El factor McCain
La receta para unas elecciones primarias de rutina en Estados Unidos estaba lista para inaugurar en la segunda mitad de este año la carrera por la Casa Blanca entre Al Gore, vicepresidente de Bill Clinton, y George W. Bush, heredero del último presidente republicano y gobernador de Texas. La campaña Bush había recogido 70 millones de dólares durante 1999 entre los republicanos que confiaban en recuperar la presidencia frente al heredero de Clinton y mantener la mayoría en el Congreso. Tanto Bush como Gore estaban enfrentados a candidatos sin su experiencia, bagaje ni popularidad, como John McCain, oscuro senador de Arizona desde 1986, Bill Bradley y Steve Forbes.
Sin embargo, las primarias del estado de New Hampshire (especie de consultas internas de los partidos en los 50 estados, que definen el candidato presidencial de demócratas y republicanos) lanzaron al estrellato al republicano John McCain, tras derrotar al favorito Bush por 19 puntos. A pesar de que solo se han realizado 4 primarias de 51, y disputado 77 de los 2.066 delegados para la convención republicana, la tradición política estadounidense tiene en Iowa, New Hampshire y Carolina del Sur un patrón de cómo será la confrontación electoral antes del 7 de marzo, el famoso ‘supermartes’, en el que 11 estados van a las urnas, entre ellos Nueva York y California.
La importancia del triunfo de McCain está en que se mantiene vivo y con posibilidades de derrotar de nuevo a Bush en Carolina del Sur este sábado y complicar una candidatura prácticamente en el bolsillo. Pero, ¿por qué gana McCain? Las elecciones del 2000 en Estados Unidos se han convertido en un veredicto para la administración Clinton. A pesar de la prosperidad económica, el crecimiento imparable y las cifras récord en empleo y consumo, el caso Lewinsky dejó la impresión de un presidente indigno. Los republicanos Bush y McCain quieren convencer al electorado estadounidense de que son capaces de mantener la gestión económica de Clinton y, al mismo tiempo, devolverle la altivez al solio presidencial.
No obstante, George Bush, favorito de la mayoría de gobernadores y congresistas y candidato del establecimiento, ha fallado en dar esa imagen de reformador. Mientras que McCain, con su ataque al ‘triángulo de hierro’ de Washington (la perversa relación cabildeo-dinero-legislación) y su propuesta de reformar la financiación de las campañas, ha empezado a mover la franja de los independientes, apáticos y hasta demócratas, en un país donde la abstención es característica.
Los temas candentes en estas elecciones son internos, como el destino del superávit fiscal, el futuro del sistema estatal de salud y seguridad social, el control de armas y los impuestos. Pero la aureola de ex prisionero de guerra del Vietnam inclina a McCain a privilegiar a Estados Unidos como policía internacional. «Debemos continuar el uso de nuestra primacía en los asuntos mundiales para el beneficio de la humanidad», dice. En la guerra contra las drogas, McCain no oculta la aproximación característica de los republicanos. «El próximo presidente debe ser un comandante-en-jefe de una guerra con una sola misión: ganarla», agrega.
Aún es pronto para saber si el fenómeno McCain no se desinflará en las primarias de Carolina del Sur, como ya pasó con Pat Buchanan, ni si saldrá derrotado en el ‘supermartes’. No sobra recordar que el Plan Colombia es apoyado por Clinton y Gore y que los demócratas han enfatizado en una ayuda no solo militar, sino en una que incluya los cultivos alternativos y los derechos humanos.
Tomado de (%=Link(«http://www.eltiempo.com.co/»,»El Tiempo»)%) de Colombia del 18 de febrero de 2000