Incertidumbre en Austria
Jörg Haider, líder del ultraderechista Partido Liberal Austríaco (FPÖ), alcanzó la notoriedad durante los últimos años manifestando su rechazo a los inmigrantes, a los extranjeros en general, al tradicional sistema de gobierno y a todos los que osaban pensar de otra forma.
Mediante discursos demagógicos, valiéndose de argumentos insostenibles, intentó restar importancia al genocidio cometido por los nacionalsocialistas, calificando los campos de concentración como «campos de castigo» y elogiando la labor de la SS, banda criminal de Adolfo Hitler.
Ahora, después de varios meses de incertidumbre, el ingreso de Haider y su partido por la puerta grande del sistema está decidido. En coalición con el Partido Popular (ÖVP) ascenderán por primera vez al poder luego de 13 años de coalición entre el Partido Socialdemócrata (SPÖ) y el Partido Popular. Estos dos partidos habían dominado la escena política de Austria desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
El ascenso al poder de Haider se comenzó a gestar con las elecciones de octubre pasado, en las cuales su partido, el FPÖ, logró un histórico segundo lugar con el 27% de los votos, superando por estrechísimo margen al Partido Popular. El Partido Socialdemócrata se llevó el 34%. Con estos resultados a cuestas, quedó claro que ningún partido sería capaz de gobernar solo. Socialdemócratas y el ÖVP iniciaron diálogos para repetir la coalición que habían mantenido desde 1987; sin embargo, luego de 110 infructuosos días, las conversaciones fracasaron debido a la negativa del Partido Popular a ocupar un segundo lugar en la coalición.
Fue así como el ÖVP empezó a negociar con el FPÖ hasta llegar al reciente acuerdo de coalición, mediante el cual el Partido Popular recuperaba el anhelado protagonismo. El gabinete ministerial, encabezado por el jefe del ÖVP, Wolfgang Schüssel, está conformado por seis miembros del FPÖ e igual cantidad del ÖVP. Los socialdemócratas se opusieron desde un principio a negociar con el partido de Haider. La nueva coalición dispondrá de una cómoda mayoría de 104 escaños de un total de 183 en el parlamento.
Tal repartición de poderes (Haider no ocupa ministerio alguno) parece haber convencido a Schüssel y su partido de poder lidiar con el FPÖ sin verse amenazado por la sombra de Haider. El plan de gobierno presentado por ambos partidos se compromete a seguir trabajando a favor de la Unión Europea y respetar sus lineamientos. No obstante, resulta difícil creer que Haider se contentará con dirigir su partido detrás de bastidores; muchos creen que él aprovechará la primera oportunidad para derrocar a Schüssel y ocupar la cancillería. Cabe recordar que en Austria el canciller ostenta el mayor grado de poder político, mientras que el presidente cumple funciones representativas.
Las reacciones internacionales frente a esta incierta constelación política no se han hecho esperar. En un decisión sin precedentes, la Unión Europea decidió suspender todo contacto bilateral a nivel político mientras que Israel retiró su embajador de Viena.
Pensar que Austria es un país plagado de extremistas no corresponde a la realidad, prueba de ello son las multitudinarias e incesantes manifestaciones que se vienen dando en contra de la nueva coalición. Sin embargo, no deja de sorprender y preocupar el éxito obtenido por Haider en las últimas elecciones, pues en otros tiempos su partido no solía sobrepasar el 5%.
El largo gobierno entre socialdemócratas y el Partido Popular había creado entre la población un fuerte clima de hartazgo y desconfianza frente a la estática posición de los políticos tradicionales. El partido liberal, siendo una opción no tradicional, prometía la ruptura con el pasado político, la modernización del país sin perder los valores tradicionales. Buena parte de los votantes se decidieron por Haider para expresar su descontento generalizado, otros se dejaron llevar por las radicales diatribas nacionalistas.
Las expresiones de Haider a favor del régimen nacionalsocialista no parecen haber despertado demasiado rechazo en buena parte del pueblo austríaco, el cual nunca se preocupó por asumir culpa colectiva frente al holocausto, a pesar del innegable involucramiento en las acciones perpetradas por los nacionalsocialistas.
Resulta imposible, pues, calificar al nuevo gobierno de ilegítimo y eximir a los ciudadanos de cualquier responsabilidad frente a la sombría situación que este nuevo gobierno significa para los destinos de Austria y Europa. Los cambios que a partir de ahora se darán dentro de la Unión Europea son impensables. Cabe esperar que la razón y el carácter tolerante del pueblo austríaco se impongan.
Tomado de (%=Link(«http://www.elcomercioperu.com.pe/»,»El Comercio»)%) del Perú del 9 de febrero de 2000