Opinión Internacional

De inmovilismo nada, mensaje de Raúl Castro

Para los que apostamos todo por el Socialismo, salir del inmovilismo implica avanzar hacia las posiciones del Nuevo Socialismo participativo, democrático, autogestionario, inclusivo e integracionista. No hacerlo sería “cambiar todo para que nada cambie”.

Casi veinticuatro horas después del discurso del General de Ejército Raúl Castro en Camaguey en recordación del Asalto al Cuartel Moncada, aparece la que puede ser la primera versión completa de su intervención. Hasta ese momento en los sitios de Internet extranjeros y cubanos, solo se encontraban versiones limitadas y apreciaciones.

Los comentaristas internacionales y nacionales hacen referencias a la ratificación de la política de principios en cuanto a las relaciones con EE.UU. y ante las presiones del imperialismo internacional, a la importancia permanente concedida a la Defensa, al mejoramiento de la salud del Comandante en Jefe y a los temas abordados sobre política interna, lo que por primera vez es tocado ampliamente en el ultimo año. Algunas versiones casi obvian toda la importante parte del discurso en materia doméstica, incluidas las primeras salidas en algunos sitios cubanos.

Todos los temas abordados por el Segundo Secretario del PCC, son de importancia capital; pero el abordaje crítico y realista de las dificultades internas y de los temas de política doméstica, evidencian que la dirección actual tiene conciencia de que la defensa, la política exterior y los avances económicos y sociales solo pueden tener un futuro feliz si el pueblo y los trabajadores, por y para quienes se construye la nueva sociedad, están dispuestos a compartir los sacrificios que se les exigen, se sienten comprometidos con las políticas que se aplican y las consideran beneficiosas para sus intereses como individuos y partes de la sociedad.

Desde que el 17 de noviembre del 2005, el Comandante en Jefe Fidel Castro expresara en la Universidad de La Habana que la Revolución podría revertirse a consecuencia de sus propios errores y llamó a todos a buscar soluciones a los problemas de corrupción y burocratismo que la afectaban, en el seno de la sociedad cubana y sus instituciones se desarrolla un proceso de discusión más espontáneo que orientado, donde los cubanos todos, de una u otra forma hemos venido aportando criterios y propuestas, aunque poco se publique en Internet y muchos afuera prefieran desconocerlo.

Este discurso de Raúl es una muestra clara de que aquel llamado del Comandante en Jefe no cayó en saco roto, a pesar de las muchas trabas que imponen los aparatos burocrático para el necesario entrecruzamiento de criterios y las deficiencias presentes en los mecanismos para la autocrítica social y la expresión popular que estorban el avance de la Revolución y la comunicación fluida entre el pueblo y la dirección. Es evidente que las preocupaciones, criterios y propuestas que de una u otra forma se generan en los barrios, en los centros de producción y servicios y en los círculos intelectuales y académicos han estado llegando a la máxima dirección y están siendo consideradas y tenidas en cuenta, gracias a su receptividad y a periodistas osados, a los muchos funcionarios y cuadros honestos y a la tenacidad de numerosos compañeros que se las arreglado para romper la barda ¿des? informativa que imponen los medios oficiales a excepción de Juventud Rebelde.

Para los que apostamos todo por el Socialismo y estamos convencidos del fracaso de los viejos métodos esquemáticos y anquilosados, excesivamente centralizados del socialismo de Estado neocapitalista y sus estrategias “desarrollistas” basadas en modelos de acumulación centralizados, no nos queda ninguna duda de que las palabras de Raúl, reflejan el consenso al que se ha venido arribando en Cuba en los últimos años sobre la necesidad de cambios de fondo en la concepción sobre la forma de construir la nueva sociedad socialista, en fin salir del inmovilismo.

El primer paso para resolver cualquier problema, es tener conciencia de su existencia. Tal parece que empezamos a identificar ya lo que debemos rechazar, pero falta claridad sobre cómo hacerlo en lo sucesivo o, si se tiene, falta compartirla con el pueblo.

