Opinión Internacional

La carta robada

La publicación de la «carta de Fidel Castro a Hugo Chávez», realizada recientemente a través de una solicitada en la prensa local, y en la que Castro ungido como gran maestro alecciona a sus neopupilos latinoamericanos sobre los métodos para alcanzar el socialismo del Siglo XXI, nos trae a la memoria el enigmático relato del escritor norteamericano Edgar Allan Poe, quien volcó en la literatura su visión fatalista, trágica y terrorífica de la vida y de las acciones humanas. En «La carta robada» de Poe, se busca un documento que se constituye en una prueba y en una amenaza para la Reina que se encuentra expuesta a un peligro inminente, pero el documento aunque está a la vista de todos, en el lugar más evidente y a la vista de todos, es pasado por alto a los ojos incautos que no consiguen ver lo obvio. Sólo descubre lo evidente la mirada que se aparta de la maraña de mensajes que despistan y que ocultan lo obvio y explícito, exponiéndolo de manera grosera y casi obscena.

En la carta que supuestamente Fidel habría escrito a Chávez el año 2005, poco importa en realidad quien la escribió, pues lo interesante de este escrito es el descubrimiento de lo evidente. El lector desprevenido, tiene la sensación de descubrir palabra por palabra la trama, el método maquiavélico, que entraña la toma totalitaria del poder. La lectura de la carta acaba por mostrarnos sin retaceos la manera descarnada, cruel, cínica y avezada de acceder al poder, que tienen algunos personajes políticos de carne y hueso, que son contemporáneos y que no son precisamente los dictadores del Macondo de Cien años de soledad.

La «carta robada», es un texto trágico, terrorífico que devela las peores estrategias y artes de la perpetuación en el poder. La carta robada a Fidel, Chávez y otros dictadores que empiezan a florecer en Latinoamérica, es un texto en el que poco importa el autor, puesto que nos inspira el mismo horror que los cuentos de Allan Poe, cuando nos develan la ignominiosa forma de transgredir los límites del respeto a las leyes, a la democracia, a los otros seres humanos.

La carta robada a los tiranos, es una denuncia de las prácticas infrahumanas a las que someten a los pueblos aquellos que se lanzan a una cacería del poder por el poder.

Es un manual, el testamento, una receta cocinada con todos los ingredientes para violentar derechos, corromper lealtades y someter al pueblo a fin de gobernar indefinidamente.

Es también una carta marcada, como la que usan los jugadores que quieren ganar con engaños la partida, sin detenerse a meditar si es correcto o incorrecto hacerlo.

No es ético que en pleno siglo XXI, existan gobernantes que pretendan perpetuarse en el poder. Todo aquel que plantea una reelección indefinida es un tirano en el sentido estricto de la palabra y no podemos justificarlo así urda tretas para hacer creer que es un tirano que se vale de métodos supuestamente democráticos ingeniosamente usados para avasallar a su pueblo, pues lo que en realidad debemos considerar es que un tirano es un tirano de cualquier manera.

La carta robada a los tiranos, es un documento de gran valor, porque nos muestra paso a paso las tácticas de las que se valen los que desean condenar a Latinoamérica a este nuevo rebrote de dictadura, a esta nueva peste, peor que la viruela o la lepra que sembró hambre, dolor, desolación y horror en el mundo.

La carta depredadora, la carta tiburón, tsunami, terremoto, defenestradora de todo principio de humanidad, es el manual de mefistófeles queriendo arrancar almas para crear su propio infierno al que engañosamente han bautizado como «El paraíso del Siglo XXI».

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