Opinión Internacional

El Eje Irán-Siria-Venezuela-Cuba

El viaje de Hugo Chávez a Siria se transformó en el eslabón que consolidó el eje entre Teherán, Damasco, Caracas y La Habana. La alianza se había manifestado ya cuando el Organismo Internacional de Energía Atómica decidió sobre la pertinencia del programa nuclear adelantado por Irán y, de los 35 Estados que lo componen, solamente 3 votaron a favor de la nación persa: Siria, Venezuela y Cuba, mientras 27 se opusieron y 5 se abstuvieron.

Entre Cuba y Siria existen relaciones bilaterales sólidas, con 4 décadas de historia. El 6 de junio pasado la Agencia Cubana de Noticias informó sobre la firma del Protocolo para la Celebración de Consultas Políticas. Allí se puede leer que “el entendimiento es una expresión de la unidad de voluntad de ambos gobiernos por incrementar el alcance de la cooperación entre ambos Estados tercermundistas, que comparten innumerables posiciones en el ámbito internacional y trabajan para lograr un mundo mejor”.

Las relaciones Irán-Siria se formalizaron en materia de defensa conjunta en junio pasado, aunque Jane´s, una de las publicaciones de inteligencia mejor informadas del mundo, había revelado que el acuerdo se produjo en noviembre de 2005.

El vínculo Venezuela-Irán se potenció a partir de la llegada de Chávez a la Presidencia, convirtiéndose en una alianza estratégica con decenas de acuerdos firmados en diversas áreas de la vida de ambas naciones.

El nexo Cuba-Venezuela ha avanzado formidablemente bajo el impulso que le han dado Chávez y Castro, quienes quieren llegar a la “fusión” de ambos estados.

Siguiendo los caminos de Bravo y Ceresole

El “Eje” Irán-Siria-Venezuela-Cuba ha venido tejiéndose armoniosamente durante años en torno al principio de “bloque antiimperialista” y “creación de una nueva civilización”.

Su antecedente conocido es la vieja relación del Partido de la Revolución Venezolana, expresión política de la guerrilla bolivariana (PRV-FALN) de Douglas Bravo, que había tomado contacto con los partidos socialistas Baath de Irak y de Siria hacia el fin de los años 70´.

La guerrilla envió a varios de sus mejores cuadros a Irak, Siria, Líbano, Libia y Argelia como parte de sus lineamientos de enfrentar a Estados Unidos y al modo de vida occidental, considerado como portador de valores negativos para la humanidad, con el fin de crear una nueva civilización.

Entre varios nombres conocidos destacaron el de los fallecidos Kléber Ramírez, autor de los decretos -nunca aplicados- del 4-F, Diego Salazar, Director de Relaciones Internacionales del MVR al momento de su muerte, y el de Edgard Rodríguez Larralde (El Catire), quien para ese entonces desempeñaba funciones de Secretario Internacional del PRV-FALN.

Rodríguez Larralde realizó su última misión al Líbano con un grupo de guerrilleros salvadoreños en 1981. El “Catire” Larralde hizo las veces de canciller de la insurgencia, algo facilitado por su vasta cultura y su dominio absoluto de varios idiomas, entre ellos el inglés y el francés. Cuando Hugo Chávez llegó al poder fue designado como Gobernador de Venezuela ante la OPEP, cargo al que renunció posteriormente.

Por su parte, Norberto Ceresole, el fallecido asesor para temas geopolíticos de Chávez, en su obra El Nacional-Judaísmo, señala que “en este libro el Medio Oriente (y sus crisis) es enfocado principalmente desde el Sur del Líbano y Valle de Bekaa, regiones que recorrí pueblo por pueblo; y también desde las barriadas musulmanas de Beirut y del Norte cristiano. Pude conversar con líderes políticos de todas las tendencias y también con los principales jefes civiles y militares de Hezbolláh” (pp. 40 y 41), para concluir en que “el sur del Líbano, hoy, es el arco de bóveda de la política mundial. De allí nacerá el choque decisivo. Allí se decidirá el resultado de la primera guerra mundial intercivilizaciones” (Ibidem, pp. 97 y ss.).

La Tumba del Imperialismo

Al igual que cuando visitó Teherán, Chávez no guardó sus pensamientos en torno al eje Estados Unidos-Israel. “Este siglo XXI cavaremos la tumba del imperialismo norteamericano”, sentenció en la Universidad de Damasco al recibir el doctorado Honoris Causa.

El Presidente de Siria, Bachar Al Asad, por su parte, confirmó que las posiciones geopolíticas de Venezuela y Siria eran “muy cercanas en lo que se refiere a las cuestiones internacionales”.

Paralelamente, la comisión de la Asamblea Nacional de Venezuela” presente en Siria “elogió el apoyo del gobierno de Damasco a la lucha popular palestina y libanesa contra el enemigo israelí” (EFE, 29-08-2006).

