Opinión Internacional

La Conexión Saudita o ¿qué hacen los norteamericanos en Afganistán?

De los 19 presuntos secuestradores que llevaron a cabo el ataque terrorista
el pasado 11-S, doce provienen de Arabia Saudita, y dos de ellos han sido
reportados como hijos de un ex-secretario de la embajada saudita en
Washington. Sin embargo, la guerra total «contra el terrorismo y quienes lo
albergan» se esta librando en Afganistán.

Un articulo de Andrew Duffy publicado en el Ottawa Citizen el pasado 27 de septiembre, sugiere la participación de la «Conexión Saudita» en el ataque terrorista a Nueva York y Washington. Según Duffy, el presidente Bush ni siquiera se ha pronunciado al respecto por el papel estratégico que cumple su principal proveedor de petróleo y aliado militar en el Golfo Pérsico. En este sentido, el historiador Stephen Schwartz sostiene que el Wahhabismo, una deformación violenta e intolerable del Islam que ha contribuido a la radicalización de jóvenes musulmanes, esta subsidiado directamente por Arabia Saudita; pero que el gobierno norteamericano jamás podrá cuestionar
su papel en los ataques terroristas porque «las empresas norteamericanas
dependen mucho del continuo flujo de petróleo mientras que los políticos
norteamericanos han sido muy condescendientes con los mandatarios sauditas.»
(Stephen Schwartz: «Ground Zero and the Saudi connection.» The Spectator,
2001) Duffy argumenta que es precisamente la placentera relación entre estos
dos países, una de las razones que ha permitido el surgimiento del
terrorismo islámico en Arabia Saudita.

Desde la década del 70, Arabia Saudita ha sido un suplidor de petróleo clave
para los Estados Unidos. Actualmente, mas del 20% de las importaciones de
crudo provienen de ese país. Asimismo, 30 mil norteamericanos son empleados
por compañías sauditas y las inversiones norteamericanas sobrepasan los 5
millardos de dólares anuales. La importancia estratégica de Arabia Saudita
también ha silenciado las criticas a su pésima actuación en derechos
humanos. Un reporte del propio Departamento de Estado dice que «los
problemas principales de derechos humanos en Arabia Saudita incluyen el
abuso a prisioneros y detención incomunicada; prohibición o severas
restricciones de libertad de expresión, prensa, religión y asociación
pacifica; negación de derechos ciudadanos para cambiar de gobierno;
discriminación sistemática contra al mujer y minorías étnicas y religiosas;
y supresión de derechos laborales.» No obstante, este país ha efectuado
importantes compras militares a los Estados Unidos que incluyen aeronaves
F-15s y AWACs, helicópteros UH-60 Blackhawk, tanques Abrams, vehículos de
infantería M-2 Bradley, y misiles Patriots y Hawks.

Las reacciones contra esta relación político-económico-militar se iniciaron
en 1991 cuando mas de 100 mil tropas norteamericanas se apostaron en la
península Árabe para bombardear a Irak en la Guerra del Golfo. Las recias
críticas y los ataques verbales del multimillonario Osama bin Laden al Rey
Fahd y su familia real por tolerar tropas extranjeras en los territorios mas
sagrados del Islam: Meca y Medina, produjeron su exilio. No obstante, otros
militantes Islámicos sauditas y el clero extremista de este país se hicieron
eco de las denuncias de bin Laden contra los «invasores» y también fueron
expulsados. Eugene Rothman, profesor de la Universidad de Carleton en Ottawa
en estudios del Medio oriente, sostiene que con la expulsión forzada de
estos radicales se «exportó la semilla del terrorismo.» El sentimiento
anti-norteamericano continuó creciendo aun después de la guerra debido a la
permanencia de 5 mil tropas norteamericanas corrompiendo territorios
sagrados. En noviembre de 1995, una bomba en Riyadh produjo la muerte de 5
estadounidenses; y en Junio de 1996, un camión bomba explotó en las Torres
de Khobar matando a 19 e hiriendo a cientos de personas. En una entrevista
transmitida por la cadena ABC en 1998, bin Ladem asumió haber inspirado los
ataques terroristas en cientos de seguidores provenientes de las provincias
marginadas de Asir y Baha al sur de Arabia Saudita. Esta región, que no ha
disfrutado la prosperidad y beneficios del petróleo, es cuna del mayor
sentimiento anti-norteamericano, tierra fértil para el descontento, y caldo
de cultivo para el terrorismo como «medio legitimo de combate.» De acuerdo
con el Washington Post, cinco de los presuntos secuestradores provienen de Asir
y cuatro de Baha.

En 1998, Harvey Morris escribió que «el apoyo al fundamentalismo del Islam
en Arabia Saudita, el cual una vez tuvo su propósito (en el contexto de la
guerra sagrada‚ contra los soviéticos), ha podido haber creado un
Frankenstein que ha regresado para perseguir a Estados Unidos.» Asimismo,
Robert Fisk escribió el mismo año que el crítico mas voraz de la presencia
de Estados Unidos en Arabia Saudita no era precisamente Bin Laden sino el
propio Príncipe Abdullah: „»la metamorfosis de Arabia Saudita en una nación
anti-norteamericana ocurre frente a nuestros propios ojos.» (Robert Fisk:
«The Saudi Connection», The Independent, Agosto de 1998) Por su parte,
Seyyed Vali Reza Nasr, profesor de ciencias políticas de la Universidad de
California en San Diego y experto en extremismo islámico en Pakistán dijo
que «si los Estados Unidos desean hacer algo en contra del Islam radical,
tendrán que lidiar con Arabia Saudita, que a diferencia de Irak y Libia es
donde se encuentra la causa mas importante del apoyo a la radicalización,
ideologización y fanatización general del Islam.»

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