Opinión Internacional

El populismo del presidente

Es difícil ignorar la crisis del sistema de partidos políticos y el papel importante de los grupos de presión y las Ongs para entender el ingreso de Evo Morales al gobierno. La ciudadanía estaba persuadida que una vez logrado el poder el presidente actuaría con racionalidad, sabiendo interpretar los signos de los tiempos, y a corto plazo produciría cambios que se traducirían en mayor empleo, seguridad jurídica, inversiones y el nivel de vida mejoraría. Hoy, a nueve meses de gestión nada de eso ha ocurrido y más bien por el contrario, se observa como las familias se desintegran porque uno de sus miembros viaja a Europa en busca de mejores oportunidades.

Por lo que se ve, el presidente Morales aún no se ha dado cuenta que los bolivianos sienten que el país no tiene rumbo, que marcha sin orientación; que están convencidos que pretendiendo cambios a cualquier costo, apoyaron una causa que no era la suya. Así lo confirma una reciente encuesta de opinión que establece que la mayoría de los bolivianos cree que Bolivia va en dirección equivocada y advierte que la popularidad del presidente marcha en paulatino descenso. Esto último indudablemente variará como efecto de la suscripción de los nuevos contratos con las empresas petroleras y la importante publicidad mediática desplegada. Es preciso sin embargo advertir, que esta mejoría sólo logrará sostenerse si hace un uso apropiado de los excedentes que genere la cadena hidrocarburífera. Respecto a la utilización arbitraria y política de este tipo de recursos, se cuenta con la experiencia de PDVSA en Venezuela.

En este sentido preocupa que el gobierno haya venido ofreciendo la renta del gas para desarrollar la economía sobre la base de atávicas lógicas comunitarias, en otras palabras, vivir de la cadena hidrocarburífera. Allí nace el equivocado concepto que la solución del país pasa simplemente por depender de los hidrocarburos. Concepto muy alejado de lo que realmente necesita Bolivia para salir de la pobreza.

La duda que existe es si el presidente continuará con el ‘populismo’ como forma de hacer política. Si seguirá levantado grandes expectativas y esperanzas en la ciudadanía sobre la posibilidad de vivir de los recursos naturales. Si continuará entonando discursos magnificando diferencias raciales y económicas entre los grupos sociales, reforzando la mentalidad discriminatoria entre “ellos y nosotros”, que tanto gustan escuchar los sectores que lo apoyan. Muchos ciudadanos observan del primer mandatario que en reiteradas intervenciones públicas, utiliza como estrategia el insulto y el enfrentamiento entre regiones y sectores, alimentando una peligrosa discriminación racial que privilegia a grupos aymaras, aspecto éste que ha llegado a debilitar al Estado como institución.

Ya se conoce que el ‘populismo’ es un camino sin retorno, que no conduce a buen puerto. De modo que si el presidente decide continuar con esta forma de hacer política, deberá sortear muchos inconvenientes dado que, luego de un tiempo, quienes no sientan satisfechas sus demandas, empezarán a realizar protestas callejeras y a generar conflictos. Se debe recordar que el populismo no es un fenómeno económico, es netamente político, por ello el procurar mantener la popularidad a costa de prometer vivir de los recursos naturales, especialmente de la venta del gas, conducirá a un manejo torpe e irresponsable de la economía y desencadenará fuertes desequilibrios macroeconómicos que pondrán en peligro la gobernabilidad y la democracia. Al parecer, el equipo de gobierno aún no se ha enterado que este país se mueve con lógicas diferentes.

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