Estados Unidos e Israel, los enemigos

Cuando comenzó la Guerra del Líbano se realizaba en Caracas la II Reunión de Representantes de Alto Nivel de Países Árabes y Sudamericanos, que siguió a la Cumbre Sudamérica-Países Árabes celebrada en Brasil en mayo de 2005.

La II Reunión aprobó una declaración de condena a Israel por sus ataques al Líbano y a Palestina. Pero la posición venezolana fue mucho más allá. En Kuala Lumpur el Canciller Nicolás Maduro sostuvo que Venezuela y Malasia compartían la idea de que el gobierno israelí debía ser sometido a un juicio internacional “por la agresión al Líbano”.

Con posición parecida, el Ayatolá Hashemi Rafsanyani, declaraba en Teherán (19-08-2006) que Israel había cometido” crímenes de guerra” en el Líbano y pidió que se abriera una investigación en un “tribunal justo internacional”.

Pero el Ayatolá Rafsanyani apuntó también a Washington. “Esperamos que Estados Unidos haya aprendido lo suficiente de la Guerra del Líbano como para no meterse en otro jaleo para hacer más insegura nuestra región”, dictaminó el religioso.

La guerra sin fin

La nueva Gran Guerra del Medio Oriente solamente comenzó en el Líbano. La contienda (asimétrica) entre el Ejército del Estado de Israel y Hezbolláh dejó las cosas como antes de que se disparara el primer misil. Hezbolláh seguirá armado, ahora con la legitimación que le han dado la guerra y buena parte de la población libanesa no chiíta.

Pese a la tregua lograda por la ONU, la guerra no ha concluido.

Hezbolláh es respaldada por los gobiernos de Irán y Siria. Sus enemigos estratégicos, tal como lo ha definido Ahmadinejad, son Estados Unidos e Israel. Irán y Siria han firmado un acuerdo de defensa contra una agresión de cualquiera de los dos países, que representan a “Occidente” en un conflicto cada vez más próximo a las tesis de choque de civilizaciones de Huntington.

Israel ha quedado bajo estado de shock después de no haber conseguido doblegar a Hezbolláh. Su Presidente está enjuiciado por “acoso sexual”. Su Primer Ministro es cuestionado por buena parte de la población civil y por muchos reservistas, ante lo que se considera una conducción desacertada de la guerra. Por la misma razón su Ministro de Defensa está contra la pared. Una situación parecida atraviesa el jefe de las fuerzas Armadas, Dan Halutz.

Pero Israel sabe que su problema es de supervivencia como Estado-nación. Tendrá que resolver rápidamente sus divergencias internas para enfrentar las amenazas de su principal enemigo: el eje Irán-Siria. Para esa misión ha sido designado otro general, Eliécer Shkedy. Israel ha preparado su guerra contra Irán, fundamentalmente ante el temor de que el paso de los meses permita que los persas, quienes han exigido que el pueblo hebreo “se mude” a Europa, puedan fabricar un arma nuclear.

Israel sabe que difícilmente pueda contar con Washington, al menos en breve plazo. Un sector del alto poder estadounidense, encabezado por la Secretaria de Estado, Condolezza Rice, quiere jugar primero la carta de negociar con Siria, para romper el eje Irán-Siria, una misión tan imposible como desarmar a Hezbolláh o frenar el desarrollo nuclear persa.

Washington, mientras tanto, se debate entre qué hacer con la guerra de Irak, prácticamente convertida en una guerra civil intrarreligiosa, y cómo enfrentar una nueva contienda que puede unir a los chiítas de Irán con los de Irak, para producirle una derrota aplastante a sus tropas estacionadas en el desierto iraquí.

Por eso la prensa israelí (The Jerusalem Post) avisa que Israel tendrá que actuar “solo” contra Teherán si desea neutralizar la amenaza iraní.

Pero si Israel ataca a Irán posiblemente obligue a intervenir a Estados Unidos.

Hugo Alconada Mon, un muy informado corresponsal de La Nación de Buenos Aires en Washington, afirma que Bush tiene solamente 3 opciones: a) ordenar un ataque contra las instalaciones nucleares de Irán, b) impulsar sanciones comerciales contra la nación persa, ó, c) iniciar un diálogo directo con Teherán.

Meir Javendafar, un especialista en el tema persa que vive en Israel, reduce las posibilidades a dos. “Está llegando el día en que vamos a tener solamente dos opciones: vivir con un Irán nuclear o la vía militar”.

El día de la verdad está llegando para Irán, Israel y Estados Unidos. Es cierto. Pero también se acerca para el resto de los involucrados en la disputa, comenzando por Siria, Venezuela y Cuba.

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