Opinión Internacional

Fisioculturismo bélico

Nadie en este mundo, con un mediano juicio de convicción por el valor supremo que significa la vida humana, pudo dejar de conmoverse y de condenar en el estallido de una rabia de solidaridad y amor a su prójimo, los actos de terrorismo en los Estado Unidos. En nuestro ánimo personal, no abriga la menor duda de la obligante necesidad de la participación de todos los factores individuales y colectivos, de inteligencia, diplomáticos y bélicos para minimizar el fenómeno terrorista.

Equivocadamente, o con deliberada intención decimonónica, algunos le atribuyen su lucha contra él, a un desafío exclusivo del mundo occidental, liberal y democrático; igual, y quizás más urgente aún, lo es para el resto de las sociedades del planeta, justamente por ser las innatas aspiraciones de sus pueblos la de erradicar la violencia y llegar a poder construir sociedades más libres y tolerantes. Incluso, el desafío se extiende para aquellas naciones, que no compartiendo nuestros valores, tampoco se colocan en irritante posición contra ellos.

No obstante, el peor daño que nos puede hacer el terrorismo como secuela de sus abominables ataques en Norteamérica y cuyos síntomas parecen haber empezado, es el que sucumbamos de nuestro espíritu crítico. Ese corrosivo dualismo que se ha apoderado de muchas conciencias, al reprimirnos a nosotros mismos si nuestro interior puja por balbucearnos que la manera en que la dirigencia norteamericana y sus aliados están enfrentando el problema no es la apropiada, haciéndonos sentir, cuando ello sucede, como una subespecie de asesinos cómplices de los terroristas, se hace ya insostenible, y es un chantaje, que al menos, en la consistencia que le doy de mis valores yo no estoy dispuesto a pagar.

Puedo estar equivocado, que duda cabe, ojalá que asi fuera; pero algo es cierto, los comentarios que haré no pasan por estar yo envenenado de antiyanquismo, y mucho menos de las inyecciones placenteras- tan prósperas para la “buena conciencia”- del buen salvaje.

La Propaganda

En la batalla ideológica propagandística, el Presidente Bush -en principio- ha tenido favorables aciertos. El planteamiento maniqueísta que se gestó ante la impotencia y el más que compresible dolor por la barbarie, y que resultó en las primeras de cambio en enseñar el volumen de su musculatura, ha rendido sus frutos(se está contra el terrorismo o a favor de él). Sino preguntémosle a nuestras conciencias si el acto de fisioculturismo nos convenció o no nos convenció.

También la propaganda, cuya vanguardia son las imágenes consecutivas y persistentes de las torres derrumbándose(que no han cesado de aparecer) y las escenas de dolor, han servido para que los aliados de Washington y buena parte de occidente- por ahora- se adhiera a la idea de “la justa guerra”, a la que se le ha agregado el eufemismo de guerra humanística, esto último apuntalado por imágenes de aviones lanzando 37.000 unidades de alimentos para cerca de 2.000.000,oo millones de refugiados. Se hace notable en los medios como instrumento de guerra informativa o de contrainformación dentro de los EEUU y en casi todos los países aliados o no (incluyéndonos nosotros), que los bombarderos sobre Afganistán no producen “sangre ni muertos”, de hecho, las informaciones sobre bajas son soslayadas, destacándose solamente la destrucción de objetivos militares. En la misma dirección de lo anterior, tiende a encubrirse las manifestaciones y desórdenes que se están produciendo en algunos paises Islámicos contra la guerra, contra los EEUU y también contra sus aliados.

¿Era inevitable la guerra en Afganistán?

La alteración y conducción masiva de la información a favor de pronunciarnos por la retaliación y la intervención -dura pero “inevitable”- en Afganistán como “centro de gravedad del enemigo terrorista”, de las grandes y menos grandes cadenas de televisión alrededor de todo el mundo, es inocultable.