La intervención de Raúl evidencia que se ha ganado en la comprensión de que son necesarios estos cambios, pero el propio discurso no trasluce abiertamente qué cambios esenciales nos proponemos realizar. Expresiones como hay “productos que me parece que se dan aquí, me parece además que sobra tierra…el marabú”, sugieren intenciones pero no muestran qué nuevos métodos se piensa aplicar para enfrentar estos problemas.

La agricultura y la autosuficiencia alimentaría hacia la que debemos avanzar, como parte de nuestra estrategia de defensa, necesita manos cuidadosas e interesadas más que grandes inversiones. ¿Se está pensando en cooperativizar esas tierras, entregarlas en usufructo a nuevos campesinos que puedan después comercial libremente sus productos, o se seguirá con el viejo método de control absoluto de la propiedad, los recursos, la producción, los salarios y la comercialización?

Se dijo lo que otras veces: para aumentar los salarios, hay que producir más primero. Es sabido, pero esa vieja consigna no representa una solución de fondo a los problemas de la producción. La solución, se conoce, es vincular el ingreso a los resultados del trabajo. Ahora se pagan salarios que están por encima de los resultados o por debajo, consecuencia de una concepción esquemática asalariada de la organización de la producción, parecida a la del capitalismo, solo que allí por lo general si se paga con arreglo al trabajo social medio.

Es la contradicción que se ha explicado ya entre los objetivos sociales del sistema socialista de Estado y sus formas y medios capitalistas de organizar la producción. La producción socialista debe ser organizada de acuerdo con relaciones socialistas y no capitalistas. Mientras eso no ocurra va a pasar lo que expresa Raúl: el salario seguirá perdiendo su papel de retribuir el trabajo. El salario es también una categoría de la economía mercantil capitalista que esconde la plusvalía de la cual se apropia el capitalista y que aplicada en el socialismo real distorsiona la producción y tiende a su sistemática disminución. Es la experiencia cubana, la soviética y la de todos los países que aplicaron el socialismo de Estado neocapitalista que ya demostró su fracaso.

Ciertamente el bloque norteamericano afecta mucho los planes generales del Estado que por su envergadura precisan de grandes inversiones, operaciones financieras internacionales, transportaciones interoceánicas de grandes volúmenes de mercancías y materias primas y otros recursos que la política imperialista obstaculiza, pero hay una infinidad de micro-planes, planes regionales y comunales de producción y servicios que pueden acometerse con recursos propios, que no se llevan a cabo en la actualidad por la vieja forma de concebir todo -única y exclusivamente- como parte de un plan del aparato económico central que establece las prioridades, brinda los recursos, los salarios, etc.

Un ejemplo claro de soluciones comunales, lo dio el propio Raúl con la producción y suministro de leche a nivel local, sin la intervención del aparato tradicional de acopio y distribución, no solo con efectividad y rapidez, sino sobre todo con ahorro. Esta correcta línea de acción y pensamiento nos lleva directamente a la autogestión social socialista, que no es más que resolver los problemas a cada nivel con los propios recursos, como bien expresa el Comandante en Jefe en el párrafo citado por Raúl (“Revolución es… cambiar todo lo que debe ser cambiado es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos…”) y del cual dijo debemos aprender de verdad y no recitarlo simplemente. Pero para funcionar efectivamente, a ese nivel no se le pueden estar sustrayendo arbitrariamente los resultados de su trabajo para la acumulación centralizada.

