Opinión Internacional

Huracán de espadas a la vista

La realidad militar se mueve en senderos y aguas subterráneas. El mundo uniformado se estructura a través de logias, que se identifican por orden de fuerzas, promociones, jerarquías, especialidades. En América Latina, como los volcanes, las fuerzas armadas por lo general hacen erupción de manera sorpresiva, y sus efectos pueden ser simple estruendo y fuegos al aire, o causar devastaciones institucionales y sociales que muchas veces se cuentan en miles de muertos.

Desde el fin de la llamada «era» Kissinger, cuando las dictaduras tiñeron de rojo la mayor parte del mapa subcontinental, los aparatos militares, con su deseos cumplidos (el guillotinamiento de la izquierda, no solamente la armada) habían dado un paso al costado para dejar que los civiles, en una incómoda convivencia con uniformados ideologizados en el autoritarismo fascista, se hicieran cargo de las tareas de gobierno, mientras el Pentágono insistía en que los «nuevos» ejércitos (con parcial excepción del colombiano) debían asumir otras tareas, más próximas al quehacer policial, como enfrentar a los narcotraficantes o a los llamados delincuentes «pandilleros», grupos de jóvenes excluidos violentos, cuya presencia se extiende desde América Central hasta Brasil.

Volcán militar

Pero, durante las últimas semanas, Argentina, Brasil y Bolivia se han visto estremecidas por hechos o denuncias que anuncian que el volcán militar nuevamente comienza a activarse. En Buenos Aires, durante un acto realizado el miércoles 24 de mayo en la emblemática plaza San Martín en homenaje a los militares caídos en la lucha contra la izquierda («guerra sucia»), y donde fueron asesinados o «desaparecidos» 30 mil argentinos (Informe Sábato), 5 oficiales asistieron uniformados y sin autorización a la concentración, donde abundaron los (des) calificativos contra el jefe del Ejército, Roberto Bendini, y el presidente Kirchner.

Horas más tarde, en el acto del 196 aniversario del Ejército efectuado en el Colegio Militar de la Nación, un grupo de manifestantes insultó a Kirchner. El jefe del Estado respondió airadamente señalándole a los asistentes que «no les tenía miedo».

Las manifestaciones de rechazo a Kirchner se produjeron después que el jefe del Estado peronista redujera el presupuesto militar, orientando el gasto bélico hacia el concepto de guerra asimétrica (fortalecimiento de las unidades más pequeñas, de despliegue rápido y uso versátil). Por otra parte, Kirchner se ha planteado la eliminación de los Colegios Militares. Además, el poder real de los jefes de fuerzas se reducirá al aprobarse la reforma a las Fuerzas Armadas, ya que el Estado Mayor Conjunto, subordinado el Ejecutivo, asumirá la mayoría de las facultades que hasta el momento han disfrutado.

El malestar militar volvió a expresarse contra el jefe del Ejército, Bendini, considerado un hombre de la confianza de Kirchner, en una exposición que se desarrolló dos días después en el Campo Argentino de Polo. Bendini fue el único militar que se presentó uniformado al evento. Los escasos oficiales que se encontraban en el lugar estaban vestidos de civil y se retiraron sin saludar a su superior. Ya en el acto de aniversario de la fuerza habían asistido ocho generales, sobre 23 que tenían que estar presentes.

El Ejército optó por detener a 10 oficiales de rango menor. Pero es difícil que el choque haya finalizado con esa decisión. El conservador e influyente matutino La Nación editorializó para la doble lectura sobre la reacción verbal de Kirchner, afirmando que «expresar ante la formación castrense reunida en el Colegio Militar durante los festejos por el día del Ejército, «no tengo miedo, ni les tengo miedo», sólo puede dejarle la sensación a cualquier observador objetivo de que se está ante un grupo de sediciosos».