Nos tocaría evaluar a cada uno de nosotros, siempre que sepamos superar el encandilamiento por el dolor y las hipnosis engañosas de la “opinión publicada” de la que hablaba Bernard Shaw, si la dirigencia de los EEUU, actúa con doblez anti ética, se ha excedido en un exhibicionismo muscular para complacer a sus ciudadanos dándole una falsa sensación de poderío, fortaleza y seguridad, o que fue rebasada la proporcionalidad que exige el principio de la legitima defensa. Sin embargo, lo que puede ser más esencial aún por sus consecuencias en el destino de la guerra contra el terrorismo, haya sido la elección de una estrategia equivocada. Al respecto voy a transcribir la opinión del venezolano Elías Toro que afirmaba por estos días en Internet lo siguiente: “Entiendo que los norteamericanos quieran dar con los terroristas para ponerlos ante la justicia, pero me temo que los culpables podrían ser difíciles, por no decir imposible, de ubicar. He allí el juego del autor o los autores del atentado. La crisis no se resuelve ni con cuatro ejércitos como el de USA. Sólo queda asimilar el golpe, dilucidar las causas y actuar en la raíz. (…) La respuesta no podía ser sino política, diplomática y, a lo sumo, policial. Habría que decirle a Bush… que si asimilado el trauma moral, no quiere empujar el país a una catástrofe económica, dé un paso atrás en la decisión de actuar militarmente, y ponga todos los esfuerzos en la solución política, que pasa forzosamente por la superación definitiva -posible con suficiente dinero como el que le acordó el congreso- del conflicto árabe-israelí, como claramente lo percibía la administración de Clinton”.

Obviamente, el problema no se contrae a una posible catástrofe económica, el asunto es mucho más delicado, y es la extensión del conflicto hacia la radicalización de todo el mundo islámico cuyos síntomas ya se hacen evidentes; de producirse, sobran las razones para que dejemos de dormir por un buen rato y admitir el que se encuentra en marcha el pronóstico del profesor Hungtinton.

El terrorismo está ganando las batallas

Aunque nos es agradable decirlo, el terrorismo ha impuesto en la retaguardia de su enemigo o “centro de su gravedad”, una psicosis de guerra que adquiere características brutales para infringir miedo, horror, y la confusión y desintegración psíquica de autoridades y ciudadanos dentro de los EEUU y en resto de los paises aliados. Ello prueba que el adversario terrorista, lejos de arredarse ante el ataque a su supuesta base en Afganistán a reforzado su moral, consubstanciada en la observación que el objetivo de soliviantar los corazones islámicos en contra de los EEUU y a favor de la guerra santa están dando resultados.

Este nuevo síndrome de terrorismo, variante peculiar de la psicosis de guerra, va en franco aumento. El FBI dijo públicamente lo que de otros modos, y no sólo él, ya habían sugerido: “Podría haber más ataques terroristas en Estados Unidos en los próximos días”. Pero el miedo predominante es el de un ataque bioterrorista, luego de que se hallara el tercer caso de ántrax en Florida. Otras amenazas se registraron en la ciudad alemana de Wiesbaden, donde se repartieron sobres con inscripciones como “cuidado, ántrax” o “la jihad (guerra santa) ha comenzado”. La multitud de llamadas con falsas alarmas y el posible uso del servicio postal para transmitir virus letales sólo están marcando los primeros pasos de la magnitud de la tragedia en que podemos estar envueltos. No pretendemos ser alarmistas, ni de perturbarle más sosiego a quienes nos lean, pero la realidad parece estallarnos en la cara y no podemos darle la espalda.

Todo esto lo decimos porque creemos, que la estrategia de guerra de acabar con el régimen Talibán de raíz a través de una guerra de intervención, es equivocada. Que la estrategia responde más a la del enemigo, que cada día se siente más agredido, y, no sólo se exacerba y multiplica, sino que se hace más invisible, o se convierte en ruido de guerra que resulta devastador como táctica de combate.

Consideraciones finales

El “Fisioculturismo bélico” de exhibición tecnológica, (que también mata por desgracia)) poco puede contribuir a darle soluciones a un conflicto tan poco convencional, y lo que hará, será complicar las cosas para llegar a las respuestas reales, pues es asunto más político que militar. Hasta los derechos civiles en los paises libres, están ahora seriamente amenazados. Sin complejos -de acuerdo a su balance- deben reconsiderarse las tácticas y estrategias como asunto urgente, de ello depende el ahorrarnos angustias y la salvación de millones de vidas.

Persuadido estoy que el mundo prevalecerá librándose de la amenaza terrorista hasta reducirla a su mínima expresión. De la sensatez del liderazgo mundial, de su racionalidad ante el tremendo desafío histórico( no de la soberbia patriotera, ni la musculatura) determinará que los costos no terminen por devorarnos.

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