal Bertone hace el triste rol de un embajador efectivo de la diplomacia comunista cubana. También subvierte la valoración de los “problemas cruciales” cubanos, al denunciar el “embargo” externo, mientras permanece silencioso sobre el régimen comunista que amordaza y mantiene en la miseria a 11 millones de almas.

Después de la visita del Cardenal, la Habana anunció una serie de “reformas” cosméticas, que incluyen incentivos financieros a los pequeños agricultores; la venta de computadoras y teléfonos celulares; la eventual flexibilización a las restricciones para salir de la isla, y permitir a los cubanos el ingreso a los hoteles, medidas que han sido parte del abominable “apartheid turístico”; el gobierno hasta firmó un pacto internacional de derechos civiles y políticos (que ha ignorado después de haberlo firmado).

Pero estas medidas pueden ser no más que herramientas para facilitarle al embajador “ad hoc” de la Habana las gestiones ante Washington. Es más, el régimen puede rescindir tales medidas, como Fidel Castro lo hizo descartando reformas anteriores, después de haber engañado a los incautos extranjeros.

Las actividades diplomáticas de la Santa Sede contribuyen a prolongar la agonía de mis hermanas y hermanos en Cuba, y crean un gran problema de conciencia a los católicos cubanos que esperan una actitud distinta del Papa. No obstante, ello no disminuye la consideración y veneración debida hacia el Santo Padre.

Quisiera que los hechos contradigan los temores de tantos católicos cubanos, en la isla y en el destierro. Tanto el Papa como el Presidente Bush tienen grandes responsabilidades ante Dios y ante el pueblo de la isla-cárcel. Es mi más ferviente anhelo que ambas personalidades no olviden las aspiraciones de los cubanos por obtener la libertad, la paz y la prosperidad.

Armando Valladares, Secretario General de la Human Rights Foundation con sede en Nueva York, estuvo 22 años en prisiones políticas cubanas y fue Embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas desde 1987 hasta 1990.

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