Kirchner In Absentia
El autor de “Cambalache” sentencia en su tango que la proclividad del ser humano a la hipocresía y al cinismo es un asunto de todas las épocas, y en lo que se refiere a personas que detentan el poder, el presidente argentino Néstor Kirchner no es la excepción a la regla, aunque tiene cierta dosis de dignidad que sobresale en el barrio latinoamericano.
Como todo gobernante, Kirchner está dispuesto a hacerse la vista gorda ante temas de principios que hoy, todos los presidentes enfatizan en sus discursos, como la defensa de la democracia y la integración, que a la hora de los intereses, le hacen apoyar al proyecto dictatorial de Venezuela a cambio de petrodólares o negociar con privilegios la compra de gas barato a Bolivia a espaldas de sus socios de MERCOSUR.
Kirchner es esencialmente pragmático y sus ausencias así lo demuestran, como aquella que se hizo sentir en la Cumbre Sudamericana de Naciones de 2006 en Cusco, en la cual prefirió no fotografiarse con Lula da Silva, en momentos de un serio impasse entre ambos presidentes. Si bien su gobierno es crítico a las políticas de Bush, eso no ha impedido que mantenga a Argentina como aliado extra de la OTAN – junto a El Salvador – y que, a pesar de querer distanciarse de las políticas de su antecesor, Carlos Menem, persista en respetar aquella que retiró a su país del Movimiento de los No Alineados, a cuya cumbre en La Habana del año pasado, también se ausentó el mandatario. La semana pasada Kirchner no asistió a la toma de posesión de Rafael Correa en Ecuador por la presencia del presidente de Irán, Ahmadinejad, en momentos que la justicia argentina reclama la captura de nueve iraníes por los atentados de la mutual judía AMIA de 1994.
Con la clara manifestación de algunas de sus ausencias, Kirchner muestra una ocasional decencia y coherencia política, escasa o nula en la mayoría de los gobernantes latinoamericanos.
