Opinión Internacional

De la fatiga al consenso

Luego de mas de cuarenta rondas de votación para resolver en Naciones Unidas la contienda entre Venezuela y Guatemala con el fin de ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad, se logró el necesario consenso para elegir a Panamá como miembro de dicho órgano, para el período 2007-2008 en sustitución de Argentina, cuyo mandato vence el 31 de diciembre de este año.

Fatigosas resultaron ser esas innumerables jornadas de votación para tratar un asunto que, coloquialmente hablando, forma parte de la agenda cotidiana de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, la cual se celebra anualmente por espacio de tres meses en su sede de Nueva York . Se trata, por tanto, de una cuestión nada sorpresiva y es un punto mas de la lista de temas y cuyo tratamiento, en este caso, debería haberse decidido previamente en el marco del grupo regional, que en el caso que nos ocupa es el Grupo de América Latina y el Caribe (GRULAC).

Por el contrario, cada país interesado en ocupar esa responsabilidad de miembro no permanente enunció sus posiciones y ventilaron sus eventuales apoyos, aún cuando los compromisos deberían haberse guardado bajo alguna reserva. Al fin y al cabo ese proceso de votación como otros que se efectúan en los organismos internacionales cuentan con mecanismos que garantizan su privacidad. Aún mas y sin guardar las formas diplomáticas de discreción y prudencia que caracterizan esta actividad, se compelió a otros a pronunciarse públicamente, lo que en algunos casos conocidos llevó a la abstención.

Afortunadamente, la Presidente en ejercicio de la Asamblea General tuvo el tino en varias ocasiones de suspender el proceso de votación , intentando así promover un diálogo entre los dos aspirantes hasta que, con la experimentada intervención de Ecuador, en su condición de Presidente del GRULAC, se dieron una serie de encuentros que permitieron un consenso alrededor de Panamá, país con condiciones para ser electo miembro de Consejo de Seguridad y desarrollar una actividad seria, cónsona con los valores y principios que consagra la Carta de las Naciones Unidas y representativa de los intereses de la región frente a la diversidad de asuntos que comprende la agenda internacional actual.

Se habla ahora de un aprendizaje, de lecciones. De ellas parece aflorar de manera ineludible la necesaria visión que debe dársele a la propuesta para ocupar una posición cómo esta de miembro no permanente del Consejo de Seguridad u otra cualesquiera, sin que su enfoque sea sobredimensionado, o aquella orientada a contribuir al diálogo o la referida a respetar las reglas escritas y no escritas que rigen el comportamiento de los Estados miembros en un organismo internacional.

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