Opinión Internacional

El petróleo frena la nueva economía

El fuerte aumento del precio del petróleo ha enfrentado a los grandes productores mundiales con EE UU. El presidente Clinton ha presionado abiertamente a los países exportadores para que suban su producción y restablezcan la estabilidad del mercado. De no ser así, el crecimiento que la nueva economía puede aportar a los países industrializados podría reducirse fuertemente ante las altas tasas de inflación y la caída de la productividad derivadas de los precios del crudo. Venezuela y México aceptan que esta medida debe adoptarse, pero los del golfo Pérsico temen que los precios se hundan al aumentar la oferta. Queda un mes para que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se reúna y tome una decisión.

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FERNANDO GUALDONI, Madrid
La nueva economía de los países industrializados (telecomunicaciones, Internet, comercio electrónico) se halla a merced de una industria centenaria como el petróleo. EE UU, el paradigma de los nuevos tiempos (debe a las nuevas tecnologías el 35% de su crecimiento económico entre 1995 y 1998), ha sido el que mayor empeño y presión ha ejercido para que los grandes exportadores de crudo suban su producción a partir de abril. México y Venezuela apoyan el alza y sostienen que la mayoría de los grandes productores también, pero los países del golfo Pérsico e Irán no dan señales de acuerdo.

En diciembre pasado, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estudió los posibles efectos de un mayor aumento de los precios del crudo y concluyó que para los países industrializados esto implicaría una subida de los precios de las importaciones de unos 80.000 millones de dólares (13,2 billones de pesetas), es decir, en torno a entre un 0,25% y un 0,50% del PIB conjunto. Así que, pese a la sideral cantidad de dinero que aportan la nuevas tecnologías (en el caso de EE UU representan el 8% de su PIB), el impacto de un barril a 30 dólares de forma sostenida descalabraría las economías industrializadas.

Bill Clinton, acosado por la oposición republicana en plena campaña en favor de Al Gore y por los consumidores de gasolinas (particulares y empresas), no dudó la semana pasada en lanzar una advertencia a los países petroleros para que tomen medidas y eviten una mayor escalada de los precios del crudo. Clinton incluso amenazó con usar las reservas estratégicas de petróleo para impulsar a la baja los precios. En EE UU, como en el resto de los países industrializados, la subida de casi un 200% del precio del petróleo ha disparado la tasa de inflación y los bancos centrales, tanto estadounidense como de la zona euro, han sido forzados a subir los tipos de interés para atajar el alza de los precios. Medida que, por principio económico, tiende a frenar el crecimiento.

Aviso teledirigido

El aviso estadounidense se dirigió principalmente a los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el grupo de países que extrae 26 de los 75 millones de barriles de crudo que se producen actualmente. Diez de los 11 miembros de la OPEP y un grupo de exportadores de fuera de la organización acordaron en abril de 1999 un recorte de la producción de 5,2 millones de barriles diarios, cuyo plazo expira el 31 de marzo próximo. Hasta hace tres semanas, la mayoría de estos países mantenían una postura común: prorrogar los recortes hasta finales de junio próximo, como mínimo, para prevenir un posible desplome de los precios que tanto les había costado hacer subir y de cuyo nivel depende la bonanza de sus economías.

Cuando Washington lanzó su advertencia, las miradas se dirigieron fundamentalmente a tres países: Arabia Saudí, Venezuela (ambos de la OPEP), y México, los principales suministrados de crudo al mercado estadounidense. Casi inmediatamente, México y Venezuela estuvieron de acuerdo en que había que considerar una subida de la producción para evitar una mayor subida de los precios, que, como señaló Clinton, «sería tan contraproducente para sus intereses como para las economías industrializadas».

La reconsideración hecha por Venezuela y México agradó a Washington, pero EE UU sabe que sin un acuerdo con Arabia Saudí la posibilidad de un aumento de la producción es casi inexistentes. La presión estadounidense funcionó, pero no del todo, y sólo falta un mes para que la OPEP decida o no subir su producción en la reunión del 27 de marzo.

Fuentes cercanas a la OPEP señalan que «a los saudíes no les convence mucho lo de subir la producción, pero tampoco enfrentarse con EE UU». El secretario norteamericano de Energía, Bill Richardson, sólo consiguió ayer en Riad, la capital saudí, un lacónico comunicado conjunto en el que se afirma que se «va a continuar revisando el nivel de demanda y de oferta de petróleo para asegurar la estabilidad del mercado, que descienda la volatilidad de los precios y evitar dañar a la economía mundial».

