Opinión Internacional

¿Estado paramilitar?

La relación histórica del Estado en Colombia contiene una complejidad creciente (North, Palacios) y no cabe dentro de un marco simplificador, con denominadores que se han vuelto lugares comunes: Estado-región, Estado-paramilitar, Estado-local. Menos aún con una velada teoría que lo niega radicalmente. El Estado colombiano no representa una esfera política uniforme, cierto. Pero no es del todo cierto que en Colombia vivímos bajo condiciones de un Estado anómico. Aunque tenga justifiación esta otra conjetura: que tenemos condiciones sociales anómicas.

Los grados de confusión provienen recientemente de confundir la influencia institucional del paramilitarismo en regiones como la Costa Atlántica, con una identidad sustantiva entre Estado y paramilitarismo. Esta hipótesis tiene muchos elementos de apoyo empírico, pero exagera sus alcances. Cuando un gobierno local paga tributo a estas agencia de protección, es probable que esté parcialmente bajo su dominación política y compelido por lo tanto a asistirlas la próxima vez. Los efectos de la sumisión en el tiempo resultan pagaderos. Pero una identidad parcial de gobernantes con el fenómeno paramilitar no debe proyectarnos hacia una falacia de composición: El Estado-paramilitar.

Típicamente, el gobernante local se encontró comprometido a ayudar a sus protectores, ya sea por elección o necesidad. Lo primero es obvio en caso de ostentar un mayor poder. Lo segundo, si repartió contratos con los recursos destinados a la salud o la educación. Un alcalde que le consultaba al comandante paramilitar la aprobación de proyectos estaba bajo la esfera de un poder anómico. Y condenando la gobernabilidad al delito. Pero merece por lo menos discusión que todas y cada una de las regiones y localidades cumpliran los mismos patrones.

También es un lugar común la protección de políticos que proporcionaron beneficios, como manera de proteger futuras fuentes de ganancia. La siguiente ilustración que proveen los archivos es el caso de políticos que pelearon juntos en el pasado (Rocío Arias, Eleonora Pineda, Luis Alberto Gil, Mario Uribe) han vivido parcialmente comprometidos en el futuro. Los planes trazados incluyeron implícitamente una lealtad recíproca. Hasta que una variable libre quebró el espejismo. El poder en la política no destina condiciones estacionarias. Siendo un poder dinámico, se pasa de amigo a enemigo y viceversa. Y a este panorama se denomina ahora para-política.

Esto nos puede ayudar a dimensionar las campañas de alcaldes y gobernadores para el año 2007. Los aumentos y disminuciones del compromiso entre las nuevas fuerzas a nivel de los gobiernos locales serán de un monto constante, es decir, incrementos del 10%. Además el compromiso de un político con otro nunca podrá ser más del 100% ni menos del 0%. Aunque podrán ser menos discretos los aportes a las campañas. Los apostadores de la Costa le entregaron a la campaña de Uribe en el 2002, más o menos 1000 millones. Estos compromisos económicos reclaman dentro de la legislatura del Congreso su simetría. Si ambos sectores trabajan juntos en contra de un mismo enemigo.

Este estimativo ayuda a comprender también que los compromisos y el dinero en la política supera las lealtades recíprocas. Por lo tanto, cuando un político activo está evaluando la vulnerabilidad de su contendor, puede tomar en cuenta los compromisos y los dineros de todos aquellos que quieran unirse a su campaña. De manera semejante, el enemigo puede determinar el costo que tendría para él la lucha calculando el daño que la alianza atacante podría causar, y la proporción de ese daño que el enemigo sufriría, que puede ser el valor de los aportes consignados en las cuentas de las camapañas con las que ha contribuido la agencia de protección paramilitar.

De nuevo. Una valoración con estudios comparados puede permitirnos identificar de qué modo el fenómeno paramilitar fragmentó las condiciones sociales en diferentes regiones del país. Como el paramilitarimo ha contribuido negativamente a crear imaginarios de vida social colectiva. Pero también tendríamos que diferenciar las dimensiones de su influencia sobre la estructura global del Estado. Algo que todavía contiene demasiados lugares comunes.

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