Brasil también existe

Pero no solamente en Buenos Aires hay aires militares enrarecidos. En Brasil el diario Correo Braziliense (www.adnmundo.com) revela que, de acuerdo a un análisis de las cúpulas de las tres fuerzas armadas brasileñas, «la paz en América Latina es incierta» y sugiere «cambios estratégicos urgentes en el Plan de Política de Defensa Nacional aprobado en 2005». Como primera medida «los jefes militares reclaman la reducción de la transferencia de personal y recursos desde las regiones Sur y Sureste hacia la Amazonia, reubicando a esos efectivos próximos a las fronteras con Bolivia, Paraguay y Uruguay».

Siempre de acuerdo al informe publicado por el Correio Braziliense (no desmentido), «la estrategia de hard power pretende, por medio de elevadas inversiones y de la reactivación de la industria bélica nacional, capacitar a las Fuerzas Armadas en los próximos 35 años con un poder militar grande y suficiente para que ningún país se sienta en condiciones de desafiar a Brasil».

Los militares que se desplazarían hacia parte de la llamada Triple Frontera procederían del Comando Militar de la Amazonia (CMA), que dispone de 24 mil efectivos. De acuerdo a adnmundo.com (15-05-06) Salvador Ghelfi Raza, especialista en seguridad nacional del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa de Washington, esa posición «choca con la postura de Itamaraty y del propio gobierno de Lula y viola la política nacional de defensa».

Edgard Otálvora, ex consejero de la Embajada de Venezuela en Brasil y paralelamente jefe de su Departamento Político, en un artículo publicado en la prensa nacional («¿Brasil prepara la guerra?», El Mundo, 19 de mayo de 2006) informa que «Brasilia no ha suspendido la operación Timbó, ejercicio militar de guerra irregular, la cual, no casualmente, este año tendrá como escenario al estado Acre en la frontera amazónica con Bolivia (…). A la postura castrense se suma la de sectores políticos que critican la política de defensa de Lula, temiendo incluso que Evo Morales denuncie el tratado mediante el cual Brasil absorbió en 1903 la región de Acre, antiguamente boliviana».

Posiblemente esta situación tenga algo que ver con la declaración, en Roma, del presidente Chávez, quien reveló en una conferencia de prensa que Lula le había confiado en privado «aquí algunos me piden que yo tome una acción dura contra Bolivia; pero yo no la voy a tomar».

Chávez agregó que sectores brasileños y de Estados Unidos «quisieran que Lula mandara una columna de tanques de guerra a rescatar el campo gasífero donde Petrobrás está haciendo operaciones». Además, en Brasil existe el temor de que se les expropie la tierra a los 200 productores rurales (soya) brasileños ubicados en territorio boliviano.

Chávez afirmó que «Lula es un hombre consciente, de gran sensibilidad, y está sometido a infinita presión todos los días».

Evo y el después

Por su parte, en Bolivia, el jefe del Ejército, general Freddy Barzati, parado frente a Chávez durante su Aló Presidente ofrecido desde Tiwanaku, afirmó que en 2005, cuando ocupaba el cargo de comandante de la Escuela de Oficiales del Ejército, se había organizado un golpe de Estado contra Morales del ex presidente Carlos Mesa con el Alto Mando militar, al cual él se había opuesto. El presidente Chávez acababa de sostener que Washington había comenzado a «calentar las orejas» de militares bolivianos para dar un golpe contra Evo Morales.

Más tarde el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, general Wilfredo Vargas, desmintió a Chávez, afirmando que Estados Unidos no estaba «calentando» las orejas de los uniformados bolivianos. A mí nunca me han buscado», retrucó.

En República Dominicana, miembros del Gobierno y analistas de izquierda se han mostrado sorprendidos ante el entusiasmo de los altos mandos de su Armada durante el desarrollo del ejercicio «Nuevos Horizontes 2006», dirigidos por el Comando Sur. Nuevos Horizontes también se ejecuta en Honduras y en El Salvador. De ahí los marines partirán hacia Perú.

Todo parecía tranquilo desde hace años en el ámbito militar latinoamericano. Sin embargo, el mar de lava se mueve

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