Opinión Internacional

Elogio de la ceguera

En la pasada reunión del Conalde, el Comité Interistitucional de Sucre no consiguió frenar el ilegal referéndum Revocatorio. Lamentablemente las actitudes principistas no prosperan en estos momentos y son congeladas de inmediato por la equivocada decisión de quienes están obstinados en entrar a la arena política, así sea a costa de lo que algunos expertos califican como una ruptura de la democracia que viola los derechos y es contraria a la CPE.

En la opinión de juristas, entre quienes se cuentan ex magistrados del Tribunal Constitucional, existen «armas» en manos de los prefectos que inexplicablemente estos se han negado a usar, apuntando con esto a que existen vías legales y políticas que pueden y deben suspender el proceso revocatorio, debido a que el referéndum es inconstitucional y vulnera derechos; amén de las denuncias de manipulación del padrón electoral que hacen prever un fraude, que se constituye en una doble razón para frenar la consulta atentatoria a los derechos y a la norma constitucional.

Las autoridades que se han decidido por la consulta entran en una dualidad porque a la par que aceptan ir a las urnas y nos convocan a participar, afirman que esta es una ación ilegal, inconstitucional, atentatoria de derechos e «impuesta».

A partir de esta dualidad nacen nuestras dudas, porque si esta es una consulta «impuesta», porque no se ha realizado la debida defensa, ni se han agotado las luchas que se debieron entablar ante la convicción de que se esta frente a un proceso ilegal y violatorio de derechos.

Lo extraño es que se haya aceptado ir a las urnas a sabiendas de que se está acatando la ilegalidad y vulnerando el principio rector de la democracia cual es el derecho a la igualdad ante la aplicación de la ley. Es también inexplicable que se acepte acatar una norma que devalúe el voto de unos y se otorgue un valor doble al voto de otros, según el caso, y que todo eso desemboque en darle un voto de confianza al Presidente para que pueda llevar a cabo su llamado «proceso de cambio», tal como dice la pregunta mal intencionado de la consulta, lo que en última instancia implica abrirle y allanarle al gobierno el camino a la aplicación de su constitución.

El Revocatorio pasará a ser recordado e inscrito en la historia de nuestro país como el referéndum que privilegió las ambiciones políticas y que anticipa el entierro de la democracia, dando lugar a una apuesta en la que se han puesto en primer término los liderazgos con pretensiones de volverse figuras «nacionales» a expensas de la ilegalidad y de dejarnos inermes en un país que se puede tornar inviable, emplazado a concretar un proyecto que traerá persecuciones, sangre y luto a nuestros pueblos.

Pero para ser justos, debemos decir que el presente desbarajuste no es responsabilidad exclusiva de los implicados en las decisiones, aunque en menor medida, también son culpables de omisión otros estratos de liderazgo, conformados por todos aquellos que callan, otorgan y se quedan con las manos cruzadas privándose de emitir una opinión rectora en este momento decisivo. Lo hacen para no enojar ni contrariar a los que están tratando de consolidar poderes a expensas de la amenaza que se cierne sobre nuestras cabezas. Muy pocos son los que se atreven a levantar claramente sus voces de rechazo contra este acto del todo inaudito. La mayoría otorga callando, por cobardía, por no molestarse, por no hacer olas, y por todos esos motivos que son los que llevan a los pueblos no sólo a la inercia, sino también a hundirse en la desgracia y el horror.

Muchas personas y algunas personalidades no se atreven a disentir porque saben que oponerse significa exponerse a todo tipo de reacciones, como las que ya estamos sufriendo quienes nos atrevemos a decir lo que vemos y sentimos, antes que a cuidar nuestras espaldas o buscar un lugarcito seguro a fin de disfrutar alguna migaja prebendal.

El castigo por disentir suele ser la difamación, la calumnia e incluso el hostigamiento, a expensas de llegar a ser señalados como enemigos del pueblo y de la causa autonomista que irónicamente algunas personas estamos defendiendo a brazo partido, con desprendimiento y con responsabilidad.

De todas maneras, con los principios no se transa, por lo que no nos adheriremos a la decisión de continuar en el camino de la permisividad. Que pequen de tolerancia los que han elegido ese camino, porque quienes estamos firmes en la defensa de los principios democráticos y autonómicos, sin tener la más mínima intención de figurar en las páginas de la historia, nos resistimos a seguir aceptando entrar en el terreno de las ilegalidades, y estamos decididos a enfrentar los ataques e incluso las calumnias, sabiendo que es el precio por hablar con la verdad en defensa de nuestra tierra que tanto amanos y a la que estamos dispuestos a defender hasta las últimas consecuencias.

Hablo en plural porque aunque todavía no somos miles, basta con que algunos no nos dejemos arrastrar, para que sostengamos la esperanza de que en lo posterior consigamos transformarnos en millones de defensores de la legalidad y la democracia.

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