Opinión Internacional

Hacia la partición de Bolivia

La partición de Bolivia es una posibilidad cada vez mayor impulsada por S.E. que ahora nos damos cuenta busca hacer una república independiente del occidente del país y echar la culpa al norte, oriente, sur, al neoliberalismo y quizá la Iglesia católica. Por lo que se ve y vaticina, así quiere que se registre en el exterior y en la historia por más increíble que parezca. Su denuedo dictatorial y avasallador, con decretos en comparsa que la mayoría de los bolivianos rechaza, no tiene o no puede tener otra explicación. El Poder Ejecutivo (P.E.) secunda el arriesgado propósito lanzando decreto tras decreto dictatorial exaltando a un significante electorado mestizo-indígena-occidental engañado y en parte fraguado que vota ilegal y hasta fantasmagóricamente, y que solamente tienden a la revancha racista a como dé lugar incluyendo la amenaza de ocupación violenta del Congreso nacional como si estuviéramos en épocas de los caudillismos del los siglos XIX y XX.

Como van las cosas parece que S.E. avanza premeditada e intencionalmente. O sea que él está buscando la partición de nuestra Bolivia que tanto ha luchado por respetar el pedido del Libertador Antonio José de Sucre de preservar ante todos los peligros la integridad nacional.

Lo que no lograron bélicamente cada uno de los cinco países vecinos en diferentes intentos y momentos de nuestra historia, lo está logrando este Gobierno que hoy busca sorda pero denodadamente el justificativo para hacer del Occidente otra Cuba o algo por el estilo. ¡Increíble!

Esto y más han persuadido nada menos que a la Corte Nacional Electoral (CNA), que por fin sienta cabeza y empieza pero sólo empieza a querer hablar por el país en su totalidad, que como institución verdaderamente nacional se ha negado a organizar referendos y elecciones. Si la posición de la CNE es genuinamente legalista y hasta patriótica sería un avance sin precedentes hacia la defensa de la democracia hoy tan vilipendiada en varios simulacros de negociación que sólo han resultado en intentos de imposición por parte de S.E. y sus allegados nacionales e internacionales. La pregunta es por qué la CNE ha decidido antagonizar a sus jefes.

O busca que el vicio decretista presidencial se imponga del todo en cuestiones electorales; o propugna virtud en el desorden y el ímpetu dictatorial que, viniendo de la CNE, sería inusual y por lo tanto, y por desgracia, sujeto a sospecha.

El problema es que en ambos casos los bolivianos del norte, occidente, oriente y sur salimos perdiendo porque no hay indicio de que este Gobierno obedezca la constitución vigente ni menos leyes establecidas como la que prohíbe hacer varios referendos en un periodo presidencial, o la de rechazar la revisión de A a Z del ultrajado padrón electoral de Bolivia. En esto S.E. se ha arrinconado moralmente porque esa revisión lo haría quedar pésimamente. La fórmula de que el fin justifica los medios puede ser que haya tenido éxito para él en el Occidente y quizá por eso quiera hacer un país aparte de la Bolivia andina. Otra vez ¡increíble!

Insisto, puede ser que la CNE esté obedeciendo órdenes barrocas del Poder Ejecutivo y por lo tanto finja un desacuerdo que lleve a una reacción contundente y decretada de éste que invalide la postura antagónica de la CNE y que justifique dictatoríamente su desaparición o su reemplazo por algo fiel a los designios de S.E. y su grupo. La misma nefasta suerte correrían las Cortes departamentales de acuerdo al razonamiento del P.E. Se trataría de una demostración de fuerza que bien puede explicarse en función a la oposición sólida presentada por la Media Luna, Chuquisaca y buena parte de las zonas urbanas de Cochabamba y La Paz que cada día ganan adeptos. En río revuelto todo puede ser.

Si tal es el caso perdemos todos porque se vigorizaría aún más la creencia de que la única salida a este desbarajuste sería la división de Bolivia formando un Occidente que a todas luces tiene pocas posibilidades de pervivir y menos sobrevivir… lo que por decisión de S.E. va dejando de ser una quimera de su parte para convertirse en una realidad poco menos que inminente. En esto se da la mano con elementos separatistas de otras regiones de Bolivia que posiblemente también busquen la partición de Bolivia. La palabra paradoja está en el diccionario.

Lo que no ha calculado este P.E. ni menos S.E. es que la Media Luna más Chuquisaca y parte de La Paz y Cochabamba no resistirán el intento. No tendrán más alternativa que aceptar la formación de una república en el Occidente mayormente andino que seguramente habrá de optar por un nombre de ancestro aymara lo que habría que ver si es aceptado por los numerosos quechuas y mestizos que tendrán que someterse a esos designios. Será momento de otro referendo esta vez en las regiones occidentales organizado por una Corte Electoral también autóctona o algo parecido, lo que a los bolivianos de corazón seguramente causa una mezcla de llanto y risa. Cuidado señor Presidente

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