Opinión Internacional

El problema nuclear y la seguridad mundial

En los últimos días hemos visto como comienza a complicarse el caso de Irán y su programa de enriquecimiento de Uranio. Ayer mismo la Secretaria de Estado Condolezza Rice pedía al Consejo de Seguridad que tomara medidas más fuertes en contra de Irán, inclusive que considerara la posibilidad de acciones militares para evitar que dicho país siguiera adelante con su programa de enriquecimiento de Uranio. Por otra parte, la reunión del Presidente del Organismo Internacional de Energía Atómica, Mohamed El Baradei con las autoridades iranianas no arrojó resultados positivos, sino que por el contrario éstas declararon la decisión de Irán de seguir adelante con su programa nuclear.

Sin duda estamos ante una situación que podríamos denominar como de “Juego de Poder” en la cual el gobierno iraní ha dejado clara su posición de hacerse de energía nuclear que, aunque por un lado declara y asegura que es para usos pacíficos, por el otro lanza amenazas de “arrasar con el estado de Israel” lo cual no sería posible sino por medio del uso de armamento nuclear. Tampoco es ningún secreto que Irán ha dado demostraciones de apoyo a grupos de acción terrorista. Todos estos aspectos configuran un cuadro de gran preocupación para occidente, por cuanto el hecho de que un gobierno con las características del de Irán disponga de armamento nuclear, constituye un verdadero peligro para la paz y la seguridad internacionales, sobre todo si se piensa en la posibilidad de que ésta tecnología aunque sea en su expresión más rudimentaria, llegase a estar a la disposición de esos grupos terroristas. En ese sentido, parece ser que las autoridades iranianas están convencidas de que las potencias occidentales no tienen la determinación suficiente para hacer cambiar su decisión de hacerse de armamento nuclear, lo cual es consecuencia del tiempo que se tardó la comunidad internacional, léase Washington y la Unión Europea, en tomar acción para detener el programa nuclear iraní, lo que permitió que Teherán se atreviera a continuar sus pasos hacia el objetivo que tiene trazado. Por de pronto, este “Juego de Poder” parece ahora apuntar hacia medidas drásticas que tendrá que tomar el Consejo de Seguridad si es que se quiere doblegar la voluntad de Irán. Por otra parte, en este “Juego” hay que tener en cuenta la participación de otros importantes actores como son la China y la Federación Rusa, quienes a pesar de su postura inicial de oponerse a tratar el caso en el Consejo de Seguridad, cambiaron de opinión a medida que se evidenciaba información sobre la exacta dimensión del problema. De manera pues que el ajedrez mundial está en lo que podríamos llamar la segunda mitad del desarrollo de la “partida” con los actores en preparación de sus “piezas” para el “final”.

En este ajedrez mundial como es obvio, también están presentes los “peones”. Esas piezas que los actores utilizan a conveniencia bien sea para amenazar con un “jaque”, para apoyar algún “movimiento” que les permita ocupar una posición de fuerza o en fin para sacrificarlos en aras de una “finta” o de un ataque calculado que pudiera significar un golpe mortal en contra del “rey” opositor. En este último caso el sacrificio del peón o de los peones está minuciosamente predeterminado en beneficio del rey propio. Pareciera ser, de acuerdo a algunas informaciones que circulan, que el gobierno de Venezuela al asumir una posición de franco apoyo a Irán, cree participar en este tablero en condiciones de actor principalísimo cuando la realidad es, vista desde una posición de “helicóptero”, que su papel no será otro que el del peón sacrificado en función de un objetivo que él desconoce por completo.

Como decíamos ayer, la decisión de colocar una Fuerza de Tarea de ataque en el Caribe, va más allá del sólo hecho de mostrar la bandera. Deja ver la preparación de las piezas para el “final” de la partida en este ajedrez mundial. Ninguno de los pasos que se están dando obedece a la casualidad. Forman parte de una trama que tiene ya a todos sus actores plenamente identificados, que tendrán que “recitar” sus respectivos guiones y asumir sus consecuencias. Lo que si está muy claro es que anotarse en un juego de estas magnitudes no es asunto de poca monta. Incluso habría que preguntarse si ello no forma parte del inicio de lo que Samuel Huntington apuntaba en su famoso trabajo: “The crash of civilizations”. De ser este el caso, ya es hora de que quienes ocupan posiciones de decisión en la actualidad se detengan a pensar un poco sobre los riesgos que se corren al continuar apoyando un “delirio” de poder que está más allá de toda racionalidad, en cuanto no obedece en absoluto a ningún objetivo ni de seguridad, ni de desarrollo, ni de progreso, ni de subsistencia, que Venezuela como país tenga planteado. Es la hora de las decisiones gruesas. Ustedes señores tienen la palabra.

(*)Contralmirante

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