Opinión Internacional

Hussein: entre el garrote anglo-americano y la zanahoria franco-rusa

Los 15 miembros del consejo de seguridad de Naciones
Unidas concuerdan en desarmar a Saddam. Ahora deberán
votar si secundan la moción de Bush-Blair-Aznar o la
de Chirac-Shroeder-Putin.

La primera es corta y no llama explícitamente al uso
de la fuerza pero determina que Irak ha fallado en su
última oportunidad planteada en la resolución 1441‚ y
se determina asegurar la plena vigencia de esa
decisión y de restaurar la paz y la seguridad
internacional en dicha área‚. Con ella Londres y
Washington conciben podrían contar con la venia de la
ONU para lanzar una invasión que quisieran hacerla en
los siguientes días antes que el inicio del verano
pudiese dificultar ésta.

La segunda es extensa y tiene un plan de 4 meses en
los cuales la comisión investigadora debería ampliarse
para ir desarmando completa y paulatinamente a Irak de
cualquier arma de destrucción masiva.

Naciones Unidas tiene 191 miembros pero las decisiones
de entrar o no a la guerra no es determinada por la
asamblea general. En la reunión de los más de 110
países no alineados se ha mostrado disconformidad ante
la guerra y el mandatario malayo ha llamado a apoyar
las marchas de protesta anti-guerra. Quien tomará la
decisión de permitir que la ONU avale o no una guerra
son los 15 miembros del consejo de seguridad. Cinco de
ellos (Rusia, China, EEUU, Francia y Reino Unido) son
las potencias nucleares que tienen un asiento
permanente y derecho a veto. Los otros 10 miembros son
rotativos y son designados por un periodo de 2 años.

Para que el consejo de seguridad permita que Naciones
Unidas apadrine una intervención, Washington
necesitaría ganar 9 votos y evitar que cualquiera de
las 3 potencias que son reacias a la guerra (Rusia,
China y Francia) ejerza su poder de veto. Colin Powell
ha visitado Beijing tratando de convencer al Partido
Comunista Chino para que suavice su postura y no vete.

Alemania y Siria son 2 miembros transitorios que
abiertamente votarán contra la guerra. Los
intervensionistas tienen 4 votos (EEUU, Gran Bretaña,
Bulgaria y España). Para poder imponer su resolución
Bush necesitaría ganar a por lo menos 5 de los 6
países que aún no han tomado explícitamente una
posición: Pakistán, Guinea, México, Camerún, Chile y
Angola. Cuando Yemen se sentaba en dicho consejo y se
negó a votar a favor de un proyecto estadounidense fue
castigado con el retiro de préstamos e inversiones.

Hay países que como Chile y Angola cuyos gobiernos
tienen una tradición de confrontación con los EEUU
pero cuyas economías podrían verse afectadas en caso
de no secundar a Washington. Los socialistas chilenos
fueron echados del poder en 1973 con un golpe
patrocinado por la CIA y el MPLA angoleño se ha
enfrentado a las tropas portuguesas, sudafricanas y
del UNITA amparadas por el Pentágono.

Por otra parte Hans Blix, jefe de los inspectores de
Naciones Unidas, ha demandado a Irak que para este
sábado elimine todos los mísiles que tienen un alcance
ligeramente mayor al permitido. Bagdad se encuentra
en la encrucijada. Todo parece indicar que nada (ni la
ONU) podría detener a EEUU en su proyecto
intervensionista. Si no anula dichos proyectiles corre
el riesgo de fortalecer a los halcones en la ONU, pero
si lo hace recorta la capacidad de defensa de su país
ante un ataque que parece cada vez más inevitable.

Mientras que los bandos de Naciones Unidas se llenan
de insultos y un cisma recorre a la OTAN y la Unión
Europea, lo cierto es que ambas posiciones han servido
como el garrote y la zanahoria para ir debilitando a
Irak. Para evitar ser atacado Bagdad ha debido rendir
su soberanía nacional y su armamento. Al hacer esto ha
permitido que aviones y espías puedan conocer con
mayor detalle donde están sus fuerzas y ha eliminado
la mayor parte de su arsenal más peligroso y temido
por las posibles fuerzas invasoras.

Ciertamente, Hussein pudo haber cambiado de táctica
adoptando una actitud desafiante, tomando medidas
sociales radicales y llamando a un levantamiento
Œpopular anti-imperialista‚ en la región. Mas, el no
tiene un programa social y su régimen no tiene mucha
base social. La desacreditada dictadura del Baath no
era lo que fue el Partido Comunista Vietnamita con
respaldo popular y cobertura de una super-potencia.

Saddam puede estar condenado a seguir transigiendo con
las leoninas condiciones de la comisión Blix pues su
divisa parece haberse transformado en renunciar a
cuanto sea posible a fin de esperar algún chance de
aplacar una invasión.

El problema es que para EEUU va a ser difícil detener
a sus 150,000 tropas estacionadas prontas a entrar a
Irak. Para Bush es fundamental mostrar que la potencia
que fue atacada en su propio suelo (11 Septiembre
2001) no es vulnerable y que puede entrar a diversos
lugares. Para mostrar su poderío ha escogido los más
desacreditados regímenes del medio oriente. Si Irak
fuese como Corea del Norte un estado más estructurado
y con armas nucleares, la actitud del Pentágono sería
más cauta.

Londres y Washington han escogido dictadores
repudiados por sus pueblos (como Milosevic, los
talibanes o Hussein) para mostrar su poderío y la
justeza de su línea de intervensionismo «humanitario»
. Una difícilmente contenible invasión mostraría que
EEUU y su socio británico son el único policía global
y que son ellos quienes impondrán un nuevo orden.

Si la invasión es decretada y Hussein decide responder
con mísiles contra Israel y con gases, los
intervensionistas podrían justificarse mostrando que
ellos siempre tuvieron la razón. Si no utiliza todo su
arsenal corre el riesgo de ser rápidamente depuesto.

Una guerra con muchas bajas para los anglo-americanos
crearía problemas internos en estas mismas potencias.

Si los EEUU consiguen una rápida victoria y sin muchos
muertos la guerra habrá sido doblemente ganada por
ellos. Si ésta se prolonga, crea resistencias armadas,
hay muchos baños de sangre (sobre todo de tropas
atacantes) y desestabiliza al país y la región,
entonces se corre el riesgo que una eventual victoria
militar (deposición de Hussein) pueda transformarse en
una derrota.

(*): Isaac Bigio ha obtenido grados y postgrados en la
Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres
(LSE) donde también ha enseñado. Escribe para más de
un centenar de medios.

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