Gadafi se desahoga
Chávez es un cobarde. Se ha vendido a los sionistas. Ayer, cuando lo sondeé sobre la posibilidad de trasladarme a Venezuela en caso de que sucediera lo inconcebible, empezó a titubear como un comediante eunuco que hacía reír a mi abuelo. Perro traidor. Me dijo que no convenía hospedarme en Venezuela. Mira que tuvimos atenciones con ese diablo. La riqueza del pueblo libio a su disposición. Nuestra sabiduría revolucionaria. ¡Cuando se enteró que le habíamos puesto su nombre al estadio en Bengasi se echó a llorar, como una plañidera del desierto!
Tratarme así a mí, a un supuesto camarada, un líder universal, un gigante reconocido de la revolución mundial. Chávez es un blandengue miserable, un impostor. Mucha diarrea verbal, pero ¿dónde está la ayuda que nos prometió? Es incapaz de arriesgarse, de enfrentarse a sus enemigos con violencia. Como lo hemos hecho nosotros, liquidando traidores, aquí y en el extranjero. Y lo seguiremos haciendo…
En nuestras renovadas relaciones con Italia, en nuestra decisión de permitir el regreso del capitalismo italiano a nuestra amada yamahiriya. En nuestra generosa compra de acciones en grandes empresas italianas, hasta en una compañía de Berlusconi. Le vendimos todo el gas, todo el petróleo que nos pedían. Nuestro mejor socio comercial. Y prometimos ponerle fin a la emigración ilegal desde el norte de Africa hacia Italia. …
Mientras tanto Berlusconi fue alimentando las ratas sediciosas. Tuve que darme cuenta de su talante hipócrita cuando me besó la mano en público. Qué desagradable… Por eso el Profeta nos advierte: “no tomen a judíos y cristianos como aliados. ¿No son amigos unos de otros? Cualquiera que los coja como aliados es uno de ellos. Dios no guía a los traidores”. No le hice caso y lo he pagado caro.
De manera que yo también soy judío, según la infamia. Algunos malvados dicen que de un momento a otro me refugio en Israel amparado en la asquerosa Ley del Retorno. Imagínate el cuadro. El benefactor de Abu Nidal escondido en la madriguera sionista. Escribiéndole cartas de amor a Condoleezza Rice desde un kibbutz. Aprovecharían la circuncisión forzada para asesinarme.