Opinión Internacional

La era ¿Santa?

Cachaco, preparado, pragmático y sortario. Un perfil breve del nuevo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, publicado por el diario argentino Clarín lo resume en el siguiente eslogan: Retroceder no es la opción, mientras que la revista colombiana Semana lo describe como un hombre que se sabe rodear, apreciado por sus subalternos y con un estilo de liderazgo totalmente distinto al de su predecesor, Álvaro Uribe. 
Aunque en la campaña electoral fue muy criticado y «presentado por la mayoría de los columnistas y algunos líderes de opinión como un clientelista y oportunista, carente de credenciales éticas, responsable de los falsos positivos y capaz de cualquier cosa con tal de conseguir un objetivo», hoy muchos de esos calificativos se le voltean a favor. «Pocos presidentes de Colombia han llegado a la Casa de Nariño con una hoja de vida como la de Juan Manuel Santos…, por la variedad de cargos que ha desempeñado… maneja el Congreso como Turbay, la economía como Carlos Lleras y el Ejército como Uribe», dice Semana, para destacar que este bogotano de 59 años, nacido en cuna de oro, a quien se le reconoce una gran vocación de poder, ex militante del Partido Liberal, ex ministro de César Gaviria (Comercio Exterior) de Andrés Pastrana (Hacienda) y de Uribe (Defensa) y de la corriente mano dura contra las Farc, no es tan malo como se le pintó durante la contienda electoral neogranadina. O mejor dicho las características que lo definen son las necesarias para salir airoso en el mundo político. 
No obstante, ni siquiera el acercamiento más optimista puede obviar el gran lunar que tiene el Mandatario colombiano: la monstruosidad de los falsos positivos, práctica que el relator especial de la ONU para ejecuciones extrajudiciales, Philip Alston, calificó en 2009 de extendida y que «se caracteriza mejor como el asesinato a sangre fría y premeditado de civiles inocentes, con fines de beneficio». 
Según expertos, las características de Santos hacen creer que mejorará las relaciones con sus vecinos Ecuador y Venezuela. La sola presencia en su toma de posesión del presidente Rafael Correa y del canciller venezolano Nicolás Maduro parece hablar a favor del nuevo gobernante colombiano. O para decirlo en criollo, puede que ya haya obrado su primer milagro. 
Interesante también será ver cómo llevará sus relaciones personales con el presidente Hugo Chávez, quien mantuvo con Uribe una relación amor-odio, en la que por momentos destilaba una buena química; en cambio Juan Manuel nunca ha sido santo de la devoción de nuestro mandatario. 
Como es sabido, en política nunca es tarde para empezar a llevarse bien y todo indica que ya es el momento de la diplomacia y de la prudencia. 

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