El declive de un desquiciado
Es muy importante y un poco -sólo un poco- tranquilizador lo que está ocurriendo en Irán con la popularidad de un gobierno presidido por un desquiciado del fundamentalismo religioso teocrático. Es uno de esos especimenes, abundantes en estos tiempos, que llaman “locos de Dios”.
Según informaciones recientes, la estrella del islamo-populista Mahmoud Ahmadinejad se va apagando de manera acelerada ante su pueblo. Reporteros, como Mónica Maggioni de la RAI, que visitan Teherán en estos días, perciben este creciente sentimiento de rechazo en las calles, cafés y puestos de periódicos.
Parece ser que el entusiasmo y las expectativas que muchos iraníes tuvieron con un personaje inexperto que se mostraba sencillo, proponía reformas económicas y una lucha anticorrupción, y elegido, por cierto, fraudulentamente, se ha vuelto un dolor de cabeza, sobre todo, por las locuras de éste frente al mundo exterior. Hoy, de acuerdo con los observadores, se comienza a apoderar de la población una sensación de temor ante la perspectiva de que Ahmadinejad los conduzca a un enfrentamiento bélico.
No obstante, relata Maggioni, el pueblo iraní ha tomado este grave asunto por la vía del humor, ridiculizando en cualquier ocasión a su peligroso Presidente. Burlarse de él, de su poca inteligencia y de sus arrestos populistas, se ha vuelto un pasatiempo, no sólo de los estudiantes universitarios, los más contestatarios del gobernante, sino también de las elites y de los mismos funcionarios de gobierno. Obviamente, los chistes sobre el “Ph.D. en tráfico”, como le llaman, están a la orden del día.
Aparte de esta conducta que dice mucho sobre el malestar interno, debe destacarse aquí que la economía iraní esta viviendo una crisis fuerte, la inflación es exorbitante y el gobierno es incapaz de reducir la pobreza; recientemente, incluso, tuvieron que racionar la gasolina. ¡En un país de grandes yacimientos petroleros ¡
La crisis de popularidad es tan alta que el gobierno, para sus mítines, tiene que gastar un dineral en flotas de autobuses y pago de los asistentes, prometiendo a los acarreados del interior y de las zonas más pobres, paseos turísticos por la ciudad, desayuno, almuerzo y cena, bajo la condición de que vayan a oír a su líder. (cualquier parecido con situaciones domésticas es pura coincidencia).
Pero todo esto no le ha servido porque en las elecciones administrativas de diciembre pasado sufrió una humillante derrota (menos de 10% de votos).
Por otro lado, ya aparecen los nuevos líderes posibles sustitutos de Ahmadinejad. Los analistas señalan que dada la deteriorada situación económica, la impopularidad creciente y el retiro de apoyo de muchos influyentes sectores del país, lo más seguro es que en los dos años que vienen se produzca un relevo de un hombre patético a la vista de sus compatriotas, que está poniendo en peligro no solo a su país, sino al mundo.
Mónica Maggioni dice que, paradójicamente, lo único que puede salvar a Ahmadinejad de este destino, es George W. Bush. El presidente iraní podría recuperar respaldo popular sólo si convence a los iraníes de que la amenaza exterior, representada por Occidente, verbigracia, EEUU, está a punto de concretarse con una acción militar contra ellos. Esa sería la única manera de unificar a Irán en torno a él. Y eso es lo que él quiere.
En la actualidad, Irán, en manos de un gobernante desquiciado y una elite fundamentalista irresponsable, puede llevar al planeta a una conflagración de consecuencias espeluznantes. No sabemos a ciencia cierta a cuanto tiempo está este régimen teocrático de ponerse en una bomba nuclear. Tampoco si, como dice el profesor de Harvard, Niall Ferguson, estemos viviendo los inicios de la próxima guerra mundial.
Lo que queda claro es que la comunidad tiene la obligación moral y jurídica de encontrar una solución eficaz y temprana a esta deriva hacia escenarios apocalípticos. Ojalá que los iraníes, a lo interno, puedan por sí solos y más pronto que tarde, corregir el rumbo terrorífico que sus actuales gobernantes están siguiendo.
Y pensar que el señor Ahmadinejad es el nuevo aliado del gobierno de Venezuela.
