Opinión Internacional

El Talibán tarijeño

El prefecto de Tarija, Oscar Vargas Molina, se sintió poco menos que regañado luego de una larga conversación telefónica con el presidente Jorge Quiroga quien lo llamó desde La Paz molesto por una amenaza al puro estilo Talibán.

Quiroga, que asumió hace dos meses, está haciendo la labor de apagafuegos en graves conflictos sociales en Bolivia, la mayoría producto del desgobierno de su antecesor Hugo Bánzer Suárez.

Una semana después de hablar con Vargas Molina, el joven presidente fue a Tarija para aplacar los ánimos con la firma de un contrato para la construcción de la carretera La Mamora-Kilómetro 19 que demandará una inversión de 74 millones de dólares, 16 de los cuales proviene de la Corporación Andina de Fomento y 58 millones de dólares del Banco do Brasil.

Un pañito tibio a las agobiantes necesidades del sureño departamento boliviano cuyos habitantes muerden cada vez con más rabia el abandono del gobierno central a sus múltiples necesidades puestas nuevamente sobre el tapete con el paro cívico realizado los días 26 y 27 de septiembre.

Esos días la bronca de los tarijeños se expresó en las calles de distintas formas y con los más diversos extremismos. No faltaron los oradores que alegremente se pronunciaron por la “independencia” de Tarija.

Recordaron que cuando nacía la república, los tarijeños por voluntad propia decidieron su incorporación al nuevo país altoperuano en lugar de hacerlo al Virreinato de La Plata, por lo que ahora, también por voluntad propia, podrían decidir su separación.

Los tarijeños se quejan porque no ven convertidos en obras de infraestructura los beneficios de ser uno de los departamentos bolivianos más ricos en la producción gasífera. Denuncian que hasta las oficinas de las compañías que lo explotan o comercializan tienen su sedes en Santa Cruz y que sólo una ínfima cantidad de tarijeños son sus empleados.

Enumeraron una serie de proyectos camineros paralizados por más de un año porque el gobierno central no les paga a los contratistas y lamentaron una vez más que Tarija no cuente ni siquiera con 150 kilómetros de rutas asfaltadas a pesar de su importancia económica y estratégica.

“Para que el gobierno nos escuche y nos den lo que realmente es nuestro, hay que pillar un avión e ir a estrellarlo en el Palacio de Gobierno de La Paz”, dijo enardecido el líder de los transportistas pesados tarijeños Alberto Kisen Brieger.

El paro, las proclamas “independentistas” que aparecen inclusive en la prensa local, y las estupideces como las de Kisen Brieger causaron profundo malestar en La Paz, pero el incipiente fuego ha sido apagado — por lo menos por ahora — con la promesa de la construcción de la carretera La Mamora-Kilómetro 19.

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