Opinión Internacional

Disolución del Parlamento y convocatoria de elecciones generales

A través de todos ustedes, doy cuenta a la nación de que acabo de cumplir los requisitos constitucionales precisos para disolver la VI Legislatura de las Cortes Generales. Las elecciones generales se celebrarán, por tanto, el domingo, día 12 de marzo.

En este momento, la primera consideración que quiero hacer no es retrospectiva, sino que mira hacia el futuro. El pueblo español tiene en sus manos, una vez más, el poder para decidir su futuro, quién le va a representar y el rumbo que vaya a tomar nuestra nación en los próximos años.

Acaba ahora una legislatura que ha sido la más duradera de nuestra democracia. Estoy seguro de que la estabilidad es buena para España. La continuidad del Gobierno sin interrupciones es deseable en sí misma. La disolución anticipada de las Cámaras está prevista en nuestro ordenamiento constitucional; pero, afortunadamente, este Gobierno, que ni ha perdido la mayoría parlamentaria en ningún momento, ni ha atravesado por ninguna situación que hiciera precisa la llamada a las urnas, ha renunciado a sacar ventaja de una disolución anticipada del Parlamento, aunque, sobre todo, lo que explica mi compromiso de completar la Legislatura es la tarea que había por hacer y que exigía, a mi juicio, cuatro años de acción de gobierno.

Había muchas reformas que España requería y otras más que necesitamos pensando en el futuro común de todos. En 1996 el Gobierno propuso unos grandes objetivos, en cuya consecución se ha sentido acompañado por los españoles. Hemos llevado a término un buen número de reformas; pero quiero decir que el trabajo que comenzamos hace cuatro años ha de continuar. Por eso, volveré a pedir la confianza de los españoles para dar un paso más e iniciar una segunda etapa, una nueva legislatura.

El mandato electoral que ahora concluye se ha caracterizado por el diálogo plural, por el logro de acuerdos básicos para la estabilidad política y por el crecimiento económico.

El diálogo constante ha hecho posible una mayoría parlamentaria estable que ha funcionado, que ha producido frutos como el saneamiento de los Presupuestos del Estado y la aprobación de la corresponsabilidad fiscal de las Comunidades Autónomas. Nuestra determinación de integrar voluntades en un proyecto común, buscando terrenos de acuerdo, se ha visto recompensada. El mérito corresponde a todos los que han contribuido a los pactos necesarios para llevar esta obra adelante.

Los ciudadanos también esperaban de nosotros capacidad para entendernos con los agentes sociales. Ellos también han participado en un diálogo fecundo de cuyos resultados se está beneficiando toda la sociedad. En todo caso, el partido que presido va a buscar la vía del consenso y los acuerdos, porque es consustancial a nuestra manera de entender la política.

Hago constar mi agradecimiento personal a todos cuantos han contribuido, con sentido de la responsabilidad, a estos acuerdos y ese diálogo. Esta colaboración ha permitido emprender el programa reformista, equilibrado, de centro, conveniente y útil para España. Y quiero también agradecer a todos los parlamentarios de las Cortes, hoy disueltas, su aportación durante la Legislatura. Con independencia del Grupo al que hayan pertenecido, todos nos esforzamos por cumplir lealmente el mandato de los electores.

En esta legislatura, especialmente intensa, considero de gran importancia que el control al Gobierno haya sido más ágil que nunca. Se han aprobado muchos proyectos legislativos; pero no es tanto el número de leyes aprobadas, sino los efectos positivos de las reformas que esas leyes han traído consigo para la sociedad lo verdaderamente relevante.

Al ser elegido, marqué cuatro prioridades para el Gobierno: normalizar una vida política demasiado alterada por lo irregular; apostar por el ingreso en la Europa del euro y cumplir sus condiciones; combatir un desempleo en unos niveles sencillamente inaceptables y no ceder al terrorismo, empleando los medios del Estado de Derecho y buscando poner fin a este azote que sufre la democracia española desde sus primeros comienzos.

Comprenderán ustedes que sienta un cierto orgullo del trabajo realizado. Hemos abordado materias esenciales para entrar en el nuevo siglo con buen pie, como la reforma fiscal, la profesionalización de las Fuerzas Armadas, la conciliación de la vida laboral y familiar, los derechos del usuario ante la Administración y la garantía del poder adquisitivo de las pensiones por ley. También hemos cumplido las condiciones requeridas para ser fundadores de la Europa del euro, participamos en la nueva Alianza Atlántica como miembros de pleno derecho y dedicamos cada vez más efectivos en las misiones de paz y ayuda humanitaria.

Ha sido una labor de gobierno muy pensada y ambiciosa, pero que, lógicamente, está inacabada. Con lo hecho entre todos, España tiene ahora de verdad la oportunidad de actuar en igualdad de condiciones con sociedades más avanzadas y prósperas. Podemos conseguirlo y depende sólo de nosotros mismos, de las decisiones que tomemos y de nuestra disposición para afrontar los retos del siglo XXI.

Estoy convencido de que podemos conseguir lo que hasta ahora no había sido más que una quimera: el pleno empleo; que podemos alcanzar el nivel de vida de los países más avanzados en Europa, para lo cual tendremos que continuar las tareas en marcha, dispuestos a incorporar nuestras vidas y nuestro país a los constantes cambios tecnológicos. Habremos de aprovechar la ampliación de la Unión Europea hacia nuevos países para ampliar también las oportunidades de España. Pienso, sinceramente, que no hay reto que no podamos afrontar y es cuestión de tener la suficiente confianza y la suficiente ambición.

La democracia vive de la legitimidad de un voto popular expresado sin coacciones en elecciones periódicas y plurales. Nada ni nadie puede suplantar la soberanía nacional. El 12 de marzo los españoles podemos decidir nuestro futuro ejerciendo nuestro derecho al voto.

Y quiero hacer dos reflexiones finales. La primera es mi invitación a que haya participación, mucha participación; que las urnas en toda España se llenen de votos, que son manifestación del compromiso activo de las personas con su país. La segunda es mi deseo de que la campaña electoral sea limpia y sensata, y que esté llena de contenidos.

Todas las opiniones se pueden expresar en una democracia. Las elecciones sirven para comparar las ideas y los proyectos de una sociedad plural. Todos queremos lo mejor para España. Los españoles quieren escuchar ideas, conocer programas y personas, escuchar argumentos a favor o en contra, opinar; quieren, en definitiva, elegir. Pongamos todos algo de nuestra parte para conseguirlo.

Muchas gracias.

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