Opinión Internacional

La cotización de la vida en el mercado mundial

Vida: Espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o un vegetal hasta su muerte. Esta es una definición extraída del diccionario de la Real Academia Española. Habla del tiempo entre el nacimiento y la muerte, pero no dice cómo, ni cuándo, ni dónde se produce este hecho. Tampoco hace mención a las circunstancias del nacimiento y por lo tanto, tampoco lo hace al mencionar la muerte.

Como dice el Dr. Francisco Leandro Loiácono “Biológicamente; la muerte es un proceso y no un evento”. Y lógicamente, podríamos deducir que la vida es un proceso. A la vida se la podría graficar en la curva de Gauss para esquematizar todo ese proceso, desde el nacimiento hasta la muerte. Y como casi todos los procesos, el de la vida también se puede abortar abruptamente. Paradójicamente a esta “Ley natural” de la vida, se le van asociando (por necesidad o por la fuerza) formativas legales para “definir” la condición de un ser humano. Legalmente, una persona puede declararse muerta cuanto presenta muerte cerebral. La ley del hombre documenta la muerte, pero la ley natural no lo concibe, la vida sigue siendo vida porque sigue “el estado de actividad de los seres orgánicos”.

En otras palabras; si se aplica en su total magnitud la ley natural de la vida, sumando el proceso biológico de la naturaleza que une la vida con la muerte, un individuo con muerte cerebral dejaría de existir (siguiendo el proceso natural) por ejemplo, por inanición. Hoy la ciencia y el desarrollo tecnológico hacen de este proceso una incertidumbre que los pone en dos polos opuestos. Por ejemplo; a una persona sin respuesta cerebral se lo puede conectar a un aparato que le suministrará alimentos y así preservar su “vida” por años, o bien, mutilar ese proceso de cualquier ser vivo (que goza plenamente de salud) por obra y gracia de una bomba. También, la ciencia nos permite conservar por medio de la Criogenia a nuestros muertos para ser “revividos” en un futuro. No obstante, la ciencia puede exterminar a todo un pueblo a larga distancia. Es síntesis, agotamos infinidades de medios para salvar una vida, pero a su vez, gastamos inmensas cantidades de recursos para matar a miles de personas.

Como no podía ser de otra forma, hoy oímos hablar de Terry Schiavo por todas partes, en el noticiero, en los periódicos, en la radio y en la oficina. Quince años han pasado desde aquél paro cardíaco que inutilizó el cerebro de la mujer. Hoy, la vida de este “ser humano-vegetal” es una lucha legal entre el esposo y los padres de Terry. La medicina ha dicho que no puede revertir esta situación. La justicia, la burocracia, la moral y otro puñado de cosas, hacen que se olviden del “proceso biológico natural” de la vida. En otras condiciones, quizás el desarrollo de la medicina hubiera podido ayudar a salvar una vida, pero en este caso en particular, nada queda por hacer.

Honestamente me indignó ver tanta hipocresía suelta. Gente que porta carteles a favor de los padres de la mujer, personas tomadas de las manos orando por la “vida” de Terry o marchando en repudio al fallo del juez G. Creer quién ordeno que se le retirara la sonda que le brindaba el alimento. Algo sin mucho sentido ético o moral si analizamos que muchas de esas personas (tal vez, incluidos los padres de Terry) seguramente estén a favor de la guerra o “invasión” a Irak. Se desvelan por una vida cuando en Irak, por día muere un promedio de 80 personas a causa de una explosión. Ciertamente, la vida vale por su esencia y no estaré de acuerdo con esa ecuación que dice “una vida es igual que otras ochenta”, más aún cuando ésas ochenta no presentan muerte cerebral. Aquí entra la pregunta del millón, ¿cómo se cotiza la “vida” en el mercado mundial?.

Haciendo un análisis frío y profundo de la situación de Schiavo durante estos quince años, podemos decir que, su cuidado y su asistencia clínica y personal deben tener un costo. Sin dejar de lado el sentido humanitario, ¿cuántos cuidados de enfermos o cuántas vidas se pudieron haber salvado durante todo este tiempo a razón del costo que implica cuidar a Terry Schiavo diariamente?. ¿Cuántas Terry Schiavo hubieron en el mundo que no corrieron con la misma “suerte”? Sería peor, ¿cuántos “casos Terry Schiavo” hay y hubieron de los cuales no nos enteramos?. ¿Porqué hoy le dedicamos tanto tiempo a Terry Schiavo y no a las vidas que clínicamente sí se pueden salvar?. Sin cuestionar la ética de la medicina, ¿dónde está la ética de la humanidad?. Lo de Irak, bueno, eso lo reducimos a algo efímero, “la muerte de inocentes en una guerra no se puede evitar, son producto de efectos secundarios, efectos colaterales o errores humanos”. La atención se centra en una vida sin esperanzas de vivir la vida, mas le damos la espalda a los miles que vuelan por los aires o mueren de hambre con grandes chances de vivir, producir y hacer mucho por otras vidas. Esto me hace recordar ese refrán que indirectamente habla de la vida “Si matas a una persona, eres un asesino, si matas a diez mil, eres un conquistador”.

Todos tenemos derecho a la vida y sobre eso no se puede discutir. Gozar de la vida es un objetivo animal, cada especie como deba y porque no, como quiera. Ese “gozar” está relacionado directamente con la complacencia y la alegría que se puede disfrutar la vida. Para desarrollar a pleno esta condición física y moral debemos sentir ese éxtasis de experimentar suaves y gratas emociones. Resumido, la cuestión es vivir feliz. Vivir como vive Terry Schiavo no es vivir y vivir como viven la mayoría de los niños de Irak, Cierra Leona, Etiopía, Ruanda; tampoco, pero con la salvedad que ellos pueden tener todo un futuro por delante y muy a pesar de ellos, están agonizando allá, a la vuelta del fin del mundo. La vida es la moneda común del universo, no la devaluemos por regiones.

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