Opinión Internacional

Es la hora de la verdad

(%=Image(9011472,»R»)%)Cuando van a cumplirse las primeras cuatro semanas de la ausencia del presidente Hugo Bánzer Suárez, hospitalizado en Washington debido a un cáncer pulmonar, extendido a su hígado, uno se pregunta si ¿el mandatario se habrá enterado de la gravedad de su mal como para tomar la decisión de renunciar al cargo?

Aparentemente Bánzer ignora lo que le espera en los próximas semanas. Obviamente los médicos que le atienden no le van a decir nunca que sus meses de vida están contados. Es casi seguro que nadie se animará a decirle que con un cáncer tipo IV el promedio de vida – salvo contadísimas excepciones – es de 9 a 12 meses.

Inclusive en el caso más optimista de que su sobrevivencia fuera más larga, parece que nadie le ha dicho lo que significará la etapa postquimioterapia, la debilidad general, la necesidad de largas horas de reposo, las recurrentes naúseas, la pérdida del apetito, de la pilosidad secundaria, de la necesidad de calmantes fuertes, inclusive de morfina, etc.

Por eso el doctor Ken Block ha dicho que la decisión de que si Banzer vuelve a no a su cargo es “una decisión política y no médica”. A buen entendedor, pocas palabras.

A propósito, llama la atención que el portavoz sea este militar-doctor. Como militar no puede abrir mucho la boca a menos que se lo apruebe un superior. Entre los periodistas corre el rumor de que el Departamento de Estado le ha prohibido responder, a no ser preguntas previamente aprobadas por el Embajada de Bolivia en Washington. Block, además, no parece ser la persona más indicada para hablar sobre el mal que aqueja a Bánzer dado que su especialidad es la gastroenterología. Se lo escogió para dar los partes médicos porque habla español y porque es el subdirector del Walter Reed Army Medical Center.

Aparentemente en La Paz, el entorno banzerista que encabezan el ministro de Gobierno Guillermo Fortún, el de Informaciones Manfredo Kempff y de la presidencia, Marcelo Pérez Monasterios, tienen el encargo de mantener el statu quo hasta donde se pueda, inclusive con la posibilidad de conseguir una nueva prorroga de licencia parlamentaria, tras cumplirse la primera el 12 de agosto.

Mientras tanto el país anda a la deriva, porque el vicepresidente Jorge Quiroga no ejerce ni como tal y menos como presidente interino, a la espera de los acontecimientos, al punto que la Conferencia Episcopal acaba de pedirle que “en las difíciles circunstancias que vive el país, es necesario que la institución presidencial cuente con el más amplio apoyo político y ciudadano y sea ejercida en la plenitud de las atribuciones que establece la propia Constitución”.

El vacío de poder es inocultable. Pudo comprobarse la semana pasada cuando los plazos del ministro del Interior para que cesara el bloqueo de caminos, so pena de intervenir militarmente, fueron el hazmerreir de los bloqueadores. La ausencia de autoridad está también en el acuerdo que permitió una tregua de 10 días. El actual “gobierno” se compromete ante los bloqueadores a revisar leyes que sabe de antemano que no las podrá derogar y menos abrogar. Se trata sólo de ganar tiempo.

¿Crees que hay alguien que pueda decirle a Bánzer que ya no tiene remedio y que debería renunciar?, me preguntó un allegado al anciano enfermo. Por esto pienso que Bánzer ignora la gravedad de su enfermedad.

Pero así como a Bánzer se le oculta la situación, a los bolivianos Kempff nos está vendiendo informaciones que no se adecuan a la realidad. Repite con insistencia que Bánzer volverá a su cargo. Para la prensa internacional se ha convertido en el ministro de la Desinformación por la ridiculez de haber dispuesto que todo lo relacionado con la enfermedad del presidente sea informado desde La Paz.

Nuestro ministro desconoce completamente el funcionamiento de las grandes cadenas noticiosas en Estados Unidos. Y aparentemente tampoco quiera darse por enterado porque trascendió que en una reunión del entorno banzerista en Washington para trazar la estrategia informativa, Kempff ordenó que le embajadora saliera de la sala, cuando era la única que, por su experiencia como ex periodista de UPI y CNN, podía dar ideas sobre el manejo noticioso de este caso.

Kempff no entiende que la enfermedad de Bánzer, mientras siga siendo presidente, no es una cuestión privada, sino que es un asunto de Estado.

La segunda tanda de la quimioterapia se la aplicarán a Bánzer el 1 de agosto. Definitivamente no estará en el país para las fiestas patrias. ¿Regresará para el 12 de agosto para reasumir sus funciones? Si no es así, ¿podrá el país aguantar la situación actual atribuible al triunvirato Fortún-Kempff-Pérez Monasterios?

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