Opinión Internacional

Ernesto Cardenal

Recibo un mensaje de alerta de mi buena amiga Edda Armas, poeta que preside(%=Image(5584109,»R»)%)
el “Pen Venezuela”. Un mensaje que me llena de alarma. Dice: “Denunciamos el reciente ataque del gobierno de Daniel Ortega contra el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal. (…) El Padre Cardenal había sido acusado en 2005 por injurias a raíz de una carta que publicó en defensa propia, y recibió una sentencia absolviéndolo de estos cargos y declarándolo inocente, tan absurda era la acusación. (…) Ahora, un juez obediente a Ortega ha revocado esa sentencia declarándolo culpable. Esta acción es totalmente ilegal. La legislación nicaragüense considera que una sentencia sólo puede ser apelada en los seis meses siguientes, de lo contrario se considera cosa juzgada, y no puede cambiarse. Pero el sistema judicial responde a la voluntad política de Daniel Ortega. (…) Todo aparece como una clara represalia por la permanente actitud crítica del padre Cardenal contra los abusos del gobierno de Ortega. Casualmente, esta sentencia fue dictada a su regreso de la toma de posesión del Presidente Lugo en Paraguay, a la que fue invitado de honor y a la que Daniel Ortega se vio impedido de asistir por el rechazo de las organizaciones feministas a su presencia, dada la acusación de abuso sexual que le hiciera su hijastra, Zoilamérica Narváez. En Paraguay, como en otros lugares, Cardenal dijo lo que piensa de Ortega. (…) La integridad de Ernesto Cardenal y sus credenciales como persona que ha dedicado su vida a la causa de la justicia, confieren enorme autoridad a sus críticas, tanto dentro como fuera de Nicaragua. Esto resulta intolerable para Daniel Ortega y es la razón por la cual Ernesto Cardenal ha sido condenado en un fallo judicial injusto y vengativo, y por tanto escandaloso.”
Ernesto Cardenal, poeta y sacerdote y autor de “En Cuba”, y “El Evangelio de Solentiname” que muchos leímos pon fruición en su momento, fue luchador activo contra la dictadura de Somoza, y cuando el Movimiento Sandinista llegó al poder, fue Ministro de Cultura. En esos días, el Papa Juan Pablo II lo regañó públicamente al pisar suelo nicaragüense, y Cardenal, lejos de reaccionar con soberbia, se mostró humilde y lleno de humanidad.

Su posición ante Daniel Ortega es una demostración palpable del desvío de Ortega, que se ha convertido en un farsante más de la misma ralea del teniente coronel Chávez Frías. Falsos revolucionarios que quieren el poder por el poder y engañan a los pueblos.

Defender a Ernesto Cardenal de la canallada de Ortega y todos los Chávez del mundo es un deber de todo el que aspire a un mundo verdaderamente mejor, enmarcado en la libertad y en la justicia verdadera.

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