Imaginemos
(%=Image(8503080,»L»)%) Imaginemos que el Talibán es una creación nuestra; que Bin Laden es Venezolano, y que por mucho tiempo permitimos su financiamiento.
Imaginemos que 15 de los 19 secuestradores que perpetraron el abominable ataque terrorista eran Venezolanos; y que dos de ellos eran hijos de un ex-secretario de nuestra embajada en Washington.
Imaginemos que en Venezuela se esta incubando una hostilidad religiosa hacia Estados Unidos; y que existen pruebas que presumen el apoyo a la radicalización, ideologización y fanatización general del Islam.
Imaginemos que en Venezuela existe la detención incomunicada de prisioneros políticos; discriminación sistemática contra al mujer y minorías étnicas y religiosas; supresión de derechos laborales; y prohibición a la libertad de expresión, prensa, religión, asociación pacifica y a efectuar elecciones para cambiar de gobierno.
Imaginemos entonces como serían nuestras relaciones con Estados Unidos; ¿seguiría siendo nuestro primer socio comercial? Arabia Saudita, que entra perfectamente en la descripción de país que imaginamos para Venezuela, es su principal proveedor de petróleo y aliado militar en el Golfo Pérsico. ¿Cómo imaginar entonces que las valientes declaraciones de Chávez condenando la muerte de inocentes en Afganistán vayan a dañar nuestras relaciones bilaterales? A menos que imaginemos un perverso objetivo hegemónico, no tenemos por qué alarmarnos.