Durante 1998, con el barril por debajo de los 15 dólares, las exportaciones de Arabia Saudí se redujeron en 22.000 millones de dólares (un 35% del total), su déficit público pasó del 17% del PIB en 1997 a 116% a finales de 1998, según el FMI; y su crecimiento cayó de un 1,9% al 1,6% entre 1997 y 1998. Similar es la situación de sus cinco socios del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico (CCG), formado por Kuwait, Qatar, Omán, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein.

El CCG se reunió el martes pasado en Riad y su mensaje fue claro: «El precio del barril entre 20 y 25 dólares es aceptable». No han dicho que apoyarán una subida de la producción, pero tampoco que no lo harán. Según los analistas, «los mercados esperaban que los saudíes (en favor de un leve aumento de la producción) convencieran a sus socios, especialmente a Kuwait». Pero esa breva aún no ha caído y a los saudíes les queda poco margen de maniobra para su reunión del próximo jueves 2 de marzo con venezolanos y mexicanos para adoptar una postura común antes de la cumbre de la OPEP.

Por la creciente expectativa de un alza de la producción, el precio del barril de crudo brent en el mercado de Londres (precio de referencia para el mercado europeo) cayó de unos 28 dólares a menos de 26 en los últimos 15 días. Ahora, tras la reunión del CCG, los analistas prevén un periodo de fuerte volatilidad en el mercado petrolero. De hecho, el precio del barril aumentó un dólar el jueves pasado como resultado de la reunión del CCG, que decepcionó a los mercados. No obstante, la mayoría de los expertos considera que la OPEP finalmente subirá la producción en un rango de entre 1,2 y 1,7 millones de barriles diarios. Por esta última razón, el precio del crudo aún no se ha disparado aún mucho más.

Todas las posibilidades

El profesor Zuhayr Mikdashi, de la Universidad de Lausana, experto en economía del petróleo y ex asesor de la OPEP, cree «que la organización terminará por subir gradualmente su producción, porque, de no hacerlo, corre un serio riesgo de que países productores que no pertenecen a ella, como Rusia o Noruega, sí lo hagan y les quiten cuota de mercado». Sin embargo, Lio Drollas, vicedirector del Centro de Estudio de la Energía Global de Londres (CGES, en inglés), opina que «la OPEP no teme a la competencia porque los productores independientes ya están produciendo al máximo posible». «Si la OPEP no sube sus cuotas en al menos 2,5 millones de barriles diarios, el precio no bajará de 25 dólares. Esto se debe a que la OPEP ya está produciendo un millón de barriles por encima de sus cuotas, por lo que si sólo las aumenta 1,2 millones, en la realidad no serán más que 200.000», añade.

Pese a la situación, muy confusa por el cruce de declaraciones contradictorias, muy pocos intermediarios consultados esperan que el precio del brent se dispare por encima de los 30 dólares tras la cumbre de la OPEP. Los expertos de Exxon-Mobil calculan que el precio del crudo estará entre 16 y 18 dólares a largo plazo y el presidente de Royal Dutch-Shell, Mark-Moody-Stuart, calcula que el precio medio será de 20 dólares. No obstante, el CGES prevé que aun cuando la OPEP suba su producción 1,2 millones de barriles y otro millón en octubre (el más optimista de los escenarios), el precio medio oscilará entre 23,5 y 24,5 dólares durante este año.

El fracaso del crudo del Caspio

Las razones por las que la actual producción no cubre suficientemente la creciente demanda y por las que el precio del crudo está a niveles tan elevados no depende solamente de la política petrolera de la OPEP.

Uno de los fracasos más sonados por los cuales falta petróleo en el mercado es el proyecto del mar Caspio. Hay proyectos de prospección y producción, pero la construcción de oleoductos clave para que ese crudo llegue a los mercados aún es una ficción. Los desacuerdos entre Turquía, Georgia, Azerbaiyán y Turkmenistán para ver quién se queda con qué parte del proyecto y los conflictos de intereses entre estos países y Rusia, han retrasado indefinidamente la entrada del crudo del Caspio al mercado mundial. Las petroleras de EE UU, las más interesadas, no prevén un producción normal en la zona hasta por lo menos dentro de 10 años.

Por otra parte, uno de los miembros de la OPEP, Irak, produce muy por debajo de su capacidad. Según fuentes de la OPEP, la producción de crudo iraquí se incrementó de 2,15 millones de barriles diarios en 1998 a 2,61 millones el año pasado. Ahora se duda mucho de que Irak pueda alcanzar su objetivo de 3,2 millones para finales de este año, debido a que las infraestructuras están en muy mal estado y, según el Gobierno, sin posibilidad de repararlas debido a la falta de recambios por el embargo de la ONU.

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