Opinión Internacional

Irán y el Foro de Sao Paulo

Intriga la calidez de la recepción que le reservó el presidente del Brasil a  su homologo Mahmud Ahmanideyad a su llegada al Brasil. Es cierto que no deberíamos sorprendernos si recordamos que el presidente brasileño fue uno de los primeros en reconocer la versión oficial del resultado de las pasadas elecciones presidenciales en Irán, mientras el resto del mundo democrático las cuestionaba. También es verdad que el presidente brasileño es el único demócrata y personalidad política que se le sitúa en el imaginario de la opinión pública del lado de ética que absolvió públicamente a Ahmanideyad por su postura negacionista en relación a la Shoah, así como sus amenazas de destruir a Israel bajo el pretexto de que “cada cual tiene derecho a expresar sus opiniones, porque él (Llula)es un partidario de la libertad de expresión.” Si el presidente Lula es coherente con su lógica, ello significa que él absuelve toda opinión racista que se emita; es bueno recordar el alto porcentaje de origen africano de la población brasileña. En ese mismo orden de ideas, el presidente brasileño no tuvo una opinión más inteligente que emitir cuando estalló la crisis financiera, que adjudicarle la crisis a “banqueros blancos y de ojos azules”. Según su análisis, de obvia estrechez intelectual, los no blancos y de ojos oscuros nada tenían  que ver en el asunto. La pequeñez de ese racismo del resentido, es poco digno del cargo que detenta.

El gobierno de Lula da Silva, en su carrera por alcanzar el estatus de gran potencia, no se agobia ni con la ética ni con los principios, pero es que ni siquiera guarda las formas. ¿Por qué expresar tanta calidez en el trato con Ahmanideyad? Después de todo, los Estados serios se mueven motivados por intereses; creer lo contrario significa una gran ingenuidad. Pero se pueden concertar entrevistas con dictadores, con representantes de una teocracia, – lo más retrogrado en materia de  gobiernos -, con regimenes que manden a la horca a los homosexuales, que condenen a la mujer al aislamiento, y a la juventud al silencio, y que sólo contemplen dirimir los conflictos políticos mediante la guerra, como es el caso del régimen iraní, pero de allí a que el presidente de una gran democracia como la brasileña y de costumbres tan radicalmente opuestas, se haya mostrado indiferente ante el movimiento de oposición iraní, y en cambio le prodigue tal afecto a un personaje como Ajmanideyah, es difícil de entender.

Indudablemente, por los comentarios de la prensa europea, la figura de Lula que había gozado de un caudal de simpatías solamente comparable al de Obama, ha salido resquebrajada. En el momento en que, no sólo occidente, sino parte de los gobiernos musulmanes comparten la misma preocupación con respecto a la voluntad iraní de convertirse en una potencia nuclear, la gira por América Latina, en particular la visita oficial al Brasil, significa un decidido apoyo político, para un régimen cuestionado en su propio país y cuestionado por la comunidad internacional; pero es de suponer que el gobierno de Lula no actúe de esa manera gratuitamente.

El tipo de acogida que se le ha brindado no es el que se le prodiga a un socio comercial, sino a un aliado. Un comentarista de la televisión francesa hizo el juego de palabras entre el socio “iraniano y uraniano”. Desde hace algún tiempo, tanto en Venezuela y como en el Brasil se escucha en boca de sus gobernantes mencionar la figura de lo “nuclear con fines pacíficos” y es bien sabido que el paso del uso pacífico a lo bélico, es estrecho en esa materia. 

Y todo ello sucede en el mismo momento  en que Fidel Castro decide ponerle término al estado de gracia que había observado hasta ahora hacia la persona de Barak Obama.  

En la reflexión que le dedica al rompimiento de lanzas, expresa su pesar por hacerlo, porque “vendrán otros presidentes de EE. UU. peores que él”, pero que Obama, “desde luego, no es un pordiosero, posee millones de dólares, al igual que la mayoría de los miembros del Senado americano”, y eso de poseer dinero para Fidel Castro es suficiente para justificar una declaración de guerra o para permitirse proferir insultos y vejámenes: él sabe cómo excitar el resentimiento de las masas. (Hugo Chávez recibió el mensaje de su padre adoptivo de allí la reciente redada contra los banqueros.) Prosigue Fidel Castro justificando la entrada en guerra contra Obama que “pese a reconocerle sus méritos como profesional; su dominio del idioma, su elocuencia y su inteligencia y pese a ser afroamericano y haber sido electo Presidente por primera vez en la historia de su país en una sociedad racista” y pese a ser “inteligente y rebelde, y haber sufrido la humillación y el racismo durante la niñez y la juventud”, “educado y comprometido con el sistema y con los métodos que lo condujeron a la Presidencia de Estados Unidos no puede resistir la tentación de presionar, amenazar, e incluso engañar a los demás.”

Todo está dicho: Obama llena los requisitos para pasar a la categoría de los malos y se le declare la guerra, pese al color de su piel, a su inteligencia y a haber sufrido discriminación, tiene dinero y es mentiroso. El simplismo moral para excitar los sentimientos más pequeños del ser humano: el resentimiento , es una clave que siempre le ha dado resultados al dictador cubano.

