Opinión Internacional

Fidel y el Hombre Nuevo

Desde mi adolescencia admiré casi con veneración a la revolución cubana y asus héroes guerrilleros. Mi militancia en aquella izquierda que emergía renovada en esos primeros años de los 70, estuvo inspirada en gran medida, por la legendaria epopeya de unos jóvenes barbudos que se batieron contra la dictadura de Batista.

Las canciones de Pablo Milanés, Carlos Puebla y Silvio Rodríguez orientaban nuestra rebeldía hacia la defensa de los pobres y contra la opresión del yanqui explotador y sus lacayos la burguesía criolla, tal como se colocaba en las pintas cerca de la Embajada gringa en La Floresta. No tenía ninguna referencia inmediata de Cuba, mi único vínculo era la revista Cuba Internacional, las películas que pude ver en el Ciclo Cubano que pasaron en el Cine La Castellana y la discusión ideológica en aquellos tiempos de elecciones para el FREUCV que ganó Alexis Ortiz del MAS, frente a Héctor Alonso López de AD. Por supuesto, mi pase del Liceo a la UCV acrecentó mi idolatría ya que, gracias a excelentes profesores también seguidores de la utopía, comencé a estar en contacto, con las teorías que explicaban y justificaban la toma del cielo por asalto, como desiderátum natural de un sistema capitalista en decadencia y sin moral.

En esos años, una fotografía de Fidel, el Che o Camilo era absolutamente inspiradora. Estos Robin Hood del siglo XX nos decían a gritos, desde el silencio de la imagen, que era posible tomar el camino hacia la felicidad del pueblo.

La ilusión de que el paraíso existía nos hizo justificar atrocidades como la persecución a la disidencia, los fusilamientos decididos con sentencias prefabricadas y la censura de escritores incómodos al régimen. Por supuesto, la única explicación a la existencia de balseros que arriesgaban su vida en un mar infestado de tiburones, era la debilidad ideológica y la poca conciencia revolucionaria. Construir el Hombre Nuevo no era cosade soplar y hacer botellas, pero allí estaba Fidel demostrándonos que sí era posible. El Comandante era el ejemplo a seguir, su proverbial sencillez y desapego a las riquezas materiales, le daban la fuerza moral para exigirle al pueblo cubano sacrificios que rayaban en votos de pobreza.

Con el correr del tiempo y unos cuantos viajes a la isla, tuve contacto con la verdadera Cuba. Ver de cerca la pobreza extrema, el hablar en voz baja con miedo, la prostitución al descampado y al servicio del turista, el deseo irrefrenable de salir como sea (el matrimonio es una vía tan buena como cualquier otra), el submundo de la venta de productos de la libreta de racionamiento y la antipática discriminación al nacional frente al extranjero, nos reveló que durante muchos años sucumbimos ante una oferta engañosa gracias a la hábil propaganda de un régimen que ha vendido slogans y canciones pero no realidades. Cierro esta reflexión con la información que acaba de aparecer en el diario Forbes, Fidel se ubica como el séptimo mandatario con más riqueza en el mundo. ¡Toma tu Hombre Nuevo!

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