Opinión Internacional

Ejemplos a seguir

Ojalá y en América Latina abundaran y no escasearan gobernantes como Oscar Arias y Tabaré Vásquez, tico y oriental, o sea de dos confines de la región, pero con semejanzas distintivas que tienen que ver con la convicción democrática, la seriedad en el ejercicio del poder y la distancia frente al facilismo populista, tan en boga en todas las caras del espectro político-ideológico del continente.

Socialdemócrata uno y socialista el otro, las etiquetas no importan tanto como su valoración del equilibrio, el respeto por la forma y sustancia de la democracia, y la conciencia del papel moderador de un jefe de Estado en países con diferencias y desigualdades que deben ser superadas. Se podría decir lo mismo de un conservador o de un liberal, porque lo clave en Arias y Vásquez no es la puridad ideológica sino el desempeño del estadista.

Ambos ya están fuera del poder y no parece que muchos otros de los que están gobernando quisieran seguir sus pasos. El panameño Martinelli y el chileno Piñera son neo-populistas de centro-derecha que lucen muy pendientes del gobierno-espectáculo, en el que el protagonismo personal tiende a rebasar las instituciones, generando un proceso peligroso y retrógrado de personalización del Estado.

La pareja Kirchner será muestra de cualquier cosa menos de honradez y efectividad gubernativa. Otra desgracia más para esa gran nación tan abatida por la pequeñez política, con la sola excepción contemporánea del presidente Alfonsín. Lula da Silva, sin duda muy popular, cabalgó sobre las reformas de Cardoso y aunque sea injusto semejarlo a sus aliados autocráticos del vecindario, su empeño en defenderlos desmejora sus credenciales.

La comandita del Alba desencaja en cualquier categoría democrática, y la orientación totalitaria es cada vez más acelerada en regímenes como el de Chávez y Ortega, seguidos por Morales y menos por Correa, cuyo rasgo principal estaría menos en el radicalismo que en la liviandad. Sin duda que el mandón venezolano se encuentra en las antípodas de lo que significan Oscar Arias y Tabaré Vásquez.

 El colombiano Santos ha empezado con quilla pero hay que esperar para una opinión estimable. El dominicano Fernández y el salvadoreño Funes no han gobernado desde la estridencia y la demagogia, y eso también los coloca en una respetable minoría frente a tantos otros que lejos de tener una apreciación dignificante del servicio público, lo exprimen, abajan y caricaturizan para beneficio propio y desgracia colectiva.

 Arias y Tabaré tienen mucho que enseñar en América Latina, lo que no es seguro es que sobren los que deseen aprender.

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