Estrechamente relacionada con esta concepción de la autogestión social socialista, es de vital importancia el criterio leninista de que no es posible resolver los problemas particulares, sin resolver los generales. Romper con el esquema centrista, no-democrático de gestión a nivel general social es imprescindible para poder desarrollar la autogestión comunal, y empresarial. Esto es lo que lleva a muchos cuadros a plantear constantemente y con toda razón, que a veces es imposible desarrollar los planes que se bajan, pues como expresa Raúl en su discurso a esos niveles “no da la cuenta” de los recursos destinados. Si no da la cuenta es porque se hacen los planes sin contar con la base, sin saber sus opiniones sobre lo que hace falta y los recursos necesarios.

Con más dinero, con más recursos, con más inversiones, no se van a resolver nuestros problemas, si no cambiamos los métodos de organización de la producción que es lo determinante, el eslabón fundamental al cual debemos ceñirnos para seguir avanzando y pasar de un modelo de acumulación centralizado a otro que tenga en cuenta los intereses de la nación, pero también los de las regiones y los de la reproducción ampliada de las empresas.

Nosotros –dijo Raúl- nunca le hemos dado tregua al Imperialismo y nunca debemos esperar que él se la pueda dar a la Revolución Cubana. Si algún día algún gobierno yanqui levantara el bloqueo, sería porque se habrá convencido de que es necesario cambiar de política para lograr sus objetivos contrarrevolucionarios por otros medios. De manera que si bien es cierto que el bloqueo nos afecta y mucho, ninguna estrategia económica de la Revolución puede confiarse a cambios políticos en el vecino del Norte. En el Imperialismo no se puede confiar “ni tantico así, nada”. En la integración bolivariana, debemos buscar -básicamente- lo que necesitamos de fuera.

Raúl lo ha señalado de una forma muy clara, la solución está en cambiar los viejos métodos y las estrategias superadas por el tiempo. Su alusión a introducir los cambios estructurales que sean necesarios no deja lugar a dudas. El jefe revolucionario no precisó los viejos métodos a cambiar, ni los nuevos a instrumentar, pero para nadie es un secreto en Cuba y en el mundo, que cuando los comunistas del Siglo XXI hablamos en esos términos nos estamos refiriendo a las viejas formas fracasadas de construir el socialismo y a los nuevos enfoques participativos, democráticos, autogestionarios en diverso grado y proyección hacia una mayor socialización de apropiación de los resultados de la producción. Anunciar cambios y no hacerlos en esa dirección sería “cambiar todo para que nada cambie”.

El avance en ese sentido, quisiéramos muchos que fuera más rápido, pero estamos concientes de que casi 50 años de concepciones centristas y burocráticas predominantes, no pueden ser cambiadas en unos pocos meses. Los esquemas mentales y estructurales añejados y petrificados, carcomidos y endebles por esas mismas razones, no se cambian fácilmente. Es verdad. La experiencia así lo ha demostrado. Luego de la muerte de Stalin en la URSS se hicieron varios intentos de cambios, pero todos fracasaron porque la burocracia corrupta controlaba todas las cuerdas del poder político, económico y militar y se las arreglaba para destronar a quines desde arriba intentaron las transformaciones: Jrushov, Kosiguin y Gorbachov.

Además, los cambios que allá se sugerían, los cuales también hablaban de modificaciones estructurales y económicos, nunca se propusieron desarrollar una verdadera participación democrática de los trabajadores en la propiedad o el usufructo de los medios de producción, en la gestión administrativa y en la repartición del excedente, lo que hubiera posibilitado la movilización popular en apoyo de los cambios, aquellos que de verdad necesitaba el “socialismo real” para poder abandonar los viejos métodos. Si hubiera existido claridad en esos propósitos, los cambios habrían sido apoyados masivamente.

Aunque las condiciones sociopolíticas no son aquí las mismas, esas experiencias deben ser tenidas en cuenta. Allá se demostró que los cambios no solo deben ser aplicados e impulsados desde arriba, sino también y fundamentalmente desde abajo, desde los núcleos del Partido y los sindicatos en los centros de producción y servicios, en los barrios y comunidades y deben ir a la raíz de las relaciones de producción, en forma tal que logren el apoyo y el entusiasmo de las masas. Son los pueblos los verdaderos propulsores de los cambios, los dirigentes interpretan esos sentimientos y los encabezan.

