Opinión Internacional

La Comunidad Andina de Naciones

La CAN tiene 37 años, su fundación data del 26 de mayo de 1969, cuando un grupo de países sudamericanos del área andina suscribieron el Acuerdo de Cartagena, también conocido como Pacto Andino, con el propósito de establecer una unión aduanera en un plazo de diez años. Venezuela se adhiere a ese Acuerdo el 13 de febrero de 1973.

A lo largo de mas tres décadas, el proceso de integración andino atravesó por distintas etapas. De una concepción básicamente cerrada de integración hacia adentro, acorde con el modelo de sustitución de importaciones, se reorientó hacia un esquema de regionalismo abierto.

La intervención directa de los Presidentes en la conducción del proceso dentro del nuevo modelo, impulsó la integración y permitió alcanzar los principales objetivos fijados por el Acuerdo de Cartagena, como la liberación del comercio de bienes en la Subregión, la adopción de un arancel externo común, la armonización de instrumentos y políticas de comercio exterior y de política económica, entre otros.

El grado de avance alcanzado por la integración y el surgimiento de nuevos retos derivados de los cambios registrados en la economía mundial, plantearon la necesidad de introducir reformas en el Acuerdo de Cartagena, tanto de carácter institucional como programático, lo que se hizo por medio del Protocolo de Trujillo y el Protocolo de Sucre, respectivamente.

Las reformas institucionales le dieron al proceso una dirección política y crearon la Comunidad Andina (CAN) y el Sistema Andino de Integración (SAI). Las reformas programáticas ampliaron el campo de la integración más allá de lo puramente comercial y económico.

A partir del 1 de agosto de 1997 inició sus funciones la Comunidad Andina con una Secretaría General de carácter ejecutivo, cuya sede está en Lima (Perú). Se formalizó también el establecimiento del Consejo Presidencial Andino y del Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores como nuevos órganos de orientación y dirección política. Se amplió además el papel normativo de la Comisión, integrada por los Ministros de Comercio, a los ministro sectoriales.

Tenía múltiples objetivos como la promoción del desarrollo equilibrado y armónico de los países en condiciones de equidad, mediante la integración y la cooperación económica y social; el aceleramiento del crecimiento de los países andinos y la generación de ocupación; la facilitación de la participación en el proceso de integración regional con miras a la formación gradual de un mercado común latinoamericano; la disminución de la vulnerabilidad externa y mejorar la posición de los países miembros en el contexto económico internacional; el fortalecimiento de la solidaridad subregional y reducir las diferencias de desarrollo existentes entre los países miembros, así como la definición de las políticas sociales orientadas a la elevación de la calidad de vida y al mejoramiento del acceso de los diversos grupos sociales de la subregión a los beneficios del desarrollo.

Para alcanzar estos objetivos se venían empleando diversos mecanismos, como el programa de liberalización total del intercambio comercial; la aplicación de un arancel externo común; la harmonización gradual de políticas económicas y sociales y la aproximación de las legislaciones nacionales en las materias pertinentes; la intensificación del proceso de industrialización subregional; la instauración de programas para acelerar el desarrollo de los sectores agropecuario y agroindustrial, de acciones en el campo de la integración física y fronteriza, de programas para el desarrollo científico y tecnológico, y de programas de desarrollo social.

Todos estos avances, toda la programación pensada y las acciones emprendidas, así com los beneficios industriales, comerciales, sociales y laborales que ya comenzaban a sentirse y en ejecución, se han visto echados a la borda por una decisión irreflexiva del Presidente, que no podemos calificar sino de estúpida, que se escuda inexplicablemente en los tratados de libre comercio de Colombia y Perú con los Estados Unidos, como si ese país no fuera nuestro principal socio comercial.

Con la salida de la Comunidad Andina de Naciones, aunada ahora a la del G3, nuestro impulsivo Presidente ha convertido a los venezolanos en los desintegradores de América, enterrando así los sueños de Bolívar.

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