El tono general de la reflexión contra  Obama, es el de la ironía con el propósito de rebajar la figura del mandatario americano. Ironiza acerca del ”intenso viaje “ que Obama iba a emprender en esos días, y Castro enumera los temas de la agenda : “el cambio climático, la recuperación económica, el desarme nuclear, la guerra de Afganistán, los riesgos de guerra en Irán y en la Republica Popular Democrática de Corea” que el cubano  califica burlonamente de “una historia de ciencia ficción”.

En cambio no escatima en elogios hacia el presidente venezolano:  “Chávez es un verdadero revolucionario, pensador profundo, sincero, valiente e incansable trabajador. No llegó al poder mediante un golpe de Estado. Se sublevó contra la represión y el genocidio de los gobiernos neoliberales que entregaron los enormes recursos naturales de su país a Estados Unidos. Sufrió prisión, maduró y desarrolló sus ideas. No llegó al poder a través de las armas a pesar de su origen militar.”

                                                           ***

La declaración de guerra de Fidel Castro contra Obama data del 12 de noviembre y la de Hugo Chávez a Colombia del 8 de noviembre. Vale la pena citar las palabras que pronunció en aquella ocasión el presidente venezolano, puesto que luego las minimizó y hasta las negó: “Compañeros militares, no perdamos un día en el cumplimiento de nuestra principal misión: prepararnos para la guerra y ayudar al pueblo a prepararse para la guerra, porque es una responsabilidad de todos (….) No pierdan tiempo, vamos a formar los cuerpos de milicias, los estudiantes, los trabajadores, las mujeres, todos listos para defender esta patria sagrada que se llama Venezuela, patria santa”. Y el momento más belicoso de este discurso fue la orden dada para la movilización de 15.000 soldados a la frontera colombo-venezolana y la preparación de la población civil para una guerra inminente.

Pero la declaración de guerra contra Obama y la declaración de guerra contra Colombia de Hugo Chávez, fue precedida, con dos días de anticipación, de la reflexión de Fidel Castro, con fecha del 6 de noviembre, titulada “La anexión de Colombia a Estados Unidos”, y ello tiene suma importancia y explica la declaración de guerra de Chávez emitida dos días más tarde

Fidel Castro dice de la decisión colombiana que nada “justifica convertir un país de 1 141 748 kilómetros cuadrados, ubicado en el corazón de Suramérica, en base militar de Estados Unidos”. Y aquí viene la razón que justifica la guerra contra Colombia: “Lo que el imperio pretende ahora es enviarlos a luchar contra sus hermanos venezolanos, ecuatorianos y otros pueblos bolivarianos y del ALBA, para aplastar la Revolución Venezolana, como trataron de hacer con la Revolución Cubana en abril de 1961.” El dictador cubano equipara la situación de Colombia a la de “cuando el ataque de Girón, los B-26 yanquis tripulados por mercenarios operaron desde Nicaragua, sus aviones de combate eran transportados hacia la zona de operaciones en un portaaviones, y los invasores de origen cubano que desembarcaron en aquel punto venían escoltados por buques de guerra y la infantería de marina de Estados Unidos. Hoy sus medios de guerra y sus tropas estarán en Colombia, no sólo como una amenaza para Venezuela sino para todos los Estados de Centro y Suramérica.”. También alude a la guerrilla anti castrista que operó en la isla durante varios años “que el gobierno yanqui promovió y armó como hoy utiliza a los paramilitares colombianos contra Venezuela.” Es la versión adoptada por Chávez. No se le reconoce al gobierno colombiano el deseo de acabar con los grupos insurgentes, sino el objetivo es atacar a Venezuela y a los países que conforman la Alba.

Lo más curioso es que en ningún momento Castro menciona en su diatriba anti colombiana al Ejército de Colombia, sino a los paramilitares de Colombia “que constituyen hoy la primera tropa de choque del imperialismo para combatir la Revolución Bolivariana.” Como cada palabra de Castro está medida y pesada, ese silencio es muy significativo. Tal vez esté intentando  provocar una ruptura en el seno de las Fuerzas Armadas colombianas azuzando el sentimiento nacional. Tal vez persigue se repita el esquema guatemalteco, cuando en los años 1960, unos jóvenes oficiales, Luís Turcios Lima y Marco Antonio Yon Sosa,  abandonaron el ejército y se unieron a la guerrilla comunista en protesta contra el gobierno por haber brindado el territorio guatemalteco al entrenamiento de la brigada de los cubanos que participaron en el desembarco de Playa Girón. Si dos oficiales colombianos desertan y se unen a las FARC, aunque no signifique un debilitamiento del poder de fuego militar, será un golpe espectacular dentro del esquema de la guerra de baja intensidad que parece ser el modelo que Castro/Chávez persiguen imponer en la frontera, para crear un foco de publicidad permanente hacia el nuevo héroe del antiimperialismo.

La reflexión termina con el consabido llamado a la lucha: “Juntos, venezolanos y colombianos (Léase las FARC) defenderán la gran Patria del Libertador de América; juntos lucharán por la libertad y la paz.”

Y no podían faltar los militares cubanos: “¡Los miles de médicos, educadores y demás colaboradores cubanos que cumplen sus deberes internacionalistas en Venezuela estarán junto a ellos.”

Es cierto que en el credo del gobierno brasileño no hay ideología que valga, no obstante intriga la obsequiosidad de Lula , fundador junto a Fidel Castro del Foro de Sao Paulo, hacia su colega iraní.

¿Iranianos, uranianos, unidos jamás serán vencidos?

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