Hoy tuvimos un ejemplo claro de cómo la burocracia dificulta la acción de la dirección, cuando este trascendental discurso de Raúl tardó cerca de 24 horas en ser divulgado íntegramente. Habría que investigar que mecanismos retardatarios hicieron eso posible.

Raúl dijo que el gobierno trabaja en silencio para resolver los problemas. No tenemos ninguna duda de eso ni de que sus propósitos sean también los mejores, pero precisamente atendiendo a pasadas experiencias, la forma más efectiva de impulsar los cambios necesarios es dándolos a conocer, discutiéndolos con todos los interesados, dándoles participación en su decisión, en fin procurándoles el apoyo de las masas.

Al pueblo cubano siempre se la ha pedido que confíe en la dirección de la Revolución. La práctica histórica sugiere hoy que la mejor forma de lograr éxitos a escala social es comprometiendo a las masas con los proyectos que se proponen. ¿Cómo la gente va a seguir proyectos que no conoce, más cuando la experiencia de los últimos años y las propias palabras de Raúl demuestran que los viejos métodos en los que ya confiamos no dieron resultados y cuando el propio Fidel ha manifestado su inconformidad con muchas de las medidas mercantiles del Periodo Especial? El secretismo en el trabajo del Partido y su dirección es un viejo método que también debe ser desterrado, ya bien criticado en el seno de la organización cuando IV Congreso del Partido.

La intervención del Segundo Secretario brinda muy malas noticias a los partidarios abiertos y encubiertos, internos y externos de la restauración capitalista, de las privatizaciones, del mercantilismo y de la “transición bushista” que esperaban la autodestrucción de la Revolución confiados en su inmovilismo. De inmovilismo nada, es el mensaje de Raúl. Por eso mismo tampoco es una buena información para los dogmáticos y retardatarios incrustados en el aparato burocrático, aferrados a las ideas del socialismo fracasado basado en el absolutismo estatal, la planificación centralizada y el trabajo asalariado. Raúl advirtió que no toleraremos a los enemigos agazapados en nuestras filas. Los trabajadores y el pueblo cubanos no vamos a permitir que aquí nos pase lo que en la URSS, donde un bando de burócratas corruptos se adueñó de las empresas que debieron haber sido entregadas en forma directa o usufructuaria a sus trabajadores y al pueblo. Por eso no defendieron aquel “socialismo real”.

Si queremos avanzar por el camino que nos señala Raúl, hacen falta por tanto nuevos métodos y estrategias. En consecuencia, necesariamente debemos incursionar más profundamente en las nuevas formas de organización de la producción socialista: el cooperativismo, la autogestión y la cogestión con sus formas de propiedad colectiva y social, e imbricar todos esas formas en un proceso general de autogestión social socialista, a fin de hacer efectiva la planificación democrática, asumir nuevas formas participativas y emprender profundos cambios en los métodos de dirección de la economía, que permitan a los trabajadores y las masas expresar sus opiniones y ser partícipes de las decisiones, para que el cumplimiento de los planes y metas se realice concientemente, sin desvíos de recursos y atendiendo como expresó Raúl al pago según trabajo.

Las UBPC (Unidades Básicas de Producción Cooperativa) y el Sistema de Perfeccionamiento Empresarial, bases económicas del nuevo socialismo en Cuba, deben ser liberados de sus actuales ataduras y limitaciones que les impiden convertir a las unidades de producción y servicios en verdaderas empresas cooperativas, autogestionadas y cogestionadas.

La aplicación consecuente de las directrices de este discurso, es la mejor respuesta que podemos dar a Fidel, a fin de garantizar la irreversibilidad de la Revolución y la consolidación del socialismo en nuestro país.

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