Culminó el grupo de Rio de forma sorpresiva
Acaba de terminar la reunión del Grupo de Río y uno se queda como atontado, casi en estado de shock! ¿Cómo puede ser posible que esta bagaje de insultos, acusaciones, amenazas, presiones, informaciones, se acabe así, de golpe y porrazo? Los actores de este teatro político no saben realmente como convulsionan el ánimo del gran público que son sus pueblos, como inciden en su espíritu y como provocan su impotencia cuando sin consideración alguna, deciden contra sus emociones y sentimientos.Por supuesto que la respuesta es dura y simple: para eso estan sus líderes. Y eso es la realidad. Que no tiene que ser precisamente la esperada . Basta que sea la oportuna. Había que moderar los ánimos, temperar la ira de Correa, la “zalamera” provocación de Chávez, la grotesca solidaridad de Daniel Ortega, la ventajosa prepotencia de Cristina. Debatir la complicidad del “frente socialista” era una ridiculez. Los estilos chocaban abiertamente. Por supuesto que lo que uno menos puede justificar en cualquier caso, es la violación de cualquier territorio. Y en este caso, hay que reconocer que hay una hiper sensibilidad política porque hay una estrecha coincidencia ideológica que está alerta a cualquier oportunidad de conveniencia. Hoy en día las fronteras son ideológicas. Las FARC no hubieran tenido un campamento en Perú y por lo tanto las fuerzas colombianas nunca hubieran entrado. En otro tiempo un Rodrigo Borja como presidente de Ecuador hubiera reclamado de manera institucional un agravio territorial, diplomáticamente. Sin Chávez, todo habría culminado en paz. Porque es muy difícil negar su influencia y sus maniobras tras Correa y Ortega. No tenía porque meterse. Y se metió. Y su estilo pendenciero y hasta soez se impuso en sus dos aliados. Este escándalo internacional, este pantallerismo, esta cadena de insultos y amenazas, esta utilización mediática, no hubiera sido necesaria. Pero esta es la realidad suramericana y pasó. Y ojalá resulte. Porque en medio de todo, el Grupo de Río surge como una posibilidad cierta de deliberación y discusión sin la presencia de los Estados Unidos, el más agraviado y ausente de esta reunión. El espectáculo duró hasta que Uribe le puso fin. A una insinuación del Presidente dominicano que estuvo a la altura, aceptó contestar la alusión de Chávez y allí cambió el caldeado ambiente. Pero tras ese telón de abrazos, palmaditas y sonrisas quedaba una verdad descubierta e irrebatible mas allá de palabras: la complicidad ideológica que une a Chávez, Correa , evo Morales y Daniel Ortega en un estilo que no puede llamarse de ninguna manera “respetuoso”. Colombia, dueña hoy de esas computadoras señaladas, sabe bien muchas cosas que antes suponía. Chávez exigió entra súplicas exageradas a Uribe que se olvidara de los inamovibles establecidos por él que niegan espacios de despeje a las FARC y que dejara entrar a dos mujeres no invitadas pero oportunas para su beneficio: la madre de Ingrid Betancourt y Piedad Córdoba. Ellas entraron. NO se concedieron los otros. Una cosa es la seguridad de Colombia y otra cualquier canje humanitario. La soberanía no es una palabra vacía ni un instrumento a ser interpretado de acuerdo a los intereses de uno o de otro. Ojalá esto redunde en resultados felices que lleven tranquilidad además de seguridad a las fronteras y ojalá la responsabilidad de esos hombres encargados de hacerlo, tengan una línea de mando con la prudencia y la comprensión necesarias para el momento difícil que se vive que no es el mismo del siglo XIX cuando Bolívar a caballo traspasaba suelos sin mas enemigo que el poderío español y proclamaba “Para nosotros, la Patria es América”. Si como venezolano lo hubieran detenido en estas fronteras demarcadas por los hombres y no por los sentimientos de los pueblos, Juan Carlos sería el dueño de hombres y tierras
