Opinión Internacional

El Factor Olvidado en la Ecuación Irak-EE.UU

Algo que nadie parece contemplar de la situación actual es algo que el mismo Sun Tzu omite en el “Arte de la Guerra” y resulta muy sencillo. Quien hace la guerra, apuesta por ganar y la inicia cuando la victoria está virtualmente asegurada, hasta allí todo bien. Sin embargo, ninguna guerra tiene victorias garantizadas para ninguno de los bandos.

Esta batalla parece se desarrollará en dos frentes. Uno, en su estilo convencional consistirá en la movilización de tropas, buques, tanques y aviones. No parece que muchos crean en la victoria iraquí. Aunque poco se considera la unidad que experimenta el país árabe ante la amenaza de una invasión, tampoco que una guerra en territorio propio siempre es más difícil que en territorio ocupado (Kuwait) Nada está considerando de la capacidad de aprendizaje sobre el pasado que pueden haber logrado los oficiales iraquíes, de alguna manera los árabes se enfrentan al temor de la destrucción total de su cultura y eso los puede hacer una fuerza suicida. Okinawa fue la resistencia más cruda, los japoneses entendían que una derrota implicaba la supervivencia de su civilización como la entendían y no se equivocaron.

El segundo frente más importante, puede darse en actos terroristas. Poco más de diez hombres llevaron el horror a los cielos norteamericanos secuestrando aviones civiles y uno solo, el francotirador de Washington podrá no poner en jaque a la cultura norteamericana ni poner en dilemas de supervivencia a la Casa Blanca, pero ciertamente generan un panorama similar al de una ciudad sitiada que afecta al consumidor. Ganar la guerra y perder la paz destruye cualquier economía.

El éxito norteamericano y del cual parten sus geopolíticas es la seguridad hemisférica, la invulnerabilidad de sus ciudades y por ende pueden establecerse imperios financieros como el de Wall Street, de él se sustenta la prosperidad, el sueño norteamericano y todo lo que sea considerado yanqui.

Sí haces la guerra debes estar dispuesto a todo para conseguir la victoria, pero igual se debe estar dispuesto, como en toda apuesta a aceptar una derrota y a vivir con ella. Hasta ahora los planificadores del Pentágono parecen no considerar seriamente esta posibilidad. Si Vietnam dañó al más importante arsenal de la democracia, tenemos que pensar que eso será más duro en una sociedad que surge contra la guerra en Irak y en donde la unipolaridad es la constante. Mientras la sociedad occidental actúa a la defensiva, el oriente árabe, cree que los sucesos del 11 septiembre abren una ventana de oportunidad, en donde la victoria, lejos de los medios convencionales de guerra les permite lograr sus objetivos. Bin al Shibh, una de las dos personas vivas que podría relatar cómo se organizó el ataque a EE.UU., ha revelado a Al Yazira que al impetuoso terrorista Yarrah que dirigiera el fatídico vuelo que se estrelló en Pensilvania fue bautizado como Tarik, nombre del conquistador de Andalucía  del siglo VIII. Mientras los estadounidenses sienten un sabor amargo y de ocaso, los árabes respiran y aspiran a un renacentismo.

¿Esta lista la sociedad Occidental a existir sin un poderoso EE.UU? ¿Quién defenderá los valores de libre mercado, democracia y estabilidad económica? ¿Cómo podrían conservar los europeos sus dominios coloniales sin un aliado poderoso con capacidad militar portátil? Una unión americana debilitada por la derrota no solo querrá saber menos de guerras sino que en lugar de generar un estado intervensionista como el actual, fomentará un estado norteamericano internistas, como surgió después de la Primera Guerra Mundial, éste no deseará intervenir en conflictos internacionales. Japón, después de la experiencia de 1945 erradicó la guerra y todo lenguaje belicista.

Amén que pocos los respetarán ¿Cuál será la imagen de supremacía occidental sin EE.UU?  Si una sola arma de destrucción masiva se activa en su territorio no importará si la bandera americana está izada en el Palacio de Hussein en Bagdad ¿Quién protegerá los intereses de las poderosas empresas estadounidenses en el exterior?

Granada, la minúscula isla caribena exaltó los ánimos militares y fueron de escalón para Panamá y posteriormente “Tormenta del Desierto”. Sin embargo, Somalia fue suficiente para retraer y retirar tropas norteamericanas.

La apuesta más sensata hasta ahora es la de amenazar e imponer a Irak pero no actuar. Porque lo dicho, quien hace la guerra aunque sueña con la victoria debe estar también dispuesto a vivir con la derrota. Una lección a la que ningún imperio ha estado ajeno. Felipe II tenía la flota más poderosa que el mundo había conocido, numéricamente superior a la inglesa. La derrota del duque Medina Sidonia, los incendios de sus buques y los naufragios masivos en 1588 ante los ingleses significó el final del Siglo Español. Una derrota hasta ese momento inimaginable.

La negativa alemana, una de las economías más sólidas y prósperas del planeta y su firmeza de no apoyar un ataque contra Irak puede tener esas connotaciones, de posicionarse en un futuro vanguardista, después de todo, ha sido históricamente el único país europeo con reales capacidades para llevar adelante sus viejos sueños de geopolítica expansionista en todo el planeta.  

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