Opinión Internacional

El dilema de la prisionera

Hay un bello cuento de la tradición oriental que habla de la naturaleza invariable del alacrán. Especie muy mal tratado por la literatura y la música. La moraleja es que no importa si lo ayudas él siempre te ha de picar, así que desconfía y cuídate del ponzoñoso invertebrado. Ante la tenebrosa constante que nos impone la tradición de la fiera y su poca bondad para tratar las otras especies, se desprende otra gran enseñanza, y es, que con este animal lo único que puede salvarnos es saberlo agarrar. Saber manipularlo. Pues, no importa su genética y consecuente y previsible malevolencia, agárralo con sumo cuidado.

Esta parábola es solamente una advertencia a Chávez ahora que va tener que vérselas con Uribe. Sabiendo que el viene de haber trajinado con esa irreductible y resbalosa pieza que es Ingrid Betancourt.

Recuerdos me promueve este cuento oriental al evaluar el estrambótico giro que ha dado a su selvática vida la imponderable y nunca bien avaluada y comprendida Ingrid.

La liberada Ingrid. Bien liberada siempre estuvo, eso no lo duden. Su actuación así lo demuestra. Tantos extremos ha demostrado. Tantas facetas hemos descubierto de ella en tan poco tiempo, que ahora todo resulta impensable si la evaluamos por su tradición pequeño burguesa bien macerada en el Colegio Francés de Bogotá. Por ello lo hasta ahora visto resulta impensable.

Inaudita en sus hazañas esta dama, que ya le resulta corta en sus andanzas al comparársele con la Chica Mala de Vargas Llosa. La libertaria Ingrid hoy aparece dibujada en la prensa internacional como una especie de Ana Karenina que alborota a su Wronsky cachaco y lo deja a medio camino, después de solo enseñarle al diputado, La Marsellesa, y omitiendo la Carmañola. Respaldo, sostengo, protejo y celebro a Ingrid en todo cuanto en ese tema de la libido y sus liberalidades lleva a cabo y canto melancólicamente: “hoy juramento / mañana una traición / amores de presidiarios flores de un día son”.

Pero de lo que trato es de reconocer que en ella habita y desarrolla todo lo que soñara como demostración practica ese sabio John Nash. El pensó en su famoso Dilema del Prisionero y su tesis sobre los “juegos no cooperativos” que debían conducir a la aplicación de su famoso modelo del “equilibrio de Nash”.

Ingrid es vitalmente hablando una realidad que demuestra con sus actos que el tema de las diferencias originadas en la clase social es algo dictado por Darwin y documentado por Marx. Imbatible. A ella solo se le puede criticar por ser coherente con una herencia social. Por ser alguien que se comporta y actúa dentro de los linderos que las costumbres y el carácter socializador le señalan, es mas, le imponen. ¿Cómo criticar esa genética? Ella existe y es así. Encausarla por esto es tan necio como enjuiciar al alacrán por lo que hace.

Todo lo contrario, hay que aplaudir a alguien que es capaz y honesta con su juego, pues dijimos practica y aplica todo cuanto la teoría de Nash rigurosamente estableció. La teoría reconocía que la libertad de la gente era asumir una posición en el juego, en este caso copiaba lo que pasaba durante el juego de poker. Esta situación era su modelo. El poker es como una guerra, adonde alguno debe ganar, por supuesto se vale el engaño. Es más se aplaude la trácala. Sin duda, ese rasgo es parte del juego, debo hacer que mi enemigo se incorpore en mi forma de pensar para poder engañarlo, si no logro esto es poco probable que pueda triunfar.

El jugador no debe para nada proponerse entender al otro como ser humano. El oponente con seguridad lo que quiere es sacarlo a Ud. del juego, de allí que la mejor receta es apoyarse en algo más perfecto que la conducta. Por tanto debo escoger la ciencia matemática y los números para supervivir. Los números y la ciencia matemática no mienten como dice Nash. (Espero solo una sabia corrección sobre este axioma por parte de mi amigo el matemático Luís Báez Duarte, menos que eso no acepto nada).

Ingrid en cada acto que hoy realiza y en cada entrevista que hoy vende, solo confirma aquella noción de que, con o sin razón, “hay que desconfiar del otro”.

De allí parte todo el juego de Ingrid: “ nadie es confiable”, ni su marido, de Francia, ni el de Colombia, ni el de la selva, ni su hermana, menos su mamá (por chavista) ni Santos, que ya la engañó, ni de Montoya, que es una amenaza letal, ni de Uribe, a quien mira de salida, ni de Piedad por niche, ni Luís Eladio ex senador, por ser solo amor de campamento, ni de Sarkozy que una vez la utilice la va a dejar, ni de Villepin por nexos con Venezuela, ni de sus hijos, que a lo mejor no entienden lo que hace, ni de los de su clase social de Bogotá que ahora odian a Uribe y andan en tratativas con el dúo Santos y Montoya.

Pero sorpréndanse, toda, absolutamente toda esta conducta que ahora vemos puesta en práctica por la “liberada en acción milagrosa” ya la había precodificado Nash. El autor considera que habrá lucro en el juego del “dilema del prisionero” si desconfiamos y nos aprovechamos de los demás. Implacable. Duro. No importa quienes son los otros, familia, amigos, socios, hijos, conocidos. La máxima verdad, Nash dixit, es desconfiar de todos, por que el genero humano solo busca su satisfacción y propio beneficio: “Desconfiar, y seguir desconfiando de todos los que te rodean”.

Un Supuesto de la Teoría de Nash era que desde la sospecha y el egoísmo es de donde se puede construir el verdadero “equilibrio social”, ya que el género humano todo, sin exclusiones es sospechoso de quererte ganar.

Nash invento una serie de juegos de competencia, en todos ellos impulsaba la racionalidad que demostraba que solo ganaba quien lograra fingirle mas al otro. Joderlo. Solo gana quien desconfía, en el juego no puede haber espacio para la cooperación.

El supuesto fundamental, parte de la teoría que sin duda Ingrid practica absolutamente es: “el ser humano solo tiene una (única) forma de comportarse, pues el mundo es competitivo y cruel”.

Su sueño es que personas se vigilen constantemente a niveles de paranoia y desde allí negocien sus ajustes de conductas para conseguir lo que quieren. Las etapas son los descansos del juego para iniciar otras jugadas, siempre aplicando el mismo modelo. Hasta la nausea.

Una de sus tesis favoritas estima que los modelos sociales son sistemas concebidos por la sospecha y animados desde el egoísmo. Desde esa tensión se logra el punto de equilibrio.

Lo que debemos nosotros es pensar en cuan consistente es Ingrid para lograr lo que busca a costa de los demás y hasta donde podrá llevar su juego montada en la espalda paranoica de sus iguales de clase social bogotana.

Mientras tanto deseo que el buen viento la abanique, en tanto, espera reverencias y sueña su próxima jugada a la puerta del Grand Vefour en 17, rue de Beaujolais, en París, que según entiendo es el lugar preferido de su temporal acompañante Monsieur Villepin, de paso allí se recomiendan los Cornichons a la facon de mon pére, ojala los requiera …. Favor no dude, acepte consejo, en este caso, solo en este caso … sea dócil … sobre todo no deje que su paladar se niegue al disfrute de un buen Chateau Margaux con el cual brinde por los recuerdos de todos los presos que como producto de una larga guerra aun creen que Ud. hará algo por ellos … cuidado …. de esos si debe desconfiar tienen buena memoria … santé.

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