Opinión Internacional

Ecuador: El Rey desnudo

Violeta Parra cantaba: «¡Que vivan los estudiantes, jardín de las alegrías!; son aves que no se asustan de animal ni policía, y no les asustan las balas ni el ladrar de la jauría. Caramba y zamba la cosa, ¡que viva la astronomía!».

Cuando creíamos que la juventud estaba en otra, preocupada solo por la farra y las discotecas, un grupo de muchachos generosos y valientes se puso de pie para decirnos en voz alta que ya no quieren miedo en Ecuador. Ellos son la bocanada de oxígeno que necesitábamos. Son la chispa que incendiará la pradera.

Otros gobiernos en la historia también jugaron con el pánico. Gabriel García Moreno, Ignacio de la Cuchilla, las dictaduras militares, Velasco. Pero eran otros tiempos y los tiranos todavía se cuidaban de no demostrar cobardía. En el Ecuador de hoy, en cambio, le tememos a un majadero de barrio chico –infierno grande– que no tuvo arrojos para darles la cara a las jovencitas y jóvenes que protestaban, así que después de insultarlos salió por la tranquera, rodeado de guardaespaldas y cubierto por su colchita, mientras su guardia pretoriana repartía patadas, garrotazos y gases lacrimógenos entre los disidentes.

En las películas de gánsters, el jefe de los delincuentes nunca menciona la palabra «asesinato». Le basta con decirles a sus matones: «Ya saben lo que tienen que hacer». De eso me acordé el otro día cuando escuché: «Ustedes son más y ellos menos. Vayan y denles una lección… que yo tengo otras cositas que hacer». Incitación a cometer un delito, creo que se llama.

El Rey del cuento se paseaba desnudo por las calles mientras sus súbditos asustados celebraban la supuesta finura de sus trajes. Entonces se irguió un niño inocente y señalándolo con el dedo gritó: «el Rey está desnudo», convirtiéndolo en el hazmerreír. El sábado, los estudiantes de la Universidad Católica señalaron al Rey y dijeron: «No hay por qué tenerle miedo».

El poder de Correa se apoya en la simpatía de un sector de la población. Es lo único que tiene. Es un cimiento muy frágil, porque el pueblo ecuatoriano nunca toleró por mucho tiempo a los tiranos. Correa lo sabe, y por eso cada vez que usa la violencia física, las encuestas se derrumban y acaba por retroceder. Ocurrió en Dayuma. No se atrevió a continuar hasta el fin el juicio contra diario La Hora. Tuvo que acudir a la cárcel a ofrecerle disculpas a un ciudadano que había hecho apresar.

Así que el miedo no se justifica. La Carta de la Esclavitud se derrumbará más temprano que cualquier otra en nuestra historia. Los ecuatorianos, sobre todo los jóvenes, saldrán a las calles y la harán trizas pacíficamente, o a lo mejor ni siquiera permiten que entre en vigencia en el referéndum.

Gracias, estudiantes. Nosotros, los que alguna vez le gritamos al tirano sus crímenes y defendimos los mismos ideales, no tenemos ya las mismas energías para soportar las patadas de un policía, pero estaremos junto a ustedes, contaremos a todo el mundo el ejemplo que nos han dado y procuraremos que se extienda.

Hagamos correr pues el rumor: se acabó el silencio, se tiene que acabar. Nuestros jóvenes se han levantado y con su dedo acusador han condenado para siempre al tirano.

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