Opinión Internacional

La Argentina que queremos

“La mayor lealtad es a las convicciones.”
Julio Cleto Cobos, vicepresidente de los argentinos.

El kirchnerismo ha recibido una dura lección. No todos los políticos actúan igual, y eso lo demostró el vicepresidente Cobos al asumir el sacrificio político de votar en contra de la ley propuesta por el Poder Ejecutivo.

Ese hombre mesurado, que se ha transitado el mundo político con un perfil bajo, aniquiló la estrategia del oficialismo con la pretendía imponerse. El “no” de Cobos recoge el rechazo social a una forma de gobernar sustentada en el choque y en las agresiones, a un estilo de liderazgo que promueve divisiones en lugar de consensos.

Los eventos de las últimas horas dan cuenta del hastío de pueblo argentino por el maltrato y por la soberbia de la pareja presidencial, y los humillaron con un acto en el Monumento a los Españoles que superó en número y en estilo al convocado por el aparato peronista en la Plaza del Congreso.

La verdadera derrota de los Kirchner, no es el voto negativo del vicepresidente, sino el empate en el Senado al que se llegó, cuando días antes auguraban, insolentemente, una victoria aplastante. El oficialismo centró la estrategia en la confrontación, en desacreditar a los dirigentes rurales, en el discurso de “los ricos contra los pobres”. Increíblemente, omitieron dotar a sus funcionarios de argumentos sólidos para una defensa convincente de su propuesta.

La genialidad de Julio Cobos no ha sido más que el apego al sentido común. Así, y seguramente sin desearlo, se convierte en un mártir, al ofrecer su sacrificio político en favor de la gobernabilidad. Si algún evento misterioso afectara su integridad física, y en esto estuvieran involucrados los grupos de choque del oficialismo, su sacrificio habrá sido más que político. Pero confío en que prevalezca la razón en la siempre bien peinada cabeza de nuestra presidenta, y exista una visión clara y directa en los ojos, a veces extraviados, de su esposo.

Estoy convencida que la mayoría de los argentinos desconocían el contenido y los efectos que lograría la aplicación de la propuesta de ley que dio lugar a este largo conflicto.

Esto no es la derrota del gobierno, sino de la forma autoritaria y arrogante de ejercerlo.

Esto es más que el triunfo del campo, es la victoria de los que se oponen a un estilo de ejercer el poder y desean que la Argentina crezca en la institucionalidad y en el respeto a la opinión y al disenso.

Es una puerta abierta para que nuestra presidenta asuma el papel que todos los argentinos esperamos de ella. Es la oportunidad de dejar los estilos decadentes y agresivos para ejercer un liderazgo de conciliación y de diálogo que ella conoce y puede asumir. Es el momento de recordar que cuando se aceptan los errores se ha logrado caminar hacia el éxito.

Como dijo Albert Einstein, la verdadera locura consiste en la insistencia de hacer las cosas igual para lograr resultados diferentes.

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